José Figueres Ferrer, don Pepe, como popular y cariñosamente, siempre se le ha llamado, aun siendo presidente de la República, es la figura política más influyente e importante en la historia costarricense del siglo XX.
Su presencia en el desarrollo histórico nacional marca de una manera indeleble cincuenta años, desde que irrumpe en la arena del activismo político, a principios de la década de 1940, hasta su muerte en 1990, y por las obras que impulsó institucional y gubernativamente, hasta nuestros días.
Recoge y expresa su vida los elementos y características de la época, y mucho de la idiosincrasia del campesino, como símbolo del ser costarricense, que le forman y que proyecta su dimensión hasta nuestros días, en lo que de él significan las reformas institucionales que impulsó y la discusión existente hoy sobre si llegaron a límite o si deben continuarse de manera renovada.
José Figueres Ferrer, de los políticos costarricenses, es el más universal, el más conocido en el interior del país y en el exterior. Su huella se ha hecho sentir, además de Costa Rica, en Centroamérica, el Caribe, América Latina, en los Estados Unidos y en Europa.
Es un hombre que supo interpretar correctamente, con gran sentido pragmático, pero de modo dialéctico, el mundo que le tocó vivir. Al mismo tiempo, supo conjugar los elementos y condiciones que le rodearon, para adaptar y transformar esa realidad a las necesidades de las fuerzas sociales de las cuales él se fue convirtiendo en la mejor y más genuina representación y aspiración.
Le tocó vivir intensamente el siglo XX, un siglo agitado y conmovido, de grandes procesos históricos, de grandes reformas sociales y políticas, de procesos y confrontaciones militares mundiales, que de muchas maneras impactaron la realidad nacional y su visión del mundo.
Las guerras mundiales, la primera y la segunda, las crisis económicas internacionales resultantes de estas conflagraciones, la depresión de 1929, el desgarre del sistema mundial capitalista que, a finales de la Primera Guerra Mundial, desde 1917 hasta 1990, polarizó las relaciones internacionales en el dilema socialismo-capitalismo y, luego, desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, hasta 1989, en la lucha del sistema mundial socialista y el sistema mundial capitalista, en todas las expresiones bajo el marco de la llamada Guerra Fría, con sus múltiples escenarios, que replantearon las relaciones internacionales, en toda la geografía mundial, que el mismo Figueres alteró cuando consideró necesario hacerlo.
Asimismo, supo interpretar el significado de la descomposición del sistema mundial del colonialismo que, desde 1945, con la fundación de la ONU y la derrota del totalitarismo nazi fascista y el despliegue de las luchas nacionales libertadoras en Asia y África, que condujeron a desarrollar una realidad internacional que pasó de una treintena de países miembros de la Liga de las Naciones, en 1919, a 52 países constituyentes de la ONU en 1945, entre ellos Costa Rica, hasta los casi 200 países que hoy forman parte de este foro mundial.
Esta particular situación hizo del siglo XX el siglo de la libertad y la liberación de los pueblos, elementos muy presentes en el pensamiento de José Figueres desde que irrumpe a la política y desde que forjó su pensamiento con características de filósofo-político. No casualmente, su pequeño libro Palabras gastadas, de 1943, cuando estaba naciendo a la política, se preocupa por conceptos como democracia, socialismo, libertad, en medio de las grandes reformas sociales que se impulsaban en el país en el contexto de la guerra mundial antinazi, de la cual ya Costa Rica formaba parte desde diciembre de 1941.
La época, de liberación de pueblos y liquidación del colonialismo mundial, que siguió hizo resaltar el hambre, la pobreza y la miseria, el analfabetismo, la exclusión social, étnica y de género de los que fueron sometidos y víctimas; millones de seres humanos bajo el colonialismo mundial, no fueron ajenos a la percepción, sentimientos y emociones de José Figueres.
Las nuevas sociedades en formación hacia estructuras democráticas de gobierno no pudieron evitar, por necesidad local o imposición externa, inmensos gastos militares y tendencias militaristas de gobierno, fuerzas golpistas y autoritarias que, en muchos de estos países, se sucedieron bajo la forma de tiranías, dictaduras y satrapías, de gobiernos autoritarios, despóticos, violadores de los derechos humanos y conculcadores de las libertades públicas, de todo tipo, particularmente en América Latina. Pero, de modo esperanzador, con profundas dificultades, se abrieron paso, poco a poco, las afirmaciones democráticas que acompañaron estos procesos que, en el corazón y en su razón. estuvieron en José Figueres, de las cuales en su defensa hizo levantar banderas y luchas, para el sin fin…
En el plano nacional le tocó vivir tres épocas, dos de ellas inevitables, formadoras e inspiradoras, y la tercera, que él impulsa y ayuda a construir, la que modela y forma radicalmente la Costa Rica a partir de 1950 hasta nuestros días.
La primera está marcada profundamente por el liberalismo progresista y anticlerical de finales del siglo XIX, que se proyecta hasta 1939 y se caracteriza por la consolidación del Estado liberal, que es el período que lo ve nacer y en el cual se desarrolla, en la escuela y el colegio, y cuando parte a formarse a los Estados Unidos para sus estudios superiores.
La segunda, ya estando de nuevo en Costa Rica, es la de tránsito de ese liberalismo hacia una sociedad preocupada por la cuestión social y más solidaria, donde se sientan las bases y orígenes del Estado social de Derecho, que resulta de los movimientos políticos que surgen entre 1919 y 1935, que cuestionan el liberalismo clásico y el Estado liberal y proponen reformas sociales, como fueron los partidos Socialista de Costa Rica (1920), el Reformista (1923-1934), la Alianza de Obreros, Campesinos e Intelectuales (1930) y el Partido Comunista, a partir (1931) con su expresión electoral, Bloque de Obreros y Campesinos a partir de 1934, y el Partido Socialista Costarricense (1935), este último impulsado por Vicente Sáenz con quien tendrá una relación importante en la década de 1940, que seguramente le ayuda a darle mejor forma a su inquietudes y pensamiento político.
La primera etapa fue resultado de un esfuerzo nacional de construcción propia, de visión nacional de desarrollo con fuerte compromiso de los sectores productivos y empresariales en la gestación de la economía nacional. Esto se acompañó, junto con la inserción de Costa Rica en el mercado mundial, con una visión y necesidad de apertura a las inversiones extranjeras que, durante el último tercio del siglo XIX, tuvieron un marcado carácter complementario de este desarrollo, pero, a partir del siglo XX, fueron una amenaza a los propios intereses económicos de los productores y de los sectores políticos nacionales, lo que provocó a hasta 1,936 movimientos antiimperialistas con participación de importantes personajes de la oligarquía nacional.
Los ejes de inversión extranjera de este período fueron por un lado los préstamos ingleses y, por otro, la colocación directa de capital norteamericano en áreas estratégicas de la economía, que no estaban en manos de los sectores nacionales, como fueron ferrocarriles y tranvías, medios de comunicación, electricidad, ciertas actividades productivas como minería y banano.
Ambas etapas, están caracterizadas por una ruralización de la vida nacional, bastante polarizada en sus sectores dominantes y de trabajadores, con pocas expresiones de surgimiento de sectores o clases medias y de inicio de las nuevas manifestaciones cotidianas de la vida urbana.
La tercera, la que el proyecto político de José Figueres, a partir de su gobierno de facto, la Junta Fundadora de la Segunda República, durante 1948-1949, asegura, consolida y desarrolla institucionalmente, haciendo válido este Estado de Derecho y de Estado social de Derecho, creando las condiciones para avanzar hacia la Costa Rica modernizante, de carácter más industrial, e incorporada de una manera más dinámica a las nuevas relaciones económicas y mercados internacionales, y en cierta manera metiéndonos, como nación y como país, en la dinámica modernista del siglo XX.
José Figueres supo conjugar la experiencia de vida, de crecer y formarse en zonas rurales, de vivir en la ciudad, de estudiar y trabajar en el extranjero, en los Estados Unidos, durante los años difíciles de la década del 20, y volver para trabajar y desarrollarse como empresario industrial agrícola; años en que forma su carácter y su visión del mundo, muy al margen de la vida política urbana, pero vinculado y preocupado por los problemas del desarrollo económico nacional y de las condiciones de vida de los trabajadores costarricenses, especialmente agrícolas, de los que llegó a ser, quizá, su mejor representante político. Eso le permite conocer con gran sensibilidad la idiosincrasia campesina nacional, como una de las personas y políticos nacionales que mejor pudo expresarla en su lenguaje, su discurso y el modo de manifestarse.
El campo le da sencillez a su vida y sus modales, le hace austero, lo acera para el trabajo en cualquier condición. Le forma disciplina, tenacidad, perseverancia, hábitos, y le traza constantemente derroteros a modo de gran innovador y experimentador. Le forma como educador de sus trabajadores, con lenguaje sencillo, que llevó al campo político, como pocos líderes políticos de su tiempo lo pudieron hacer, sin igualarle. Esta vida le enseña a trabajar con objetivos, metas y de manera planificada. También lo forma como un soñador, un idealista, un luchador utópico en muchos sentidos.
Sus primeros años, de infancia y juventud, en la ciudad y región de San Ramón de Alajuela, en el extremo occidental del Valle Central, apacible, rural, pero de gran contenido cultural e intelectual, le sensibilizan. San Ramón había sido el reducto, a finales del siglo XIX, de los perseguidos políticos y liberales, intelectuales de gran valía, como Julián Volio, que por extrañamiento eran confinados a ese lugar.
Nació allí el 25 de septiembre de 1906. Le llamaron José María, tenía ojos azules intensos.
