Acaban de terminar las vacaciones, ese espacio de tiempo que se convierte en paz.
Entre mar y campo; pisar la arena y las piedras de los caminos. Respirar el pueblo. He sentido mi tierra, el viento, el campo, la inmensidad de las siembras; he vuelto a despertar con el canto de todos esos pájaros que merodean por los tejados. He recargado la mente, el espíritu y el cuerpo de ese calor, esa vida, ese aroma rural que, simplemente, me gusta.
Me gusta porque solo allí vivo de verdad la sencillez, el bienestar humilde, la belleza del todo por nada.
Hace bien poco, alguien que quiero por encima de todo, me decía que sentía que no le falta nada en su vida, pero no es realmente feliz. He escrito mucho sobre esto: ¿qué es la felicidad? ¿Qué es para cada cuál?
Curiosamente los años me han hecho ver, comprender, que la felicidad no es tenerlo todo; la felicidad está, simplemente, en uno mismo.
Si sufrimos no somos felices. Se puede sufrir por muchas cosas, unas veces con fundamento y la gran mayoría de ellas sin él. El origen del sufrimiento está en nuestra mente. Quiere decir esto que, para estar en calma, en paz, felices, no nos queda otro remedio que entrenarla tratando así de eliminar esos estados mentales negativos que nos van y vienen y lo único que nos generan son insatisfacciones.
Nos hallamos inmensos en una vida ajetreada en la que no tenemos tiempo, parece, a detenernos ni tan siquiera para encontrarnos con nosotros y reconocer todas esas actitudes perturbadoras que aparecen en nuestra mente. No somos conscientes de lo que pasa en nuestro interior. Estamos, vivimos hacia afuera y nos hemos olvidado del interior.
Silencio. Silencio, por favor.
Busquemos un tiempo de silencio en nuestro día a día para asimilar lo que pensamos, lo que sentimos. El silencio se puede encontrar entre el ruido, pero el verdadero silencio, ese que te despierta y pellizca dentro, se encuentra en los caminos, en los campos, alejados de lo mundano.
Todo lo que hacemos tiene sus consecuencias, pero lo que pensamos, a corto o largo plazo, más todavía. Nuestros pensamientos van labrando en nuestra mente, nuestra vida, nuestras acciones.
Si hay algo que siempre me ha intrigado es el funcionamiento de la mente. La mente puede controlarnos totalmente y, si no nos damos cuenta de ello, hundirnos. Si la mente siembra felicidad, nuestra vida, por lo general, será positiva; si por contrario, genera sufrimiento, nuestra vida será negativa.
Nuestras frustraciones son una gran base de conocimiento. La vida está llena de contratiempos, pero si los utilizamos para aprender, para conocernos, jamás nos desviarán del camino. Somos responsables de nuestra vida y, por lo tanto, de nuestras desilusiones. No hay que buscar culpables fuera. Examinemos las causas de nuestro sufrimiento.
En budismo hay algo que se llama «las cuatro nobles verdades». El principio de todo camino espiritual y de toda búsqueda de la verdad es entender correctamente el sufrimiento.
Las cuatro nobles verdades son el fundamento de la filosofía budista y marcan de hecho la iluminación del Buda. Según la tradición, el Buda histórico, Siddhartha Gautama, decidió peregrinar por la India en búsqueda de conocimiento saliendo del palacio de su padre, donde estaba resguardado de la realidad decadente del mundo. En una de esas salidas, observó a una persona enferma, a otra persona muy vieja y a un muerto: estas experiencias fueron las semillas de una búsqueda que acabaría en la comprensión de que el mundo es esencialmente sufrimiento. Después de aprender todas las técnicas ascéticas de concentración y control mental que podían aprenderse entre las diferentes sectas del subcontinente indio, y sin estar satisfecho, el Buda decidió sentarse bajo la higuera sagrada (el árbol Bodhi) y no levantarse hasta entender la causa del sufrimiento.
Las cuatro nobles verdades son la sustancia de la iluminación del Buda, creando lo que hoy podríamos describir como una ciencia interna, basada en la autoobservación.
Y ¿cuáles son esas cuatro nobles verdades del budismo?
- La vida es sufrimiento.
- El apego causa sufrimiento.
- Para curar el sufrimiento, libérate del apego.
- El óctuple sendero mostrará la salida del sufrimiento.
La primera noble verdad: la vida es sufrimiento (dukkha)
Buda llega a esta primera reflexión basándose en lo que observó cuando era Príncipe Gautama Siddhartha y luego un monje errante: el único factor que une a la humanidad es el sufrimiento.
Toda existencia en sí misma es insatisfactoria. Todos convivimos con un grado de sufrimiento. Hasta la persona con menos problemas sufre. Nunca la felicidad es completa, ya que el sufrimiento suele estar presente o amenazante.
