El príncipe Piotr Alekséyevich Kropotkin, conocido en español como Pedro Kropotkin, nació en una familia rica y noble en Moscú el 9 de diciembre de 1842.
Fue un explorador, naturalista, geógrafo y filósofo anarquista.
Debido a sus actividades políticas contra la autocracia zarista de la familia Romanov, estuvo preso en la fortaleza de San Pedro y San Pablo. Al salir de la cárcel, inició un largo exilio que duró 41 años en Suiza, Francia e Inglaterra. Solo en Londres estuvo cerca de 30 años. Allí establece contacto y amistad con líderes laboristas que no dejaron de influirle ciertas inclinaciones hacia el cambio gradual que era propio del movimiento obrero inglés.
Kropotkin fue uno de los principales teóricos revolucionarios de su tiempo inaugurando el anarco-comunismo.
Sus valores principales fueron la libertad, la solidaridad y la justicia. Promovió una revolución socialista para lograr la abolición de toda forma de Estado, pero también del capitalismo, de la propiedad privada e incluso del trabajo asalariado. Pero tenía un estilo mucho más pacífico que el de Bakunin, al punto que ganó fama en Europa como una especie de santo-laico.
Después de la revolución habría que crear (decía) un orden social sin Estado, regido por los principios de la ayuda mutua, la cooperación, las comunas autónomas, la democracia directa y la colectivización de los medios de producción.
Entre sus obras se destacan La conquista del pan, publicada en 1892; El apoyo mutuo, en 1902 y un largo folleto sobre «El Estado» en 1903.
Fue miembro de la Primera Internacional dónde estableció contacto con grupos tanto marxistas como bakuninistas, desechando muy pronto el socialismo de Marx por considerarlo autoritario y optando por el «bakuninismo».
Escribió bastante sobre el Estado, al que considera un instrumento de opresión. Distingue claramente entre sociedad y Estado. Se refiere al papel del Estado en el Imperio Romano y al Estado moderno que habría nacido (según escribió) en el siglo XVI.
Critica las tesis del origen contractualista del Estado y considera un enorme error considerarlo como un medio de liberación o un medio para realizar la revolución social. Un medio de opresión (decía) no puede ser un medio de liberación.
También se refiere a sociedades que funcionaron sin Estado durante la Edad Media y en las comunidades primitivas.
En 1917 retorna de Inglaterra a Petrogrado y es muy bien recibido por Kérensky y su gobierno, que había triunfado en la revolución de febrero derrocando a la monarquía zarista. Se entona en su honor «La Marsellesa» a su llegada. Se le ofrecen puestos y pensiones que declina con amabilidad. No acepta ningún cargo en el gobierno revolucionario.
A partir de la revolución de octubre de 1917, es crítico del nuevo gobierno de los bolcheviques. Al observar que va naciendo una nueva hegemonía de partido y que la Cheka empieza a perseguir a los militantes anarquistas Kropotkin se va apostando en la oposición e incluso se entrevista con Lenin en varias ocasiones para criticar sus políticas. Pero, al mismo tiempo, muestra su desacuerdo con quienes promueven el derrocamiento de los bolcheviques por la fuerza desde el exterior.
Exhorta a los pueblos de otros países a aprender lo positivo del nuevo sistema y a evitar lo que considera los errores de la Revolución rusa. Reitera sus llamados a una Rusia basada en una federación de comunas, ciudades y regiones libres y a evitar el camino de la dictadura de Estado y de partido.
Valora el papel de los soviets como organizaciones de obreros, campesinos y soldados, pero advierte del riesgo de que los mismos se conviertan en simples instrumentos al servicio del poder del Estado. No está de acuerdo en la naciente «dictadura llamada del proletariado», a la cual considera dictadura del partido de los bolcheviques.
El gran heredero ideológico de Pierre-Joseph Proudhon y de Mijaíl Bakunin ve nacer en su amada Rusia al primer gran experimento mundial de socialismo autoritario que se extendería en el tiempo durante 74 años, desde octubre de 1917 hasta la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética en 1991.
Kropotkin murió en Dmítrov, Rusia, el 8 de febrero de 1921.
Su funeral en el Cementerio Novodevichy convocó a 200,000 personas, última gran manifestación pública de los anarquistas rusos.
Un cortejo de cinco kilómetros siguió su ataúd por las calles de Moscú. Fue la última manifestación importante de los amantes de la libertad contra los bolcheviques, y las banderas negras de los grupos anarquistas ostentaban en letra escarlata la leyenda: «Dónde hay autoridad, no hay libertad». De esta manera teatral pasó a la historia el último de los grandes teóricos anarquistas (Woodcock, G., 1979, p. 205).
Nota
Woodcock, G. (1979). El anarquismo, Barcelona: Seix Barral.