La formación intelectual y la cultura de sus padres, su padre médico y su madre educadora, le influirá notablemente, con un hogar económicamente estable, sin indulgencia para la escuela, la ropa, o la mesa. Físicamente se desarrolló bien, pero bajo de estatura, lo que también sirvió para que sus opositores y detractores le llamaran «el enano», situación física que no le hacía mella porque sus estatura moral y política estaba en sus ideas, su pensamiento, su capacidad de gran conductor político que fue.
En la década de 1910 su padre, por razones laborales, se traslada a vivir cerca de la capital, donde se establece por breve tiempo en Escazú y luego en Santa Ana, dos poblados al suroeste de la capital, de tradición campesina. Su familia permanecía en San Ramón, donde el niño José Figueres termina sus estudios primarios, nutriéndose de una educación que formaba valores para la acción ciudadana, la vida cívica y popular y la democracia.
Desde pequeño, José Figueres destacó por su inteligencia, su capacidad reflexiva, su disciplina para la lectura y el estudio. Le llamaron la atención las ciencias exactas, la matemática, la física y, especialmente, la electrónica y la telegrafía inalámbrica.
La vida en el campo le formó un carácter reservado, típicamente campesino, «sorprendentemente tímido», afirma su primera esposa, Henrietta Boggs, que impedía una aproximación cercana, excepto para sus íntimos, y una expresión gestual intensa, especialmente en sus manos. También le hizo ser parco en el hablar familiar, muchas veces monosilábico. Igualmente, le forjó una gran disciplina y control de sí mismo, el levantarse muy temprano, tomar un desayuno ligero y aprovechar el tiempo libre en la lectura. Le dio aureola de sinceridad, confianza y benevolencia, de sentido paternal y tradicional. En sus juicios llegó a ser preciso y directo, con gran capacidad de criticar finamente y colocar a sus adversarios en posiciones difíciles, y desestabilizarlos ante sus cuestionamientos o manera de expresarse.
En 1917, José Figueres, terminados sus estudios en la Escuela pública, se traslada a estudiar la secundaria a San José, al lado de su padre. Ingresa, en 1918, en el Colegio Seminario de tradición católica. El Seminario no le fue de mucho agrado, pues era una imposición de su padre, donde se graduó de Bachiller en Humanidades. Prefería la enseñanza laica en colegio público o liberal; laicismo que le marcó en su vida.
El golpe de Estado de Federico Tinoco, en 1917, fue precedido de una intensa campaña contra el gobierno, la cual no fue ajena a los jóvenes de la época, incluso Figueres. Grandes manifestaciones se hicieron de apoyo a la caída del gobierno de Alfredo González Flores.
El nuevo gobierno de facto de Federico Tinoco Granados, desarrolló un autoritarismo feroz. Suspendió la Constitución de 1871 y ejerció una represión enorme y cerró periódicos.
A las pocas semanas se organizó la resistencia y la lucha por volver al constitucionalismo y la vida cívica republicana. Aun cuando el gobierno elaboró una nueva Constitución Política, que establecía un artículo avanzado relacionado con la seguridad social, cayó en 1919 por la presión de la lucha político militar y popular.
En la Asamblea Constituyente de 1917 se volvió a plantear la cuestión del reconocimiento de voto de la mujer sin que se aprobara, idea que ya flotaba en el ambiente desde 1889, y se gestaba desde principios de la década de 1910 con mujeres organizadas en esa lucha.
En su pueblo natal San Ramón se habían dado luchas importantes contra la dictadura tinoquista, donde las familias cercanas a los Figueres lucharon activamente contra la dictadura. Julio Acosta García, quien asumiría la presidencia de la República (1920-1924) se destacó en las luchas político-militares como líder la llamada Revolución del Sapoá.
La tradición liberal progresista se impuso de nuevo en la vida nacional. En la misma medida que se iba ir olvidando a los Tinoco, se iba a rescatar la trascendencia del presidente Alfredo González Flores, quien llega a inspirar a José Figueres.
A partir de la década del 20, se va a apreciar, cada vez más el rechazo a los gobiernos dictatoriales y militares en la región: Juan Vicente Gómez en Venezuela, Manuel Estrada Cabrera en Guatemala, y los que surgen en la década del 30 que se prolongan hasta mediados del 40: Anastasio Somoza en Nicaragua, Maximiliano Hernández Martínez en el Salvador, Jorge Ubico en Guatemala, Tiburcio Carías en Honduras.
Charreteras, botas, rifles y espadas contra las democracias; pobreza, sumisión, terror, falta de libertad sobre los pueblos; las repúblicas de los generales contra las democracias empezaban a perfilarse el panorama político regional, como parte del análisis de la realidad política que iniciaba Figueres. Veía como se debilitaba la sociedad civil con la presencia y poder militar.
Por tradición de su familia heredaba sentimientos anticlericales y por el espíritu nacional imperante no fue practicante religioso. Años más tarde la alianza de Franco con la Iglesia, y la de los comunistas y la iglesia costarricenses le acentúa su anticlericalismo.
Como joven fue muy inquieto y ávido de conocimientos. Por su tradición aprende el idioma catalán, por su vida el español, pero, por su propia iniciativa se empeña en aprender el inglés, que lo llega a perfeccionar como una lengua materna.
Le llama la atención y siente vocación por el estudio de la ingeniería eléctrica, lo que le lleva a contactarse e inscribirse, por correspondencia, en los estudios de la Escuela Internacional de Scranton, de Pensilvania. Estados Unidos, donde fija metas de llegada.
Con su profesor Fidel Tristán practicó la radiofonía que lo puso momentáneamente en contacto con otros estudiantes del Liceo de Costa Rica, entre ellos Manuel Mora Valverde, también inquieto en esta materia.
En 1922, termina sus estudios secundarios. Nuevos amigos hace en el colegio. Junto con Francisco José Orlich Bolmarcich, amigo de infancia en San Ramón, sus más cercanos son Alberto Martén y Juan de Dios Trejos, También compañero de estudio es Francisco Calderón Guardia.
Para Figueres, la Costa Rica de su época adolescente no había desarrollado una democracia social ni económica, apenas una débil de carácter cultural basada en la gratuidad de la enseñanza. Era socialmente dividida, donde predominaba el campesinado y aparecían núcleos obreros y había una fuerte plutocracia cafetalera.
En 1923, decide viajar a los Estados Unidos, a Boston, a estudiar ingeniería en el Instituto Técnico de Massachusetts. Ingresa a la Universidad, pero desiste de la formación formal y asume una formación autodidacta.
Todo su tiempo libre lo dedica a la lectura en la Biblioteca Pública de Boston y a perfeccionar el idioma inglés. Sus autores preferidos empezaron a ser Emerson, Darwin, John Stuart Mill, Carlyle, Edgar Allan Poe.
Poco tiempo después decide trasladarse a New York. Dedica su tiempo a asistir a las conferencias en la Universidad de Columbia, y a continuar sus lecturas: Shakespeare, Walt Whitman, Jean Jacques Rousseau, Voltaire, Francis Bacon, Spinoza, el enciclopedismo revolucionario francés y el iluminismo revolucionario norteamericano, como la Ilustración, Lincoln, Schopenhauer, Locke, Cervantes Kant, Nietzsche, Durant. Además, estudia el liberalismo clásico y el socialismo utópico y se aproxima a textos del socialismo científico.
Boston, especialmente, le formó ideales socialistas y la concepción de que un mundo mejor empezaba a madurar. Nueva York le reúne con sus amigos y compañeros de estudio Alberto Martén y Francisco Orlich.
Al asumir la mayoridad, a los 21 años, por su origen debe optar por una nacionalidad, la española de sus padres o la costarricense de su nacimiento, y decide por esta.
En 1928, su padre lo visita y regresa con él en marzo. Viene formado con visión empresarial, soñador de grandes proyectos, que siempre tuvo en su mente y corazón.
Sus aspiraciones empresariales, especialmente agrícola-industriales lo llevan a fundar, con su amigo Francisco Orlich la empresa Sociedad Agrícola Industrial San Cristóbal S.A. Así, compran fincas de café y propiedades en Santa Elena, Río Conejo, Frailes y Bustamante, al sur del Valle Central.
En 1929, Figueres adquiere una finca en San Marcos de Tarrazú, la que denomina «Lucha sin fin», que expresaba su filosofía de la vida, una lucha constante, de cultivo y formación de sí mismo, de retos, de triunfos y derrotas, de caídas y superaciones.
En la Lucha se va a formar el Figueres empresario, agricultor, industrial, soñador, innovador, el práctico, el hombre de trabajo y estudio, el jefe exigente, el visionario, y el embrionario político, que llevaba dentro. Aquí se dedica a producir cabuya, elaborar sacos y cordeles de cabuya, y asimila la vida campesina compartiendo el trabajo, mano a mano, con sus operarios, peones, jornaleros y trabajadores, sin marcar una división odiosa obrero patronal. Figueres no se forma como muchos otros líderes latinoamericanos en las universidades ni en el liderazgo estudiantil. Su formación fue en la universidad de la vida cotidiana.
Cuando se declara la República Española en 1930, se incorpora al grupo Pro-República Española, en solidaridad con la democracia en España, en cierta forma su primera y activa participación política.
Hasta 1942, Figueres se dedica de un modo casi exclusivo a la agricultura y a algunos proyectos industriales. La finca le permitió continuar con sus lecturas de Kant, Nietzsche, la Biblia, El Quijote, la Enciclopedia Británica, Plutarco, Lincoln. También le gustaba leer biografías. Conoció más el pensamiento de Simón Bolívar y José Martí, por quienes sentía gran pasión.
La influencia de El Quijote le llevó a bautizar una moto, Harley Davidson que le permitía trasladarse desde La Lucha, con el nombre de Rocinante. Aprovechó también para escribir algunos artículos en la prensa, especialmente sobre agricultura o temas agrícolas, los cuales eran distribuidos en el «Café popular» de San José.
