Recientemente compartí en mis redes sociales el video de un entrenador de baloncesto que es interpelado por un periodista acerca de la ausencia de un jugador en una serie semifinal. La razón de la ausencia: el nacimiento de un hijo del jugador. La contundencia del entrenador al defender su decisión de dar permiso al jugador, ante la insistencia del confundido periodista, nos coloca en una dimensión donde sale a relucir qué es lo realmente importante en la vida de una persona.
El video me impactó. Y también los miles de «me gusta», «compartir» y «comentar». Allí pude constatar una vez más que la mayoría de las personas sabemos, sin lugar a dudas, qué es prioritario y qué no lo es.
Lamentablemente, de saberlo a ponerlo en práctica existe una gran diferencia. Esta lección es un ejemplo que vale la pena analizar desde tres puntos de vista:
Nuestra vida personal.
En el trabajo
Desde la visión de un jefe o líder.
Nuestra vida personal
Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
(Antoine de Saint-Exupéry, «El Principito»)
Tengo la certeza de que todos sabemos qué es lo esencial en nuestras vidas, cuáles deberían ser nuestras prioridades. Es notoria la cantidad de mensajes positivos que circulan por las redes sociales, frases motivadoras, ejemplos heroicos, anécdotas edificantes. Es también notorio que esos mensajes son difundidos por personas que se identifican con el texto, pero están muy lejos de practicarlo. Esos mensajes indican un camino, pero no necesariamente tienen el poder de conducir a la acción.
¿Por qué sucede esto? Existe una gran dificultad en los seres humanos para convertir una certeza en una realidad. Sabemos que la familia, por ejemplo, es importante, pero le quitamos tiempo para dedicarlo a actividades, algunas veces importantes en otras áreas de nuestras vidas, pero otras sin ningún valor. La posibilidad de entretenernos con solo mover los músculos que activan el control remoto es muy tentadora. Sustituir una conversación por un mensaje donde hay más emojis que palabras es muy cómodo. Hoy contamos con muchas opciones para pasar un buen rato, muchas veces en detrimento de las cosas importantes, lo esencial, que se van acumulando para otro momento.
Lo esencial es invisible a los ojos, pero no a nuestro discernimiento. Es esencial cuidar nuestro cuerpo, esa maravillosa estructura que soporta nuestro ser físico y espiritual. Es esencial cuidar nuestra mente, cultivarla, entrenarla, azuzarla para provocar los efectos mágicos que la hacen crecer. Es esencial promover nuestra vida interior, dar sentido a nuestra existencia y sentirnos en paz con nosotros mismos. Es esencial cultivar las relaciones, tanto familiares como sociales. Un balance adecuado de estos cuatro «esenciales» es fundamental para nuestro desarrollo como personas, nuestro crecimiento, la posibilidad de ser útiles y de lograr la esquiva felicidad, que no es más que una decisión personal.
Sé que es fácil decir esto, pero a la mayoría de las personas les cuesta convertir estas certezas en acciones concretas. Para lograrlo, el cambio tiene que ir ligado a una decisión consciente, a un compromiso, a un fuerte deseo de que lo esencial se convierta en lo prioritario en la práctica. Me voy a atrever a sugerir una receta, pero no sigan leyendo si no se identifican con lo anterior.
Elaborar una lista con todo aquello que es esencial en sus vidas.
Apartar un tiempo diario para dedicarlo a su lista. Decidir cuánto será, 15, 30 minutos, una hora, ustedes deciden. Este tiempo lo pueden tomar de cualquier actividad cotidiana que estén dedicando a cuestiones que no son esenciales.
Durante este tiempo, hacer algo, cualquier cosa, una llamada, una acción postergada, un comienzo, un final. Incluso pensar en lo esencial es mejor que dedicar ese tiempo a lo que no lo es.
Los proyectos, no importa su dimensión, se construyen paso a paso y tienen en común que fueron diseñados, se dio un primer paso, se dieron los subsiguientes, se hicieron las correcciones necesarias en el camino y se culminaron. A esto yo lo llamo «éxito». Conviertan sus esenciales en proyectos. Diséñenlos, den el primer paso, continúen, corrijan si es necesario y culmínenlos. Hagan suya la frase de Mark Twain: «Para cambiar tu vida, necesitas cambiar tus prioridades».
En el trabajo
Nunca hay tiempo suficiente para hacer todo, pero siempre hay tiempo suficiente para hacer las cosas más importantes.
(Brian Tracy)
Durante muchos años he ayudado a diferentes personas a hacer un mejor uso de su tiempo en el trabajo y hacer que esas ocho horas diarias que le dedican en promedio sean productivas. Les invito a leer los artículos que he publicado sobre este tema en este portal.
Para decirlo en pocas palabras, si quieren ser productivos, denle prioridad a las actividades que son productivas. El trabajo duro tiene muy buena publicidad, pero no siempre produce resultados. Si trabajan duro, muy duro, en actividades que no son importantes lo único que tienen garantizado es el cansancio. Si se enfocan en las actividades que sí son importantes aumentarán su productividad con menos esfuerzo. Esta es una verdad del tamaño de una catedral, pero nos presenta una dificultad: ¿qué es importante y que no lo es? La respuesta es sencilla y poderosa: todo aquello que les conduzca al logro de sus objetivos es importante; el resto, simplemente, no lo es. Cuando tengan claro cuáles son sus objetivos habrán definido los «esenciales» en su trabajo. Entonces, dediquen todo el tiempo que puedan a esos esenciales. Cada vez que tengan duda entre una actividad u otra, pregúntense: ¿cuál de las dos me conduce al logro de mis objetivos? La respuesta les dirá claramente cuál es el camino a seguir.
Desde la visión de un jefe o líder
Los grandes líderes están dispuestos a sacrificar los números para salvar a la gente. Los líderes pobres sacrifican a la gente para salvar los números.
(Simon Sinek)
Mucho se ha escrito sobre liderazgo y numerosos estudios demuestran que, cuando un líder valora a sus subordinados, los trata con respeto y los toma en cuenta, tiene más posibilidades de lograr que se unan a su visión. Sin embargo, todavía hay personas que no se han dado cuenta de la gran diferencia que existe entre un «jefe» y un «líder». Es evidente que la actitud del entrenador que mencionamos al principio lo convierte en un verdadero líder.
He recibido varios comentarios relacionados con el video del entrenador. Algunos reportan las siguientes sentencias de sus jefes: «los consultores no deberían tener hijos», «el trabajo es más importante que la familia porque es lo que te permite mantenerla», «si tu pareja es más importante que tu trabajo, ¿qué haces aquí?», y otros cuantos que denotan un desprecio de las necesidades de las personas, los seres humanos, que los jefes tienen a su cargo. Existen empresas que se jactan de que las personas van primero, pero la actitud de los jefes no está en línea con esa afirmación. Es necesario, por citar un ejemplo, que los empleados hagan esfuerzos adicionales en situaciones puntuales, pero esto no puede convertirse en la regla. En este caso, el sentido de la responsabilidad en el trabajo le pasa por encima a las responsabilidades particulares de la persona, a sus esenciales.
También, es importante mencionarlo, he recibido comentarios y conozco muchos casos en los cuales la reacción de los jefes-líderes es similar a la del entrenador en diferentes contextos.
Es fundamental, para concluir, que como personas, como trabajadores y como líderes tengamos claro cuáles son las prioridades en los diferentes roles y seamos capaces de mantener un balance entre ellos.
Hagamos visible lo esencial y actuemos en consecuencia.