Cuando viajé desde Murcia al mar, pasé por Orihuela. Me pareció que el lugar en que estaba situada era como un trozo arrancado del Paraíso Eterno para ponerlo allí. El río es caudaloso. Las chirriantes norias son venas sangrantes. Los pájaros lanzan sus trinos. Los árboles aparecen abrazados unos a otros. Y tiene una fortaleza que es totalmente inexpugnable.
(Ibn Said)
La Wizara Isamiyya (conocida en la historiografía como República Literaria de Orihuela o Ministerio de los Sabios), según el profesor Emilio Molina, surge tres meses después de la toma del poder en el reino de Murcia por Zayyan b. Mardanis, en la primavera de 1239, con la proclamación de Abu Ya’far b. Isan como rais de Orihuela, y la creación de su «Consejo de Ministros», lo que supuso una reafirmación político-ideológica pro hudí y pro abasí frente a la política de reconocimiento de los hafsíes tunecinos promovida por Zayyan b. Mardanis.
En el marco de la gran inestabilidad política generada en el Sureste y Levante, con una nueva epidemia de revueltas locales, algunas ciudades del territorio se sublevaron frente a Zayyan y proclamaron su independencia; además de Cartagena, Lorca y Mula, destacó, por su singularidad, Orihuela. El artífice material de aquella aventura independentista fue Abu Ya’far b. Isam. Y se conocen los nombres de quienes constituyeron este «consejo ministerial», sus perfiles biográficos, su actividad política, su producción intelectual y sus relaciones exteriores dentro y fuera del ámbito andalusí.
Orihuela, durante casi treinta años, se convirtió en el destino político e intelectual de los personajes más relevantes del siglo XII andalusí. A ella acudieron, procedentes de las distintas áreas peninsulares, un elevado número de personalidades; algunos por razones de seguridad política o personal, otros por razones de mejora social o simplemente afinidad ideológica o amistad; en su mayoría, funcionarios públicos al servicio de la administración del Estado, secretarios, hombres de letras, literatos y poetas a quienes cupo el honor de convertir esta ciudad levantina en uno de los centros culturales más prestigiosos de al-Andalus, en el siglo XIII.
Durante dicho periodo se concentró en Orihuela un grupo de intelectuales unidos por sus afinidades ideológico-literarias, amparado en un gobierno independiente de Murcia que, liderado por Abû Jafar, mantuvo su autonomía —bajo protectorado castellano— hasta la muerte de éste, ocurrida en 1249. En esta pequeña corte oriolana florecieron las artes y las letras. Abúlhasán, el hijo de Abû Jafar Obn Isam, no supo mantener este estatus autonómico que desapareció en 1264.
El manuscrito árabe núm. 520 de la biblioteca de El Escorial, volumen de 194 folios, está compuesto de tres obras diferentes: un tratado literario completo y dos fragmentos de tipo geográfico-histórico interpolados por descuido del encuadernador quien, además, paginó la obra de manera incorrecta. Se trata de una recopilación de textos en verso y prosa correspondientes al segundo tercio del siglo XIII, realizada por un contemporáneo, Ibn al-Murabit, de quien apenas sabemos nada. Por una confusión de signaturas pasó el códice inadvertido hasta su descubrimiento y estudio crítico realizado por Melchor M. Antuña en 1940, que da relación folio por folio del contenido del mismo. Gracias a sus trabajos, continuados por Emilio Molina y Juan Bautista Vilar, podemos conocer la vida y los personajes principales de este interesante periodo en el sureste español.
En el libro La Wizara Isamiyya de Orihuela en el siglo XIII. Paradigma de un enclave político y cultural independiente en tiempos de crisis, Emilio Molina analiza la historia política del convulso siglo XIII andalusí, caracterizado por la descomposición del Imperio Almohade y el surgimiento de las denominadas «terceras taifas». Posteriormente el autor estudia la principal fuente para el conocimiento de la Wizara Isamiyya, el Kitab Zawair al-fikar o «Libro de las ideas más brillantes y las sentencias esenciales» del jurista y literato oriolano Abu l-Ala’Muhammad b. al-Murabit, obra de la cual solo se ha conservado el tercer tomo, redactado entre 1240 y 1250. En ella se recoge una colección de correspondencia oficial, diplomática y personal, formada por 130 composiciones en verso y 72 en prosa, donde queda reflejado el ambiente político y social del segundo tercio del siglo XIII andalusí, desarrollado en buena parte en la ciudad de Orihuela.
La mayor parte de las risalas que integran la obra fueron compuestas en Orihuela durante la «Wizara Isamiyya», ministerio o gobierno de Ibn Isam, que rigió los destinos de la república oligárquica surgida en esta ciudad al amparo del vacío de poder que se produjo tras la muerte del emir murciano Muhammad ibn Hud. Poetas de Valencia, Játiva, Murcia y otros puntos del Levante y el Sureste español, pero también de Andalucía (Baza, Purchena) y el Magreb, relatan sucesos acaecidos en la urbe orcelitana o felicitan al gabinete de la ciudad por sus aciertos y le alientan en sus empresas. Estas misivas llegan regularmente a la ciudad con ocasión de la ruptura del ayuno, en las pascuas o en cualquier fecha señalada del calendario islámico.