En los siguientes años, durante la guerra mundial, Figueres seguía al margen de la política. Su relación con la sociedad era fundamentalmente económica-comercial, donde era activo en los negocios. Sus actividades industriales y agrícolas lo habían relacionado con diversos grupos económicos y poco participaba en política. Buenas relaciones económico-comerciales había establecido con el sector alemán costarricense que tenía actividades cafetaleras y beneficios, producía caña y tenía ingenios y de ellos apreciaba su valor del trabajo.
La situación nacional no le era ajena. Le preocupaba. La crisis y los efectos provocados por la guerra también, porque empezaban a hacerse sentir en el país, especialmente a partir de 1941.
En 1940 se impulsa en la ciudad de San Ramón la fundación del Centro de Estudios para los Problemas Nacionales. Poco tiempo después, inician una revista quincenal, Surco, publicado su primer número, no casualmente, el día de la Independencia patria, que fue clave para el desarrollo de las ideas políticas de los siguientes cinco años, de la nueva intelectualidad y clases medias en gestación, e instrumento de agitación y organización política de oposición.
Su líder intelectual más destacado lo fue el Lic. Rodrigo Facio Brenes y le acompañaron intelectuales como Roberto Brenes Mesén, Carlos Monge Alfaro, Isaac Felipe Azofeifa. Después, se incorporaron brillantes estudiantes, Eugenio Rodríguez, Alberto Cañas, Carlos José Gutiérrez, Daniel Oduber, Fernando Fournier y otros.
El Centro les dio unidad y sentido generacional a estos sectores medios. Les dio teoría y conocimiento sobre la realidad nacional, fue un replanteamiento de cosas nuevas y redefinición de la patria que se proponía. Significaba pensar los problemas nacionales y tomar conciencia sobre lo que había que hacer. Frente al gobierno decían apoyar lo bueno y criticar lo malo, aunque más criticaban y actuaban en contra que lo que apoyaban.
Sus preocupaciones giraron alrededor del desastre del mercado interno, la especulación de precios y productos, la mala producción de productos básicos de consumo, de los empréstitos, de la penetración imperialista en la economía nacional, el abandono del campo y la caída del nivel de vida del campesinado y los sectores urbanos, el desequilibrio en la balanza comercial, la debilidad parlamentaria, los males electorales y los síntomas de corrupción que afloraban. Se proponían, además, crear un partido doctrinario, sin el cual, consideraban, la democracia no era más que un mito, pues descansaba en personalismos.
Los años de trabajo a Figueres le habían formado un modo enérgico, de rigurosidad, en cierta forma agresivo, aunque con gran facilidad de trato, con una fuerte personalidad y carácter dominante, de responsabilidad y espíritu modernista, Detestaba la rutina, era valeroso y ordenando, sereno para atender asuntos difíciles. No le gustaban las conversaciones frívolas, gustaba de autopresentarse como campesino y productor. El trabajo le había desarrollado habilidad para prever necesidades, atenderlas con sentido realista y apegado a lo que el escenario concreto conviniera.
El 2 de julio de 1942 el vapor San Pablo, de la United Fruit Company, fue hundido en Puerto Limón. Se dijo que la acción la había realizado un submarino alemán. Murieron 24 trabajadores y ningún oficial norteamericano de la tripulación, pues una hora antes del suceso habían recibido orden de retirarse del barco. Situaciones similares pasaron en otros países latinoamericanos.
La reacción nacional no se dejó esperar. El 4 de julio se llevó a cabo una gigantesca manifestación de protesta, que terminó en actos vandálicos, con gran cantidad de heridos, contra establecimientos de alemanes radicados en Costa Rica, a quienes se les sindicaba de quintacolumnistas. Al grito de «¡Viva la democracia!», «¡Mueran Hitler y Mussolini!», se realizaron esos actos. El gobierno además levantó listas negras de alemanes e italianos que se creía colaboraban con el nazismo.
Durante estos sucesos Figueres se encontraba en San José, atendiendo asuntos financieros y bancarios. Los sucesos lo irritan e indignan e, imbuido de un sentimiento para él cívico, decide actuar para lo cual prepara un discurso por radio que dará el 8 de julio. Lo anunciaron en el periódico sus dos amigos Francisco Orlich y Alberto Martén.
En el discurso Figueres responsabiliza de los sucesos al Gobierno por no haber tomado las seguridades del caso, respecto al orden público y la propiedad privada, no haber hecho detenciones, y defendió al sector costarricense que había sido objeto de las agresiones. Por órdenes de la Embajada de los Estados Unidos se ordena impedirle pronunciar el discurso. El Subsecretario de Seguridad Pública y Director General de Policía le obligan torpemente a interrumpir y acabar su discurso escrito. Sin terminar de leerlo, lo concluye diciendo que «el Gobierno lo que debe hacer es irse».
La Embajada americana estimaba que su intervención les hacía el juego a las fuerzas nazifacistas, además de que consideraba que los vínculos comerciales que tenía con firmas alemanes era el vínculo de Figueres con los nazis. Figueres fue arrestado. La embajada norteamericana quería enviarlo a un campo de concentración en Estados Unidos, pero, por intervención de Francisco Orlich, quien formaba parte del Comité Antinazi de Costa Rica, evitó su envío.
La detención de tres días de Figueres fue denunciada por sus amigos indicando que sufría vejámenes y tratos crueles. Se le convirtió en un preso político como no se había visto desde los tiempos de la dictadura de Federico Tinoco. La oposición tenía un mártir.
Figueres no era un activista político, pero la detención lo introduce directamente en la vida nacional. Estaba recién casado con Henrietta Boggs Long, ciudadana estadounidense de Alabama, quien esperaba el primero de sus hijos. Luego le dará una hija más, José Martí y Muni.
El gobierno toma la decisión de expulsarlo y desterrarlo del país, colocándolo en condición de exiliado en el exterior. El secretario general del Partido Vanguardia Popular, Manuel Mora Valverde, interviene para que esa expulsión sea hacia México, donde tenía amistades. Incluso le da una carta para el líder político mexicano, y continental en esa época, Vicente Lombardo Toledano a quien puso en contacto con Figueres.
La expulsión marca el momento en que Figueres decide dedicar su vida a la lucha política. Por ella jura acabar y derribar el régimen nacional que, en su opinión, estaba pisoteando los derechos ciudadanos. Para Figueres la decisión era una manifestación de los síntomas de despotismo y tiranía, de irrespeto a la leyes, vidas e instituciones que se estaba viviendo en el gobierno del Dr. Calderón Guardia. Además, el gobierno había cedido el monopolio de la gasolina y la electricidad, aspecto que era criticado en ese período de crisis.
El 11 de julio a las seis de la mañana, en vuelo especial, el gobierno destierra a José Figueres, acompañado de un oficial del Ejército Nacional.
Entre la salida de la prisión y la llegada a El Salvador tomó la decisión de impulsar la revolución, como única salida a los problemas nacionales, a lo cual dedica los años siguientes para prepararla. Juró librar al país de las garras de la arbitrariedad y la corrupción, la deshonestidad administrativa, del oportunismo, el nepotismo, el favoritismo, los fraudes electorales y la presencia de extranjeros como jefes de la policía, que existían.
Su primera escala fue El Salvador, luego Guatemala y finalmente México. En cada país estuvo algunos días y en México radicó casi dos años.
En El Salvador estuvo en el Hotel Nuevo Mundo. Allí estuvo tres meses y se vinculó con algunos empresarios y conoció la situación del país, del dominio de pocas familias sobre la población y el territorio, y valoró la división social profunda de clases y de concentración de riqueza.
En Guatemala, vigilado por las fuerzas de seguridad, hizo lo mismo y estableció relaciones comerciales y económicas con empresarios locales.
En México se dedica a trabajar en la construcción de chimeneas para calefacción. Vive primero en una casa de huéspedes en Las Lomas de Chapultepec. Luego, se pasa a vivir en una casa alquilada en la calle San Francisco 511, Colonia del Valle y establece una oficina en la calle López 37.
Aprovecha su estancia en México para nutrirse de la Historia de la Revolución Mexicana y conocer el gobierno del presidente General Lázaro Cárdenas, quien está terminando su mandato.
De la Revolución Mexicana y del gobierno de Cárdenas le impacta la campaña de alfabetización, el movimiento obrero de Lombardo Toledano, la nacionalización petrolera, el desarrollo de la agricultura, la industria, la ganadería, las plantaciones de henequén. Del gobierno mexicano siguiente de Miguel Ávila Camacho le impactó la nacionalización de los hidrocarburos y la reforma agraria.
Asiste a la Universidad Nacional Autónoma de México, donde lleva diversos cursos de economía política, ciencias sociales, filosofía, arte y literatura.
En México encuentra el terreno fecundo para sus ideales restauradores de orden político. Aquí se relaciona con el costarricense, Vicente Sáenz, a quien después le reconoce su influencia en su pensamiento e ideales, con los republicanos españoles y con gran cantidad de exilados políticos latinoamericanos y caribeños, a quienes México abrigaba y les daba espacio para su vida y su activismo político, así como para sus sueños y esfuerzos por reconstruir democracias donde se habían perdido. México era el refugio de muchos luchadores sociales.
Vicente Sáenz en México impulsaba su sueño de constituir la Unión Democrática Centroamericana, con movimientos liberadores.
También se reúne con costarricenses que le visitan y le llevan mensajes, como Francisco Orlich. Su activismo, reuniones y contactos políticos es intenso y se preparaba en todos los campos en la idea de liberar a Costa Rica.
