«El teatro renace contigo» es el eslogan de la edición 2021 del «Campania Teatro Festival» (el festival de teatro cuya sede principal es en Nápoles) que, durante más de un mes, exhibirá 150 espectáculos al aire libre, respetando todas las normas de seguridad anticovid.
No serán solamente espectáculos teatrales. También este año el festival logró vencer su gran desafío narrativo en un espectáculo multidisciplinario y en 10 secciones que se irán desgranando desde mitad de junio a todo julio, para volver en septiembre con las compañías internacionales. Durante este período será posible admirar todo el abanico de interacción de las artes en las secciones Italiana, Observatorio, Música, Danza, Cine, Literatura, Exposiciones, Proyectos Especiales, y SportOpera, el espacio dedicado a la interacción entre el arte y el deporte.
El festival se inauguró con La Muerte y la Doncella, del dramaturgo Ariel Dorfman. La trama narra un episodio dramático en un país que recientemente ha obtenido una democracia aun frágil; un abogado, Gerardo Escobar recientemente designado presidente de una comisión destinada a indagar sobre el destino de los desaparecidos; su esposa Paulina Salas, aún marcada por las torturas que sufrió durante la dictadura, viven en una casa aislada cerca del mar... una noche Gerardo se demora en volver, ha pinchado una rueda, un desconocido se detiene y lo acompaña a la casa.
Esa misma noche, muy tarde, el desconocido vuelve a tocar la puerta de los Escobar. Y en el gentil doctor Miranda, Paulina cree reconocer al médico que la torturó y violó. Mientras la torturaba escuchaba un cuarteto de Schubert: La muerte y la doncella. Paulina secuestra al doctor Miranda: exige una confesión. Porque para soportar la violencia de la memoria, Paulina busca sobre todo una liberación. Que solo la palabra de su torturador le podría dar. Porque la angustia de quien sobrevive está no solo en no poder olvidar, sino también al ver que los demás lo hacen, remueven, ya no creen ni escuchan, como si se tratara de una pesadilla privada.
En el marco espectacular del Parque del Palacio Real de Capodimonte en Nápoles, se oyen los gritos de dolor y desesperación de Paulina, cuando trata de convencer a Gerardo, su marido, de que no está loca y que él «amable doctor Miranda» efectivamente es su torturador: de aquí parte un crescendo de tensión y angustia hasta la revelación final.
El director, Elio De Capitani, un verdadero apasionado de Chile y sus dramas cuenta las razones por las que quiso dirigir esta obra: «Porque es un clásico del siglo XX. Porque Dorfman es un gran autor, un gran intelectual, escritor y novelista, pero aquí hizo un milagro porque fue pensando este texto muy atentamente entre los años 1990 y 1992, hasta que encontró la clave, es decir hasta encontrar la idea de unir lo público y lo privado a través de Gerardo Escobar».
«Escobar es el abogado encargado de la comisión de derechos civiles: esto hace que el debate privado se haga público... es una intuición muy fuerte y por lo tanto al final el autor, con tres personajes, hace una tragedia griega contemporánea del siglo XX. También Pinter lo pensaba del mismo modo, y apreció mucho este trabajo». De Capitani cuenta que es la primera vez que pone en el escenario un texto contemporáneo dos veces. El primer estreno se hizo en 1997 con representaciones en toda Italia.
Lo hizo porque en su opinión, «Dorfman escribió un clásico porque tiene esta síntesis de tres personajes y una historia con esta visión central muy fuerte. En este momento es un texto extremamente contemporáneo, porque no habla de manera ideológica de la relación entre hombre y mujer sino la expone, la muestra... por lo tanto es una de las razones por las que vuelvo a estrenarlo ya que este aspecto en la época no era tan evidente, porque prevalecía el aspecto político».
Ruggero Cappuccio, el director artístico del festival, en cambio, nos habla del «renacimiento» de este festival, hecho que comenzó hace 5 años: «Ha sido un extraño proceso de renovación porque generalmente aquí en Italia, a todos les gusta resolver cosas difíciles y nosotros hemos intentado resolver los problemas fáciles».
«En primer lugar decidimos bajar de manera evidente los precios, de 34 a 8 euros con muchas ventajas: para quien tiene menos de 30 años, cuesta 5 euros; si se percibe una jubilación mínima se entra sin pagar; si alguien tiene que pagar 8€ pero tiene una tarjeta de la librería Feltrinelli o lleva una copia del periódico La Repubblica se paga la mitad; si alguien tiene menos de 30 años y paga 5€ pero tiene también una tarjeta de la Feltrinelli paga 2.5 euros. Resumiendo, el concepto antes era ‘¿Puedes o no puedes venir?’. Ahora ha cambiado en: ¿Quieres o no quieres venir?», explica. «El problema pasó de las carteras a la voluntad personal», sonríe.
Le preguntamos al director del festival por qué la decisión de abrir el festival con un texto sobre Chile: «Porque esa injusticia tan antigua es una injusticia que todavía se ve y todo lo que está pasando, también los recientes acontecimientos, por ejemplo, si pensamos en Giulio Regeni o también en otros hechos, recuerdan que esa modalidad, esa estructura de detención, desaparición, tortura, asesinato, muerte lamentablemente no han desaparecido aún».
También Cappuccio tiene un vínculo muy importante con Chile: escribió La Primera Luz de Neruda, una novela sobre el premio Nobel (publicada por Feltrinelli) que empieza desde Nápoles, porque Neruda que había huido de Chile en 1951, cuando el Partido Comunista chileno había sido declarado fuera de la ley y corrió el riesgo de ser expulsado de Italia. Eran los tiempos de la Guerra Fría y un comunista, dondequiera que estuviese, era siempre un peligro. Pero el intento no tuvo éxito ya que el científico y filántropo Edwin Cerio, personaje muy importante de Capri, lo invitó a establecerse en esta hermosa isla: era el mes de enero de 1952.
El festival se interrumpe a mitad de julio para volver a empezar en septiembre con los huéspedes internacionales. Entre los títulos están La Creación, de Dimitris Papaioannou, también la coproducción con el Festival de Aviñón y con el Teatro Nacional de Nápoles: El jardín de los cerezos, con Isabelle Huppert. Además, en septiembre será posible ver dos nuevas creaciones: de Marina Otero y Christoph Marthaler.
Le preguntamos a Nadia Baldi, vicedirectora artística del festival, qué significa hacer teatro en tiempos de pandemia: «Más allá del momento de miedo, bastante normal por lo demás, es imprescindible el valor, y el arte absolutamente necesita siempre de valor. Esto fue lo que nos permitió desafiar este miedo como si fuéramos unos Quijotes y seguir creyendo que podíamos tener éxito y así, tal como el año pasado, también este año ha sucedido».
«Por lo tanto digamos que es la locura del valiente que nos ha guiado. Sobre todo, es también la locura de quien está enamorado del arte y hace del arte su propio sentido de vida. Por eso decidimos seguir este sueño que ya nos acompaña desde hace cinco años y así nació también este año la campaña Teatro Festival».
Hay que añadir también que el escenario monumental del Real Parque de Capodimonte, así como las otras prestigiosas locaciones del Festival, entre estas el convento de San Domingo Mayor en Nápoles y el Museo Arqueológico Nacional del Sannio Caudino, en Montesarchio, permiten vivir una emoción única, casi mágica y al mismo tiempo de esperanza, tan necesaria en el período que estamos viviendo.