Si bien la «Wizara» tiene carácter eminentemente literario, abunda en noticias históricas y en curiosos datos de alcance social que, en conjunto, articulan una semblanza bastante completa de la vida en Orihuela durante la fase final de la dominación musulmana. Es de resaltar que el régimen instaurado por el rais Ibn Isam en esta ciudad, aunque no duradero, supo polarizar la resistencia anticristiana en el Levante de al-Andalus al producirse el desplome del islam peninsular. De ahí los grandes elogios, recogidos en la obra, que le dispensaron imanes, alfaquíes, intelectuales y hombres políticos de al-Andalus y el Magreb. Ibn Isam mantuvo además contactos regulares con las potencias musulmanas del norte de África, en particular Túnez y Marruecos, cuyo apoyo fue recabado para resistir la ofensiva combinada de los reyes de Aragón y Castilla.
Los mejores poetas locales eran convocados entonces para participar en certámenes y justas literarias ante el rais, el consejo y los notables. Algunas de las composiciones no pasaban de vulgares panegíricos del príncipe, si bien la mayoría, de tema independiente, alcanzaron estimable altura. En aquellas veladas, siempre muy concurridas, alcanzaron renombre Abu Baqr ibn Yays, Muhammad Buryul o el alfaquí Abu Abd Allah ibn Muhammad, pero entre todos se distinguieron el cadí Ibn al Murabit, miembro del gabinete, e Ibn al-Jannán, enzarzados siempre en animadas controversias, pródigas en ingenio, fácil improvisación y buen gusto, que hacían las delicias de los invitados.
Jannán era hombre de recursos ilimitados, tan capaz de pronunciar una jutba o sermón que conmoviera al auditorio —según hizo más de una vez a propuesta del Taleb o secretario del gobierno— como improvisar en pocos minutos una lograda composición de tema intranscendente, Así, la dedicada a un pavo real que en cierta ocasión se introdujo haciendo la rueda en el salón donde celebraban consejo los ministros de Orihuela, cuyas deliberaciones hubieron de interrumpir con el jocoso episodio. Más tarde, cuando Ibn al-Jannán emigró al África septentrional y se instaló en Bujía, mantuvo activa correspondencia literaria con su amigo el cadí orcelitano.
De cuantos poetas colaboran en esta miscelánea se encuentran trabajos en verso y también algunos en prosa. Predominan los escritos de al-Amsari ibn al-Yannán, que mantuvo activa correspondencia con el recopilador y con el primo de éste, el cadí Abu Baqr ibn al-Murabit. Figuran también en lugar destacado los poemas de este último y los de Abu-l-Mutarif ibn Amira, complemento de otros contenidos en un códice de la Real Academia de la Historia.
Estas composiciones, pródigas en detalles de todo orden, son una fuente inestimable para conocer las costumbres oriolanas por los años de 1240. En una población culta y sofisticada, la literatura suele ser trasunto de la vida social. Se felicita en verso al amigo por su matrimonio, al nacer un hijo —menos efusivamente si es niña—, por sus éxitos profesionales o en cualquier festividad. Se le da el pésame en sentidas estrofas elegíacas cuando pierde a cualquier familiar, y no solo los hijos, padres o hermanos, también si se trata del pariente lejano, el servidor fiel o la amada concubina. El interesado, por su parte, responderá cortésmente en verso.
Otras veces reflejan el pesar por la muerte del amigo en el campo de batalla, el dolor de la partida a tierras extrañas para escapar del invasor infiel, o el recuerdo de la amada Tudmir, de la entrañable Orihuela, de su río, de sus casa, mezquitas y baños, de sus huertos, jardines y campos, cuando estando allá en Bujía, Túnez o Rabat, todo se vuelve para el emigrado desconsuelo y añoranza.
Los innumerables testimonios vertidos en el Kitab Zawahir al-fikar confirman que los miembros de la Wizara Isamiyya, muchos de ellos investidos con los títulos de katib, fatih, qa’id, wali, ejercieron importantes funciones políticas y administrativas durante el gobierno de Ibn Hud; es más, los fines últimos que indujeron a la composición del Kitab Zawahir al-fikar por Muhammad Ibn al-Murabit, que también había ocupado importantes cargos políticos durante el «decenio revolucionario» ludí, parecen no ser otros que un elogio de los móviles políticos e ideológicos del líder murciano y cuyo espíritu se perpetúa a través del círculo de Orihuela. Así lo prueba el hecho de que casi todas las composiciones en prosa, cartas oficiales en su mayoría, aluden de modo específico al reconocimiento, exaltación y sumisión hacia los califas abasíes, así como a los actos de proclamación e investidura de su representante en al-Andalus, Ibn Hud al-Mutawakkil.
Los escritos salidos de la escuela filosófico-literaria nacida en torno a la Wizara oriolana tuvieron gran difusión, en el siglo XIII, en todos los territorios del islam y algunos de los textos producidos en aquella escuela se estudian todavía en las universidades de los países árabes, siendo considerados como textos clásicos del mundo islámico. Logró notoriedad en esta escuela Abû Bakr Ibn al-Murâbit y otros componentes afamados de la Wizara Isamiyya eran: Abû l-Mutaririf Ibn ‘Amira al-Majzûmi; Abû l-Husayn Ibn Mufawwaz; Abû Bakr Ibn Bartuluh; Abû Muhammad Ibn as-Saffâr.
Parece, tras los datos ofrecidos, que el manuscrito de la Wizara oriolana reúne méritos suficientes para aspirar a que sea catalogado como Patrimonio Documental de la Humanidad.