Comienza a estudiar estrategia, logística y aspectos militares y de armamentos con la intención de organizar una revolución en Costa Rica, incluso con militares de la República Española. Conoce en México a quienes después formarán la Legión Caribe, grupo de demócratas que se proponían derribar las tiranías y dictaduras del Caribe. Con ellos comparte no solo el exilio discreto sino los anhelos de la democracia y libertad.
Aprovecha su tiempo también en negocios y comercia mercaderías, algunas de las cuales le sirven para empezar a apertrecharse militarmente, enviando armas, algunas adquiridas en Guatemala, y parque de manera camuflada, en cerámica, que introducía por el puerto de Limón.
Mientras Figueres iniciaba su discreto exilio, en Costa Rica su hermano Antonio asumía la responsabilidad de sus fincas, sus bienes y su familia.
Sus amigos empiezan a destacarlo en sus valores y virtudes. Los estudiantes universitarios Jorge Rossi Chavarría, Daniel Oduber Quirós y Emilio Valverde escriben sobre los experimentos y novedades organizativas que Figueres había impulsado en su finca, dando a conocer al empresario moderno, al organizador de nuevas formas de relación laboral y productiva.
México sirvió para que Figueres meditara y escribiera. Así concluyó su libro Palabras gastadas a finales del 42, que envió a su amigo Alberto Martén para su publicación, quien además lo prologa en enero de 1943. Escrito en el exilio lo dedica al presidente «Ricardo Jiménez Oreamuno, que encarna el ideal platónico del rey filósofo».
Las palabras claves de su libro son libertad, democracia, socialismo. Le asigna un papel importante a las ideas y a las palabras, ya que estas traspasan muros y fronteras. Habla aquí del socialismo democrático. Desarrolla así su empirismo ideológico, como lo llamaría Constantino Láscaris, y manifiesta su ideas e inteligencia clara y metódica. Había surgido el pensador político que siempre fue.
México le sirvió para pensar en la sociedad que quería y forjó al líder político que en él habitaba. Le vinculó con la Unión Democrática de Vicente Sáenz y el exilio centroamericano y caribeños, con Indalecio Prieto, líder exiliado del Partido Socialista Obrero Español, con Vicente Sáenz y estudiantes costarricenses en México. Le fortalece sus sentimientos antisomocistas el contacto con el profesor Edelberto Torres Espinoza, el General Pasos, Juan José Meza, Enoc Aguado, el Dr. Pedro José Zepeda y el Dr. Rosendo Argüello, que le ayuda a adquirir armas.
En el año de 1943, empieza a darle vuelta a la idea de la formulación de la Segunda República, preocupada del desarrollo demográfico, de la necesidad de calzar la población y de mejorar la educación y la salud. También desde el exilio envía su opinión a la encuesta nacional que se publica en julio como «Ideario Costarricense», en el cual plantea un plan para la regeneración de la Patria.
El año 1943 es clave, de viraje en la política nacional. En junio el Partido Comunista de Costa Rica cambia de nombre por Vanguardia Popular, y se consolida la alianza entre el gobierno y los comunistas, apoyada por la Iglesia católica, con motivo de la aprobación de las reformas sociales. La alianza Iglesia-comunistas a Figueres le era extraña y consideraba que el gobierno del Dr. Calderón era corrupto y estaba dominado por los comunistas.
El gobierno impulsa una reforma electoral, con la cual se sustraía del Órgano Electoral el conteo de votos, que se trasladaba al Poder Ejecutivo, lo cual se interpreta como un intento de fraude electoral y provoca reacciones de todos los sectores. La oposición se lanza, en mayo, a la calle con manifestaciones de jóvenes y, especialmente, de mujeres.
Ricardo Jiménez se oponía a la reforma electoral y la consideraba como «la sentencia de muerte para el sufragio», puesto que «donde no hay elecciones no hay República».
El 15 de mayo, con el Congreso rodeado de gente, la reforma electoral se detuvo. Si los acontecimientos de marzo-abril de 1948 se asocian con la lucha por la pureza del sufragio, es en estos actos donde se inicia la Revolución del 48. León Cortes, con base en estas luchas, se pronuncia en favor del voto de la mujer.
El partido de León Cortés propuso como candidato a primer puesto de diputado por la provincia de San José a Figueres, estando ausente del país, en la papeleta del Partido Demócrata Cortesista; sin embargo, el gobierno anuló su elección como diputado, alimentando los sentimientos del fraude.
Por otra parte, se adujo vicios en el manejo de la papelería electoral por la quema de unas urnas. La oposición enfatizó los ataques en el fraude. El gobierno dijo que aún sin fraude habían ganado.
Para Figueres esta situación era clave. A los abusos cometidos por el gobierno del Dr. Calderón se agrega el surgimiento de un gobierno hijo del fraude electoral, lo que lo ilegitimaba desde su origen. Asimismo, le daba argumentos a Figueres para justificar su derrocamiento, incluso por la vía militar.
Si Centroamérica y el Caribe estaban lleno de asesinatos, torturas, atropellos a los órdenes constitucionales y legales, de exilados y destierros, que se representaban en los gobiernos de Batista en Cuba, Trujillo en Dominicana, Elie Lescot en Haití, Ubico en Guatemala, Carías en Honduras, Hernández en El Salvador, Somoza en Nicaragua, había que agregar a la lista, según Figueres a Costa Rica que, bajo los gobiernos de Calderón y Picado, realizaba fraudes electorales y coartaba las libertades públicas.
El destierro hace madurar a Figueres, el estudio que realiza en México y el contacto con los exilados del Caribe lo prepara para los movimientos revolucionarios que se propone al regreso a Costa Rica.
Si el Centro de Estudios para los Problemas Nacionales significó el elemento teórico de esta generación del 40, Figueres será la guía práctica política que faltaba, a la que se agrega el movimiento sindical encabezado por Benjamín Núñez y el campesinado que se sentía traicionado y burlado con las reformas sociales y el Código de Trabajo que poco significó, en ese momento para ellos, habiendo sido la principal fuerza de movilización para su promulgación. Las clases medias habían surgido y demandaban presencia, participación y atención.
El 8 de mayo de 1944, inicia el gobierno de Teodoro Picado Michalski, apoyado por el Dr. Calderón Guardia y los comunistas. Las elecciones por la cuales resultó electo Teodoro, acusadas de fraudulentas, motivaron que Figueres señalara que dicho gobierno, hijo del fraude electoral, debía ser sustituido por uno constitucional y legítimo, abogando constantemente por su derrocamiento incluso por vía militar.
Teodoro Picado desde el gobierno del Dr. Calderón Guardia era partidario del pronto regreso de Figueres, de modo que, al iniciar su gestión, crea las condiciones para su retorno y el 23 de mayo regresa al país. Lo recibe a su llegada a la ciudad de San José, León Cortés Castro, quien lo había propuesto de diputado de su partido.
En el aeropuerto de La Sabana fue recibido por una multitud emocionada de personas, en un acto organizado por Francisco Orlich y Alberto Martén. Desde allí, se realiza una marcha hacia a los balcones del Diario de Costa Rica, propiedad de Otilio Ulate, donde pronuncia un discurso en el que anuncia la necesidad del establecimiento de la Segunda República. Fue recibido con gritos de «¡Viva Pepe!», como se le seguirá llamando cariñosa y amigablemente en el país.
Luego, se establece en su finca, dedicado a las labores agrícolas, a la producción de café, cabuya, fabricación de cuerda o mecate, a sus beneficios y a modernizar sus sistemas productivos, pero, especialmente dedicado a la acción política y preparatoria de la revolución.
En el periódico Acción Demócrata, dirigido por Alberto Martén, órgano de los jóvenes del partido de León Cortés, publica artículos sobre problemas nacionales. De hecho, representaba la izquierda de este partido. Participa, a finales de 1944, en las conversaciones para unir al Partido Acción Demócrata y el grupo Centro de Estudios para los Problemas Nacionales.
El 11 de marzo de 1945, participa en el acto de fundación del Partido Social Demócrata, cuyo lema es «Libertad y justicia social», en la redacción de sus estatutos, y fue electo en el Comité Ejecutivo Nacional. Poco tiempo después, se separa de este partido para volver a las filas del cortesismo.
El Partido Social Demócrata se proponía resistir los imperialismos económicos y financieros, lograr un mejor entendimiento regional centroamericano y con Panamá, y proponía fortalecer la solidaridad y la idiosincrasia de estos pueblos para defender la explotación de los recursos naturales del imperialismo, e impulsar una democracia efectiva y activa.
Un año después, el 3 de marzo, muere el expresidente León Cortés Castro. En la Convención del Partido Demócrata del 10 de marzo, en la clausura el 17 habla de la muerte de la República y de la necesidad de la instauración de una Segunda República.
El 31 de agosto de 1945, Figueres advierte, en una intervención por radio, que por las vías tradicionales no podrá preservarse en Costa Rica la libertad del sufragio. De hecho, impulsa acciones desestabilizadoras contra el gobierno preparando la revolución.
La crisis provocada por la muerte de León Cortés en el Partido Demócrata se agudiza y el partido se divide. José Figueres y uno de los hijos políticos de León Cortés fundan, el 5 de octubre de 1946, el Partido Cortesista Auténtico.
El año de 1946, el gobierno había impulsado, con apoyo de los comunistas, una reforma tributaria que en la práctica no pudo ejecutarse, y la redacción de un Código Electoral, para asegurar procesos electorales limpios y no fraudulentos.
La jefatura de la oposición a la muerte de León Cortés la disputan, en febrero de 1947, Fernando Castro Cervantes, Otilio Ulate y José Figueres.
El 19 de mayo de 1947, muere Roberto Brenes Mesén, quien se reconocía como el mentor intelectual de la nueva generación que actúa bajo los idearios socialdemócratas.
