¿Por qué compramos un producto de una determinada marca y no de otra?
¿Por qué votamos un partido político y no otro?
¿Por qué cuando estamos buscando un profesional para contratar, nos fijamos en la apariencia de su página web?
La respuesta es por su comunicación.
Más allá de la simple emisión, la comunicación pretende la transmisión de contenidos y emociones. La comunicación es el medio a través del cual las personas intercambian mensajes con una intención.
Además, si echamos la vista hacia atrás analizando nuestros problemas personales veremos que todos han sido problemas de comunicación. De hecho, se estima que el 90% de los problemas que tenemos con los demás son de comunicación. Piénsenlo.
El novio o la novia que les recriminaba que no le trasmitían sus sentimientos, el amigo que les dice que nunca le llaman. Algo que no se ha contado, o algo que hemos revelado y no deberíamos.
Si es tan importante comunicar a nivel personal, no se pueden imaginar cuánto lo es a nivel profesional.
Hay una cosa que tenemos que confesar: no sabemos comunicar, no sabemos expresarnos, y esto es debido a muchos factores. El primero es la tecnología que, a pesar de todas sus ventajas, tiene también un lado oscuro que está generando personas que no comunican. En un congreso sobre este tema, pregunté a los asistentes cuántos de ellos con sus compañeros de pisos o con sus hijos se comunicaban vía WhatsApp aun estando en la misma casa: todos levantaron la mano.
Pero también el problema de fondo es porque nadie nos lo ha enseñado. Yo creo que la segunda causa está en la educación. Nadie nos enseña a hablar en público, ni en el bachillerato ni en la universidad y, si hay alguna clase de oratoria, no son asignaturas importantes, yo diría que ni optativa; son esas que se sacan un verano o fuera del plano curricular.
Lo de la comunicación es una asignatura pendiente. Está todavía en pañales incluso en las universidades donde se supone que estamos preparando profesionales que deben comunicar, como periodistas, abogados, psicólogos o médicos.
Comunicar, se los digo en serio, es algo importante porque el mercado laboral es muy competitivo. Hay muchos CV brillantes, pero muchos se parecen: la misma universidad, la misma carrera, la misma experiencia. ¿Si son tan iguales, quién consigue el trabajo? La respuesta es que gana quien sabe venderse; o sea quien sabe convencer con sus palabras, alguien que tiene carisma con su comunicación no verbal y verbal.
En su libro To Sell is Human (Vender es humano), Dan Pink dice que cerca del 40% de nuestro tiempo de trabajo lo dedicamos a vender. Pero no en sentido estricto de la palabra de vender algo material, sino desde la perspectiva de que, con la comunicación, cada día buscamos influir sobre los demás para alcanzar un objetivo.
Por eso hay que saber qué decir, cómo empezar un discurso, guionizarlo, elegir bien los verbos saber cómo concluir nuestro discurso, no dejar nada al azar. Y, por otro lado, saber cómo expresarnos con nuestros gestos, nuestra postura, nuestro tono de la voz para convencer a quien nos escucha. Además, una cosa que nadie enseña, pero sí que es necesaria, es saber conocer y perfilar la personalidad de sus clientes. Si comunican de la misma manera a todos sus clientes, no lo están haciendo mal... lo están haciendo fatal. Cada cliente es un mundo, y cada uno necesita que se comuniquen de una manera precisa para lograr convencerle.
Así que anímense a comunicar una idea poderosa y conviértanse en un gran orador o una gran oradora.