La nueva selección de las mejores canciones dirigida por la revista Rolling Stone ha removido todos los cimientos de la melodía. Y es que el terremoto provocado por el tema Respect, de Otis Redding y catapultada por Aretha Franklin, ha conseguido derrocar —contra todo pronóstico— la legendaria Like a Rolling Stone, de Bob Dylan.
¿Qué ha ocurrido? Ahora mismo lo aclaramos: la historia de la previsible caída de una muchacha a los mismos infiernos resulta reemplazada por el conflicto de pareja —perenne en el tiempo— sobre el reparto de las tareas cotidianas del hogar, con sus indudables connotaciones sexuales. Todo un tema de actualidad.
También es importante apuntar la eliminación de Hound Dog, de Elvis, para que tome protagonismo la versión original de Big Mama Thornton. Además, del top ten de la lista desaparecen Satisfaction, de los Rolling Stones, y la utopista Imagine, de John Lennon, sustituidas por canciones que referencian las luchas afroamericanas, tanto con retórica estridente (Fight the Power, de Public Enemy) como en versión conciliadora (A Change Is Gonna Come, de Sam Cooke). Y es que el reconocimiento de la deuda de Estados Unidos con su población negra resurge con fuerza.
No obstante, en general, los raperos adquieren mayor visibilidad con los ascensos de Missy Elliott y Outkast.
En cuanto a categorías Beatles, sorprende que descienda Hey Jude y aparezca Strawberry Fields Forever; de hecho, parece que las letras introspectivas suben de nivel. Por el contrario, se desvanece Good Vibrations, de los Beach Boys, tal vez hundida por su léxico hippie. Es más, según afirma Diego Manrique, especialista musical, «los matices del lenguaje importan tanto como la modernidad del canal de despegue: Dreams, editada por Fleetwood Mac y anteriormente despreciada, irrumpe arrolladoramente en la nómina de las grandes gracias a un video de TikTok, concebido en 2020 para publicitar un refresco».
Con todo, viene bien advertir que en el presente top ten todavía no ha llegado la invasión de pop latino o reguetón que asola todas las discotecas célebres del momento; independientemente, todavía se mantienen en su espectacular línea Smells Like Teen Spirit, de Nirvana, y What’s Going On, de Marvin Gaye.
Pero sí hay que incidir en que el último Rolling Stone ha dedicado una portada al fenómeno coreano BTS. Y es que, como todos suponemos, los resultados de estas listas dependen, en mayor o menor grado, de las conveniencias y apuestas procedentes de los departamentos de publicidad y mercadotecnia. El negocio es el negocio.
Como añade Manrique, «Jann Wenner, el fundador de Rolling Stone, demostró maestría en estas artes oscuras. Aunque no era realmente un musiquero, entendía el concepto del capital simbólico. Su revista ayudó a establecer el canon del rock, con abundantes números especiales y voluminosos libros históricos, reforzando la hegemonía cultural de su propia generación, la de los baby boomers. Su gran jugada fue adueñarse, con el disquero Ahmet Ertegun, de una idea ajena y muy comercial: el Rock & Roll Hall of Fame».
«En sus inicios, antes de que se materializara su sede-mausoleo en Cleveland, algunas de las votaciones, desde la selección de candidatos al destape de los ganadores, daban un tufillo a decisiones precocinadas. Con el tiempo, según este particular Salón de la Fama crecía en importancia, cada anuncio anual ha provocado un escándalo, al reiterar su antipatía hacia el heavy metal y el rock más populista (aunque la organización ha prometido irse desprendiendo de esos prejuicios)», concluye el experto.
Nota
Manrique, D. A. (2021). La lista de las mejores canciones de «Rolling Stone»: Aretha Franklin derroca a Bob Dylan. El País. Septiembre, 25.