En julio, el 20, se da la prueba de fuego. La oposición al gobierno de Picado inicia una huelga general, llamada de Brazos Caídos, que los comunistas denominaron, de Bolsas Cerradas y la consideraba como una reacción a la reforma tributaria del año anterior por parte de los ricos, con el objetivo de lograr del gobierno seguridades sobre el próximo proceso electoral. Pedían control del Tribunal Electoral, respeto al resultado de las elecciones y sometimiento de la fuerza pública a este órgano. El 2 de agosto, día de celebración religiosa en honor a la Virgen de los Ángeles, patrona nacional, culmina con una gran marcha de mujeres, convocada por Emma Gamboa, que fue reprimida por el gobierno.
Esto debilitó al gobierno y se sometió a las demandas de la oposición. Figueres había participado activamente en San José en favor de la huelga que paralizó la banca privada y una serie de establecimientos comerciales principalmente en la ciudad de Cartago, que estuvo dominada por los huelguistas.
El 3 de agosto el gobierno pacto las demandas de los huelguistas. Siguió un ambiente tenso, marcado por actos terroristas de poner bombas contra establecimientos de los comunistas y del gobierno y el periódico oficial La Tribuna.
Los comunistas, con sus Brigadas de Choque que, para Figueres eran puro bandolerismo político, y para ellos eran de autodefensa, tensaban el ambiente callejero y los enfrentamientos entre los diversos grupos eran cada vez más cotidianos. El ambiente de la guerra marchaba. A finales de 1947, el gobierno capturó un joven opositor, Federico Apéstegui, como presunto terrorista, que lo hizo víctima y mártir de la oposición, que decía que era solo un pretexto político para la represión.
El 16 de diciembre, Figueres firma en Guatemala el Pacto del Caribe por el cual se compromete a recibir apoyo del presidente de Guatemala, Juan José Arévalo, para la revolución que prepara. Lo firman el dominicano Juan Rodríguez García, los nicaragüenses Zepeda, Rosendo Argüello, Emiliano Chamorro y Gustavo Manzanares. El presidente Arévalo haría de árbitro de este grupo. Los objetivos eran unir los esfuerzos para derrocar a Somoza en Nicaragua y a Rafael Leónidas Trujillo en Dominicana y reconstruir la República Centroamericana. Establecerían juntas de gobierno en cada país liberado para garantizar el establecimiento de gobiernos democráticos.
En diciembre de 1947, el panorama electoral está definido. El gobierno impulsa al expresidente Calderón Guardia; los comunistas van con propio candidato, sin pacto con el gobierno y la oposición con Otilio Ulate. Tal es la situación de tensión social que los comunistas desisten de su candidatura presidencial, acuerdan dar el apoyo al Dr. Calderón sin acuerdos ni pactos firmados, únicamente preocupados por las reformas sociales de 1943.
La lucha de estos años para los comunistas significaba la reacción de grupos oligárquicos, conservadores y de derecha interesados en derrumbar las reformas sociales y laborales. La acción de Figueres y la oposición así la veían. Para Figueres y la oposición el motivo de su acción era asegurar la pureza electoral, la democracia política y el espíritu republicano.
Figueres desde hacía tiempo preparaba en su finca la Lucha su contingente de hombres; de manera clandestina y silenciosa les preparaba física, moral y mentalmente para la guerra, pero también en el entrenamiento básico militar. En febrero de 1948, Figueres concentra en su finca a los hombres que combatirán a su lado en la revolución que está preparando.
El 1 de marzo el Congreso inicia la discusión del resultado de las elecciones. Este mismo día, en un incidente confuso, con fuerzas policiales del gobierno, murió en su casa el Dr. Carlos Luis Valverde Vega, diputado electo, mientras se realiza una reunión de la oposición. El levantamiento militar se había puesto en marcha.
La guerra Figueres la había planificado en todos sus detalles. Desde su exilio había adquirido y almacenado las armas. Su finca la Lucha era su bodega militar. El ambiente electoral del año 47 y 48, de violencia, terrorismo y la huelga de julio, mostró la debilidad del gobierno, definiendo la guerra.
El 1 de marzo el Congreso, dominado por diputados del gobierno y de Vanguardia Popular, anula la elección de presidente de Otilio Ulate, y mantiene el resultado de diputados donde el gobierno como los comunistas habían aumentado su número de representantes populares.
La guerra al fraude estaba declarada. «Pelear o morir» era el dilema. La finca la Lucha, que ya era un campo de entrenamiento, en los primeros días de marzo concentró una gran actividad.
La base social de la oposición en la guerra eran los sectores medios emergentes, estudiantes universitarios, los pequeños propietarios, el campesinado, algunos sectores urbanos y un sector muy importante de los intelectuales. El gobierno carecía de una base social activa. Los comunistas concentraban su fuerza principalmente en los sectores sindicales y obreros agrícolas que tenían organizados, en algunos sectores urbanos y pequeños grupos de estudiantes.
El 11 de marzo, bajo el mando de Figueres, se inicia la insurrección militar en las montañas de Dota y Tarrazú. A sus 700 hombres, de grupos irregulares de combate, los llama Ejército de Liberación Nacional, que llegó a tener 1,200 hombres, el 22 de abril, terminada la guerra.
Organizó las unidades militares en batallones, dos de ellos el Simón Bolívar y el Francisco Morazán. A esta fuerza se agregó casi un centenar de miembros de la Legión Caribe, que se veía como un ejército internacional y, aunque carecía de estructura, esperaban continuar la guerra en Centroamérica y el Caribe contra las dictaduras, luego de derrocar al gobierno de Picado. Recibieron también apoyo de Rómulo Betancourt, con quien ya tenía una estrecha relación, Ramón Grau San Martín, de Cuba, y apoyo militar del gobierno de Guatemala.
Fue una guerra rápida, de gran capacidad de movimientos por parte de los insurrectos, al estilo de una guerrilla. Los Planes Maíz, Clavel y Magnolia marcaron la estrategia de la guerra. Con ellos se tomarían las principales ciudades del país.
El 12 de marzo había caído la primera ciudad en manos de los insurgentes, San Isidro de El General, y se levantaban San Ramón y San Carlos. El Presidente Picado reconoce la debilidad del gobierno.
El 23 de marzo lanza su Primera Proclama, en Santa María de Dota. Llama a la población a integrarse a la lucha con palos, piedras, realizando actos de sabotaje y desorganizando al gobierno «usurpador», y anuncia la fundación de la Segunda República.
La Embajada americana aún no había reconocido como electo al presidente Ulate. Además, tenía un doble juego de apoyar tímidamente al gobierno y facilitar el abastecimiento de armas de la oposición insurgente.
El 1 de abril, pronuncia Figueres su Segunda Proclama, en la cual declara su guerra a la pobreza, luchar por el bienestar del mayor número, construir una patria sin miseria, y rechaza que a su movimiento se le vea como reaccionario, burgués o retrogrado.
El 7 de abril, cuando Figueres decidió tomar Cartago, marcó el viraje de la guerra, de una defensiva y de posiciones pasó a la ofensiva.
El 11 de abril había caído el puerto del Atlántico, Limón, donde recibió apoyo militar del extranjero. Al día siguiente, Cartago, a pocos kilómetros de la capital. La batalla de San José, la capital se veía sangrienta.
El gobierno se negaba a convocar y movilizar a la población. Los comunistas estaban en armas con el gobierno, pero reclamaban no recibir el apoyo suficiente y cierto sabotaje de parte de los altos oficiales y de algunas autoridades del gobierno, con el suministro de armas y parque.
Siguieron algunos combates importantes que prepararon y presionaron para impulsar nuevas conversaciones, las que pondrían fin al conflicto, que se iniciaron el 14 de abril, al amparo de algunos embajadores radicados en el país, que se reunieron en la Embajada de México, y dio origen al llamado Pacto de la Embajada de México.
La situación era difícil. Internacionalmente, acababa de producirse el asesinato de Gaitán en Colombia, con la presencia del General Marshall, de los Estados Unidos, allí. El movimiento armado en el país contribuía a crear una situación de inestabilidad alrededor del Canal de Panamá, que preocupaba a Marshall, ya que, en Costa Rica, la fuerza armada del gobierno era mayoritariamente integrada por las fuerzas comunistas.
La situación militar en el extranjero se pintaba como el intento de dominación comunista de Costa Rica y se pedía en Nueva York la colaboración para liberar de rojos al país, y se indicaba que se trataba de una invasión rusa en el continente americano para controlar el Canal.
Somoza era aliado del gobierno, y le propone al presidente Picado que se traslade con su gobierno al norte del país, solicite su colaboración para enfrentar a Figueres, lo que él haría y de paso acabaría con los comunistas, situación que no acepta el presidente Picado. Pero Somoza, preocupado por el alzamiento de Figueres, que prometía seguir luchando contra él, decide intervenir militarmente el territorio nacional, para distraer más a Figueres.
El gobierno estaba sumamente debilitado. Otilio Ulate, que no había ido a los combates, dudaba de la sinceridad de Figueres y hasta creía que había planeado asesinarlo, por lo que pidió el apoyo y la protección de los comunistas, pues tampoco confiaba en las fuerzas de gobierno. Estos lo llevaron al Palacio Arzobispal donde lo custodiaron durante la guerra.
Desde finales de marzo, se habían iniciado conversaciones entre las fuerzas beligerantes buscando una salida al conflicto, por medio de una comisión negociadora, que discretamente trabajaba, incluso buscando una presidencia transitoria de dos años en la figura del Sr. Julio César Ovares. Sectores de los distintos bandos y el jefe de la Iglesia participan en estos esfuerzos.