Todo comienza con el nacimiento, que está marcado con el sufrimiento en el dolor que experimentan tanto la madre como el hijo. A medida que las personas van envejeciendo, su cuerpo comienza a debilitarse y los sentidos se deterioran lo que provoca un sufrimiento. Y termina finalmente con la muerte que causa gran dolor ya que supone la pérdida de un ser querido.
Buda habló de tres tipos de sufrimiento mental:
La pérdida de un ser querido o la separación de las personas que se quieren generan un sufrimiento (dukkha).
La presencia y compañía de personas que incomodan u ocasionan estrés o personas hostiles y con malos sentimientos también generan dukkha.
Para otros muchos no conseguir todo lo que se desea les genera un sufrimiento incapaz de controlar y que les puede ocasionar decaimiento y frustración, también es una forma de dukkha.
La felicidad, como estado exterior no existe como tal. Muchas personas intentan escapar de dukkha llenando sus vidas de placeres pasajeros o irreales; y cuando estos se desaparecen, se quedan frente a una duda realidad.
La segunda verdad noble: el apego causa sufrimiento
Lo primero que genera el sufrimiento está originado en nuestra mente. Según el Buda, nuestros principales problemas se originan por nuestro delirio o ignorancia; creamos en nuestra mente dificultades.
Todo sufrimiento proviene del apego, la ignorancia y el deseo. Todo lo que se desea generará, en última instancia, infelicidad o insatisfacción. El ser desea y se apega a bienes materiales y a las personas que ama; sin embargo, debido a la finitud humana, tarde o temprano generará dolor.
Enojo
Todas las acciones tienen una consecuencia. La ira hace que dañemos de alguna forma a otros seres. Cuando producimos daños a otros, esto nos traerá como consecuencia que nosotros también resultemos lastimados y que, a menudo, se convierta en una causa de sufrimiento autoinfligido.
Ignorancia
La ignorancia atrae sufrimiento a nuestras vidas, porque al no ser conscientes de nuestras actuaciones esto nos conduce a tener problemas.
La tercera verdad noble: curar el sufrimiento y liberarse del apego
Después de que Buda descubriera estas dos verdades, se pasó seis años más en la contemplación de la naturaleza del sufrimiento. Al lograr su comprensión surge la tercera noble verdad.
Aquí Buda ofrece un mensaje de esperanza: al eliminar el odio, la ignorancia de nuestras vidas y liberándonos de cualquier tipo de apego, se puede lograr el fin al sufrimiento.
Tenemos que aprender a dejar de aferrarnos a personas, cosas o ideas. Si logramos conseguir este desapego eliminaríamos la principal causa de nuestro sufrimiento.
Buda enseñó podemos alcanzar una gran dicha y que está más allá del sufrimiento. La felicidad la iremos experimentando en mayores niveles a medida que prendamos a eliminar las causas del sufrimiento.
Hay otros beneficios de conseguir la liberación del sufrimiento: se puede vivir más feliz, sin problemas por cualquier tipo de negatividad. Al final de este camino, cuando desaparezcan el apego, el deseo y la ignorancia por completo, podemos lograr experimentar esa plena alegría que experimentó Buda.
La cuarta noble verdad: el óctuple sendero mostrará la forma de salir del sufrimiento
Después de comprender cuál es la verdad del sufrimiento en la vida, su causa y cesación, el Buda explicó la última verdad: el noble óctuple sendero.
Como se sabe, Gautama Siddhartha, había vivido una vida de lujo y placeres sensuales, que por sí solos no nos podían salvar del sufrimiento. Luego había vivido la vida rigurosa de un asceta y se había dado cuenta de que esto tampoco era el camino que conducía a la liberación espiritual. Y, por lo tanto, el Buda enseñó que el camino que debemos recorrer hacia la liberación del sufrimiento no se encuentra en estos dos extremos, sino en la moderación, una filosofía que se conoce como el «camino medio».
El noble óctuple sendero se expande sobre esto, se establece un sendero en el cual uno debe caminar hacia el cese de dukkha. Esto, más que una doctrina es una lista de pasos que se deben seguir y practicarse activamente si se quieren obtener sus frutos:
- Comprensión
- Pensamiento
- Palabra
- Acción
- Ocupación
- Esfuerzo
- Atención
- Concentración
Todas las acciones mencionadas deberán realizarse del modo correcto si se quiere alcanzar el Nirvana. Es la manera de recorrer perfectamente el conocido noble camino óctuple, para alcanzar la paz interior.
Regresamos de un verano en paz. Muchos volvemos a encontrarnos con el ruido exterior pero también el interior.
¿A qué esperamos? Podemos ser.