El 17 de abril, el presidente Picado prácticamente había capitulado. Los comunistas y figueristas logran reunirse en las montañas de Ochomogo, entre Cartago, en manos de los insurgentes, y la capital. Aquí hablan de la situación nacional.
Manuel Mora, frente al peligro de una invasión del ejército norteamericano, que había recibido órdenes de movilizarse, y de parte del ejército somocista, le propone a Figueres unirse frente al enemigo exterior. Figueres le dice que la única posibilidad es su rendición y que él garantiza las condiciones que Mora le propone, que se rubrican en lo que se conoce como el Pacto de Ochomogo, de lo cual enteran a los negociadores de la Embajada de México. Las garantías de Mora eran pocas: seguridades para sus hombres, propiedades y bienes, respeto a las garantías sociales y laborales, legalidad para las organizaciones políticas y sindicales, fortalecimiento de los seguros sociales e indemnización sin exclusiones a los partidos políticos.
El 18 de abril el presidente le entregó el gobierno al Tercer Designado a la presidencia, el Ing. Santos León Herrera, a quien le comisiona llegar a un entendimiento con las fuerzas rebeldes, y de su parte da por terminada la guerra civil.
El 19 de abril, Figueres entrega las condiciones a Vanguardia Popular, que había solicitado, indicando que no abrigaban contra ellos prejuicios ni perjuicios, y que si pudieran actuar conjuntamente lo haría para realizar los ideales más sentidos para la clase trabajadora y el pueblo costarricense.
El 20 de abril, Teodoro Picado deja el territorio nacional. Al mismo tiempo, se está fundando en Bogotá la Organización de Estados Americanos, la guardia nacional nicaragüense abandona el territorio nacional y el Dr. Calderón Guardia también sale del país.
40 días duró el enfrentamiento que no tuvo al final una solución militar. Dieciocho días duraría el gobierno de transición de Santos León Herrera, entre los que estaban, como ministros, José Figueres, Fernando Valverde, Alberto Martén, Francisco Orlich, Raúl Blanco Cervantes y Bruce Masís.
Figueres, por su parte, había logrado establecer un pacto con Ulate, con el cual se comprometía entregarle el gobierno, pero una vez que él gobernara transitoriamente durante 18 meses, prorrogables a 24, situación que Ulate no pudo evitar. El pacto lo firman el 1 de mayo, de manera que el presidente Santos León Herrera terminaría el período el 8 de mayo, que le entregaría el mando a José Figueres. Así, se preparó la entrada victoriosa de Figueres a San José y la integración provisional del nuevo gobierno. También se iniciaba una nueva situación de perseguidos políticos y de exilados.
El 24 de abril entra Figueres a San José, recibido eufóricamente.
El 27 de abril, Manuel Mora y la escritora comunista Carmen Lyra se asilan en la Embajada de México para salir hacia ese país.
El 28 de abril se celebró la nueva situación con el llamado Desfile de la Victoria, con gritería de «¡Viva Figueres!, ¡Viva la Revolución!, ¡Viva la Segunda República!»
La Revolución consolidó a Figueres como la figura política del momento, como el líder indiscutible, como jefe natural; resaltó su gran habilidad personal y política, de estricta disciplina personal, y le dio gran popularidad, prestigio personal y político. Su figura era magnética, carismática y atrayente, como su discurso, su voluntad tenaz.
Así había terminado la guerra, que produjo un saldo de unos 3,000 muertos, 99 del Ejército de Liberación Nacional, cerca de 400 del gobierno y aproximadamente 2,500 de los comunistas.
Figueres asume el 8 de mayo el poder. Encuentra un país en el cual las compañías extranjeras tienen gran poder, entre ellas la Electric Bond and Share, la American Foreign Power, la Northern Railway Company, la United Fruit Company, la Compañía Interamericana que construía la carretera internacional, empresas que controlaban electricidad, telecomunicaciones, ferrocarriles y tierras.
El país apenas se aproximaba a los 800,000 habitantes, con un Producto Nacional Bruto que rondaba los $150 millones y un per cápita anual de $188; un país para Figueres atrasado y débil, al que había que impulsar en producción y trabajo, en ciencia y tecnología, en mayor calidad de cultura, educación, de vida, en oportunidades de progreso y movilidad social, que dignificara a los hombres y mujeres, en un ambiente latinoamericanista.
Al recibir el poder, instala el gobierno estableciendo una Junta Fundadora de la Segunda República presidida por él. Las metas que le propuso a la Junta fueron restablecer la moral, introducir la técnica en la administración pública y eliminar la politiquería impopular, el progreso social sin comunismo y lograr mayor conciencia con los otros pueblos del mundo, especialmente de América. Para él, después de la guerra, seguía la batalla por la paz. Para Figueres las armas habían dado la victoria, pero las leyes serían la que lograrían la libertad.
El nuevo gobierno tenía la inmensa responsabilidad de educar al pueblo en los problemas nacionales. Aquí, se manifiesta Figueres como el educador político, que en mucho fue.
Figueres tenía las posibilidades de desarrollar su proyecto político, con sus hombres. Dejó sin efecto la Constitución Política de 1871, deja sin funcionamiento el Poder Legislativo y la Corte Suprema de Justicia. Decide gobernar por medio de Decretos Leyes, mezclando las funciones ejecutivas, legislativas, atribuyéndose todo el poder institucional, porque también asumió funciones judiciales. Se reservó la facultad de decretar las reformas constitucionales, códigos y leyes que fueren pertinentes.
En los días siguientes inició actos que fueron violando e incumpliendo los compromisos contraídos en Ochomogo y la Embajada de México. También empezó a separarse políticamente de Ulate, a quien criticaba y consideraba débil.
Conjugaba medidas y acciones represivas con leyes trascendentes. El 11 de mayo estableció la intervención de bienes, congelamiento de bienes y suspensión de operaciones económicas de los caídos, remoción de los empleados públicos sin derecho a preaviso y cesantía, reorganizó la Corte declarando interinos a todos sus funcionarios e integró las Salas con elementos afines a la Junta.
El 19 de mayo creó los Tribunales de Sanciones Inmediatas, semejantes al de Nuremberg, para perseguir y castigar a los funcionarios de los últimos dos gobiernos, que fueron los principales instrumentos jurídico-políticos de la represión. Este mismo día, creó un Tribunal de Ética de Funcionarios y Empleados de la Enseñanza, que limpió el sistema educativo de maestros y educadores que habían realizado actos incompatibles con la función de directores de la juventud.
El 25 de mayo fijó reparaciones de guerra solo en favor de las víctimas de los partidos únicamente triunfantes.
El 2 de junio creó el Tribunal de Probidad y la Oficina de la Propiedad Intervenida, para administrar los bienes confiscados, y crea la Procuraduría General de la República.
Estos Tribunales obligaban a probar la inocencia y llenaron las cárceles de ciudadanos. Eran la representación de un gobierno que había suspendido los derechos constitucionales, que se amparaba en la represión. Significaban un Estado policiaco. También cerró el periódico La Tribuna, aduciendo que sus dueños habían dejado el país.
El 21 de junio, Figueres nacionaliza la banca particular y expropia a los accionistas, una de las reformas más importantes. Le inspiraba haber tenido como experiencia el papel de la banca en 1936, de la cual él se había beneficiado con las políticas crediticias. Entendía que era un instrumento de desarrollo la canalización del crédito público. Pero, además sabía, por la huelga de Brazos Caídos el poder que significaba la banca en manos del sector privado si se utilizaba para desestabilizar.
El 21 de junio crea la Oficina del Café, producto que le preocupaba como recurso de exportación nacional.
Con la nacionalización bancaria impulsó un impuesto, «una contribución forzosa» al capital mayor de ¢50,000 colones, que hería poderosos intereses.
El 22 de junio declaró resuelto el Pacto de la Embajada de México, que ya había sido desconocida por su acción gubernamental. El 16 de julio otorga amplia y general Amnistía a favor de los vencedores de la guerra.
El 17 de julio desconoció el Pacto de Ochomogo y declaró fuera de la ley al Partido Comunista de Costa Rica, al Partido Vanguardia Popular y cualquier denominación que adquiriera en el futuro. Un mes más tarde el Ministro de Trabajo de la Junta, Benjamín Núñez, disolvía la Confederación de Trabajadores de Costa Rica.
Estas dos medidas, tomadas por la Junta, según Benjamín Núñez, tuvieron la oposición en el seno de la Junta de Figueres, Orlich y de él. También la Junta suspendió las relaciones diplomáticas que el Gobierno de Calderón había establecido con la Unión Soviética.
El 27 de julio establece la jurisdicción nacional sobre las 200 millas marítimas. El 6 de agosto nombra a Harold Bonilla en la Junta Interamericana de Defensa, en Washington.
El 7 de septiembre ratifica la incorporación de Costa Rica a la Organización de los Estados Americanos (OEA), y el 14 de septiembre transforma el Tribunal Electoral en el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Este mes, visitó el país el presidente de Cuba, Carlos Prío Socarrás, que analizó con Figueres su intención de continuar la lucha contra Somoza.
También trajo al país al General Alberto Bayo, un español republicano, para que ayudara en la preparación de las fuerzas antidictaduras que se impulsarían con su apoyo. El amparo que le daba a la Legión Caribe le causaba problemas con algunos de sus militares cercanos, para quienes eran peligrosos mercenarios y una amenaza a la paz interna.
El 25 de noviembre ratifica la incorporación de Costa Rica en la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El 1 de diciembre, Figueres disuelve el ejército como institución permanente. En su lugar constituye una guardia civil poderosa en su estructura y funciones. Simbólicamente, en el Cuartel Bella Vista tomó está medida y derribó a mazazos una de las almenas del edificio y decidió entregarlo a la educación y la cultura, de manera que se estableciera en él un museo indigenista y nacional. Figueres creía que los ejércitos eran innecesarios en el desarrollo económico social y que los gastos que a él se destinaban mejor se podrían utilizar en otros aspectos del desarrollo nacional.
Por otra parte, estaba consciente de que la presencia de las bases militares norteamericanas en el Canal de Panamá eran un soporte de seguridad continental, para lo cual el ejército era innecesario. También conocía que la estructura del ejército nacional era débil y la guerra se lo había demostrado. Igualmente, consideraba que sin ejército no constituíamos una amenaza para nadie, ni podíamos agredir a nadie, ni justificábamos agresiones. Para él la seguridad del país dependería más del consenso social y la vivencia democrática de los habitantes y de arraigo de las institucionales nacionales.
Esta medida lo enfrentó también a algunos de sus militares que sí creían en la preservación de la institucionalidad del ejército.
Del mismo modo disolvió poco a poco el ejército que con él había combatido. En la práctica, había disuelto dos ejércitos. En su lugar, se proponía impulsar fuerzas del orden de carácter civil y policial.
El 8 de diciembre se llevan a cabo las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, que había sido anunciadas en septiembre. El resultado de las elecciones fue una derrota profunda electoral y política al movimiento que simbolizaba y tenía Figueres. Las elecciones habían significado una ruptura con Ulate que no tomaba en cuenta en sus candidatos a los miembros del Ejército de Liberación Nacional. Consideraba Figueres que trataban de eliminarlo de la lucha política. Pero, también fue una prueba de fuego para el gobernante todopoderoso. Solo pudo elegir cuatro diputados. El resto de los constituyentes fueron electos del ulatismo y del calderonismo y otros sectores tradicionales que habían logrado colar sus candidatos. Figueres, aunque molesto, respetó el resultado electoral con todo lo que ello significaba. Había reivindicado la decencia cívica, la honestidad administrativa, la reconstrucción del país, la necesidad de una nueva Constitución, el respeto al sufragio y la pureza electoral. Estaba a prueba.
Los últimos meses de gobierno se dedicó a explicar semana a semana, en nueve conferencias, la labor realizada. La Junta fue materializar la utopía de sus pensamientos.
En los primeros días de diciembre le toca enfrentar un intento de invasión, organizado desde Nicaragua, por Calderón Guardia. Los comunistas no estaban de acuerdo en el intento revolucionario de Calderón. Figueres acusa el movimiento de contrarrevolucionario, lo enfrenta y rechaza. Impulsa la organización de milicias populares para resistirlo e invocó la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en su ayuda. Las fuerzas invasoras fueron derrotadas y desistieron de su intento. Figueres acentuó su discurso contra Calderón y contra la dictadura de Somoza, que le había dado apoyo.
La invasión le dio el pretexto de reprimir más a los comunistas. Con este motivo, se produjo el asesinato del Codo del Diablo, por el cual varios dirigentes comunistas detenidos en cárcel de Limón fueron trasladados a San José, y en un recodo del Río Reventazón, llamado Codo del Diablo, los asesinaron, como una advertencia de que, si participaban en la invasión, les harían correr igual suerte.
El 15 de diciembre, la Junta declaró traidor a la patria al Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia. El 7 de noviembre de 1949, se ratifica esa declaración.
El 16 de diciembre, Otilio Ulate fue incorporado a la Junta de Gobierno, por la actitud patriótica que tuvo de oposición a la invasión y de apoyo a la Junta.
El 24 de diciembre, Costa Rica fue condenada en la Organización de Estados Americanos por el apoyo moral y material que le daba a la Legión del Caribe.
El 12 de enero, dispensó la Junta los requisitos de graduación de secundaria y autorizó la extensión de títulos de Bachiller sin previo examen.
El 19 de enero de 1949, se instala la Asamblea Nacional Constituyente. En el discurso de apertura de la Asamblea enfatiza en los principios y objetivos que impulsaron la Segunda República. Señaló la conveniencia de la planificación nacional, política y económica. Habló de reconocer el voto de la mujer y de la necesidad del intervencionismo estatal en aspectos estratégicos del desarrollo nacional. Mostró también sus sentimientos latinoamericanistas.
Propuso un proyecto de Constitución, que la Asamblea le rechaza. Nueva prueba de fuego, porque sentía que los sectores que habían sido derrotados en la revolución resurgían en la Constituyente y le impedían materializar su proyecto político institucional. Resiente este rechazo, pero tenía la capacidad para convertir el revés en victoria, que era continuar con sus políticas reformistas.
La Asamblea Nacional Constituyente lleva a cabo su trabajo sobre la vieja Constitución de 1871. Los diputados socialdemócratas, especialmente Rodrigo Facio, llevan a cabo una gran labor siendo una minoría.
El 15 de enero de 1949, la Junta de Gobierno le solicita a la Asamblea Nacional Constituyente ampliar su plazo de gobierno hasta el ocho de mayo de 1950, lo que se aprueba el 24 de marzo.
El 16 de enero, la Asamblea convalidó la elección del presidente Ulate, declarando inexistente y sin ningún valor ni efecto la nulidad de la elección presidencial de 1948.
El 21 de febrero, Costa Rica y Nicaragua se comprometieron a prevenir la repetición de los hechos militares que se habían vivido.
El 11 de marzo, la Asamblea también reconoció las potestades legislativas de la Junta.
El 8 de abril de 1949, la Junta crea el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). Había tomado la decisión de nacionalizar los recursos hidro energéticos de la nación.
De la misma manera que la banca, consideraba Figueres la importancia de poder dirigir estatalmente la política hidro energética. La electricidad era para el desarrollo nacional algo similar al sistema nervioso para el cuerpo humano. Sin electricidad, consideraba, no hay desarrollo. La electricidad de casi 70 años en el país y en manos privadas, junto con los teléfonos, no llegaba a abarcar el 3% del territorio nacional.
La Junta sufrió otra prueba de fuego en abril. El alzamiento de su jefe de seguridad, Edgar Cardona, que intentó acabar con las reformas que se venían aprobando, que afectaban los grandes intereses de los ricos, aunque lo hacía en nombre de darle el gobierno a Ulate. Consideraba también Cardona que Figueres no quería restaurar democracia sino acabar con los gobiernos centroamericanos. Incluso se enfrentó a la propia compañía bananera, para lo cual Figueres estimuló una huelga, para poderla someter y obligarla al pago de impuestos.
Otras disposiciones de la Junta fueron: el 11 de octubre, incorporar a Costa Rica en la UNESCO, el 2 de noviembre decretar el Estatuto del Servicio Civil; el 4, derogar la disposición legal de 1934 que discriminaba ciudadanos negros, que permanecía en la ley migratoria de 1941.
Intentó la Junta, sin éxito, impulsar un nuevo Código de Trabajo, cambiar el Himno Nacional, su música y su letra, y la bandera. A su término, tampoco presentó una memoria de Hacienda, sobre el manejo de gastos ni tampoco de financiamiento de su Revolución. También trató de influir en el Vaticano para cambiar al jefe de la Iglesia, Mns. Sanabria.
Según él, su gobierno permitió ordenar el ambiente provocado por la guerra, establecer la normalidad constitucional y acabar con la corrupción de los ocho años anteriores.
El 7 de noviembre termina su la labor y se disuelve la Asamblea Nacional Constituyente, y promulga la Constitución Política.
La Constitución había recogido las reformas sociales de 1943 y las había ampliado, estableció el Servicio Civil para apartar la política y la politiquería del nombramiento de los empleados públicos, estableció la Contraloría General de la República, reconoció el derecho de voto de la mujer, estableció las vicepresidencias de la República de elección popular, abolía el ejército, entre otros principios.
El 8 de noviembre, Figueres entrega el gobierno al primer presidente constitucional de la Segunda República, Otilio Ulate Blanco, para el período 1949-1953. Otra prueba de fuego: no haberse quedado en el poder y entregarlo a quien en su nombre había hecho la revolución.
Al terminar la Junta, el presidente Truman había impulsado su plan militar en América Latina, de fortalecimiento de las bases militares del Canal y su política de seguridad nacional ampliada a toda la región.
En el campo económico, Truman impulsaba el Plan Clayton, similar al Marshall europeo, con la intención de contribuir en algunas áreas de desarrollo con miras a neutralizar la acción política y revolucionaria del campesinado latinoamericano, sobre todo porque se iniciaban procesos revolucionarios democráticos en Bolivia, en Guatemala y el de Costa Rica, que algunos sectores de Estados Unidos acusaban de socialistas y comunistas, y de reformas improvisadas.
También iniciaba importante labor la Comisión Económica de la América Latina de la ONU, recién establecida y que será un soporte determinante de las nuevas corrientes del pensamiento económico de la región. Sus tesis influirán en los conceptos desarrollistas, que coincidirán con políticas y planteamientos que Figueres elaborará luego.
Para Figueres al término de su gestión había restaurado la confianza de los costarricenses, aunque hubiera gobernado como un dictador con todos los poderes y emitiendo leyes por Decreto.
Figueres inicia un período muy rico de activismo político regional y continental, de expresar mejor su pensamiento político, sus ideas y proyectos. Participa en cuanto evento le inviten. Se reúne con los pensadores y activistas revolucionarios de carácter social-democrático latinoamericanos. También se propone proyectos políticos locales de participación partidaria permanente.
Del 12 al 14 de mayo de 1950, Figueres asiste a la Conferencia de La Habana Pro-Democracia y Libertad, que reúne a los partidos populares de la socialdemocracia latinoamericana, actividad que se hacía con el apoyo del gobierno de Prío Socarrás, de Cuba. Allí asistieron Eduardo Frei, de Chile, German Arciniegas, de Colombia, Luis Alberto Sánchez, de Perú, Eduardo Rodríguez, de Uruguay, José Figueres y Vicente Saénz, de Costa Rica, Ramón Villeda Morales, de Honduras, Raúl Roa, de Cuba, Juan Bosh, de Dominicana, Guillermo Toriello, de Guatemala, Rómulo Betancourt, Eloy Blanco y Raúl Leoni, de Venezuela, otras personalidades y políticos. De aquí en adelante va a fortalecer más su relación con Betancourt.
Aquí, Figueres destaca en su intervención el papel de la educación en el largo plazo como la misión más reproductiva de los pueblos y se refirió a la Patria Grande, exaltando sentimientos latinoamericanistas y centroamericanistas. Criticó las desiguales relaciones con América Latina.
La reunión se pronunció por la necesidad de acabar con las dictaduras, mejorar el nivel de vida de los pueblos, desarrollar programas para los pueblos, fortalecer los derechos políticos y condena el comunismo, el falangismo, el nazismo, y aboga por la democracia. También resolvieron coordinar acciones de los sectores democráticos y social democráticos de América Latina en sus esfuerzos por causas comunes.
De aquí resultó la Junta Americana de Defensa de la Democracia, con sede en Montevideo, con apoyo de Emilio Frugoni, del Partido Socialista del Uruguay. El Comité Ejecutivo lo presidió Betancourt. Junto con los que participaron en La Habana, se integraron Salvador Allende, de Chile, Manuel Galich, de Guatemala, Luis Beltrán Prieto, Mariano Picón Salas y Carlos Andrés Pérez de Venezuela.
Para Figueres la lucha contra las dictaduras continuaba. Allí estaban Somoza, Trujillo, Laureano Gómez, en Venezuela, Perón, en Argentina y Odría en Perú. Para él había una internacional de las espadas que recibía apoyo de los Estados Unidos, a las cuales había que enfrentar con la internacional de las democracias.
En septiembre, Figueres viaja a Israel y de regreso se reúne en Ginebra, Suiza, con Luis Alberto Monge Álvarez, Francisco Orlich y Daniel Oduber y deciden fundar el Partido Liberación Nacional.
En diciembre, Figueres vuelve a La Habana, representando a Costa Rica en la Conferencia de la UNESCO.
Su figura postrevolucionaria adquiría cada día más dimensión e interés. La publicidad y las relaciones públicas que desarrolló con el New York Times lo introdujeron en la sociedad norteamericana, aunque otros sectores alrededor del Washington Post y el Wall Street Journal lo consideraban un ídolo con pies de barro.
El 3 de mayo de 1951, Figueres recibe en Nueva York un homenaje de la Asociación Internacional Pro-Democracia y Libertad. En julio, expuso su tesis sobre «Precios justos para el desarrollo», en la Tercera Conferencia Anual sobre América Latina de la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos. Habló de un plan de independencia económica basada en precios justos para el café y materias primas de exportación. Su conferencia fue sobre las instituciones económicas que nos convienen.
Su vínculo con el exilio caribeño lo asociaba con actos conspirativos contra los presidentes Carlos Delgado Chalbaud, de Venezuela, Trujillo de Dominicana, Juan Domingo Perón, de Argentina, Somoza de Nicaragua, Manuel Odría, en Perú, así como también con varios atentados que se decía le hacían al Dr. Calderón Guardia en México.
El gobierno republicano español, en el exilio, le condecora, por solicitud del General José Asensio, ministro de Guerra de la República Española.
El 12 de octubre, en la finca «La Paz» de San Ramón, su ciudad natal, Provincia de Alajuela, funda el Partido Liberación Nacional, como un partido permanente, ideológico, con personas que venían del Acción Demócrata, el Centro de Estudios para los Problemas Nacionales, el Partido Social Demócrata, algunos seguidores del partido Confraternidad Guanacasteca y de la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum.
El partido asumía las banderas de la socialdemocracia. Lo habían constituido, según ellos en sentido europeo, sin que se hiciera alrededor de una candidatura y de elecciones ocasionales. Su bandera sería el color verde, blanco y verde en tres franjas horizontales. Su propósito crear una estructura organizativa con capacidad de generar liderazgos permanentes, vinculados a los sectores productivos y sociales que le habían dado origen, las clases medias, intelectuales y profesionales en íntimo contacto con el pueblo.
Se definía el partido en lucha contra el totalitarismo; considera al hombre no un medio sino un fin; luchaban por la dignidad, la libertad, la propiedad con función social, porque no hubiera medios de producción ni propiedad inactivos, por una planificación democrática nacional; exaltaban el trabajo, sin degradarlo ni menoscabarlo, ni reducirlo a simple mercancías y hacían un planteamiento energético de desarrollo de largo plazo.
Consideraba que el partido sería un instrumento de organización y movilización, pero también de reflexión de los problemas nacionales, con capacidad de trazar el camino del progreso y un porvenir mejor.
En 1952 se divorcia de Henrietta Boggs. El 15 de febrero, el College de Winter Park, Florida, Estados Unidos, le otorga el Doctorado Honoris Causa en Derecho, y viniendo hacia Costa Rica fue detenido en La Habana.
El 8 de marzo, Figueres anuncia en Cartago su candidatura a la presidencia de la República, por el Partido Liberación Nacional (PLN).
En abril habla en el Instituto de Asuntos Internacionales sobre las inversiones de capital norteamericano y las invasiones extranjeras. Destaca que la propiedad extranjera debe concentrarse en un sector de la economía.
El 1 de julio, Figueres, en su condición de candidato del PLN propone a la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Consejo Económico y Social de la Asamblea General de las Naciones Unidas la creación de una reserva mundial de alimentos, a modo de un Banco Mundial de Alimentos. Señala la necesidad de enfrentar la escasez de alimentos, de estabilizar los precios internacionales de comidas y materias primas, de regular los excedentes y de levantar la producción para darle seguridad al mercado y fortalecer los mercados regionales. En adelante luchará permanentemente por procurar precios justos para los productos de los pueblos y países latinoamericanos.
Va a ser partidario del integracionismo hemisférico, respetando a los pueblos e individuos. Su visión integracionista debía ser sin hegemonismos ni dominios de países. La base de la integración debía ser la unión de los recursos económicos, la educación y una plataforma de fines comunes. La integración era una bandera de solidaridad en la lucha por la libertad, la democracia y el bienestar social.
Así, empezaba a perfilarse como uno de los pensadores que luego formarán parte de la izquierda democrática y nacionalista latinoamericana.
Figueres es elegido presidente de la República por 123,444 votos. Su opositor, Fernando Castro, obtiene 67,324 votos.
En esta elección, por primera vez en votaciones nacionales emiten el sufragio las mujeres de Costa Rica. En sus papeletas de diputados por primera vez también incluye candidatos negros. Centró su lucha electoral en la justicia social, la redención y la lucha contra la pobreza y perfila el tipo de democracia que él deseaba y ya había iniciado.
Su victoria en Estados Unidos la señalan como un triunfo de los socialistas y lo ven de enemigo de las inversiones norteamericanas. Otros lo veían como un Pancho Villa, pero en su aspecto de bandido.
El 8 de noviembre asume la presidencia de la República para el período 1953-1958. Las tesis de la CEPAL le inspiran. Fortalece sus sentimientos de impulsar la internacional de las democracias contra la de las espadas.
En 1954, lleva a cabo su segundo matrimonio con Karen Olsen Beck, de origen danés, nacionalizada norteamericana, con quien tiene cuatro hijos más, José María, Michael Mariano, Karen Cristina y Kirsten.
Para Figueres había dos frentes de combate: la batalla moral y cívica y el mejoramiento económico y social. A partir de este momento se inician sus reconocimientos internacionales, y sus luchas por la democracia continental.
El 1 de enero de 1956, Figueres publica el libro Cartas a un Ciudadano, escrito en la «Lucha sin fin». Aquí, sostiene que es importante conocer su pensamiento para valorar sus actuaciones. Enfatiza su tesis de que con cultura se puede hacer pueblos fuertes, capaces y responsables.
Era un libro intimista, del educador, del político, del pensador, del filósofo político, y del soñador utopista que también era. Sigue siendo un libro oportuno sobre temas nacionales que continúan vigentes según se quieran apreciar: cómo administrar y gobernar el país; sobre derecho electoral y vía democrática para el país, sobre la reforma social, laboral y económica, sobre el desarrollo capitalista nacional, y temas no menos álgidos como impuestos, salarios, viajes y autos de los funcionarios públicos.
De su primera administración constitucional dejó la Ley fundamental de Educación, la que consideró la gran reforma educativa después de la de don Mauro Fernández en el siglo XIX.
Fuera del gobierno, en 1958, intensifica su activismo político, como destacado dirigente de su partido fortaleciendo sus relaciones continentales.
En 1958, junto con Rómulo Betancourt, Víctor Raúl Haya de la Torre, Eduardo Santos y Norman Thomas, inician la publicación Combate, de la izquierda democrática continental, cuyo director es Luis Alberto Monge, como una trinchera de ideas y de pensamiento al servicio de la democracia, la justicia, de lucha por la libertad y la dignidad humana, y un instrumento de pedagogía política y de formación ciudadana.
El 15 de noviembre de 1958, en una conferencia de partidos populares de la Social Democracia Latinoamericana convocada en la «Lucha sin fin», crea el Instituto Internacional de Educación Política. El 3 de octubre de 1960 impulsa el Instituto de la Social Democracia Latinoamericana, en San Isidro de Coronado, para contrarrestar a la internacional de las espadas, formando los cuadros democráticos que la internacional de las democracias necesitaba.
Más tarde, Figueres inaugura, en la Catalina, en Barva de Heredia, el Centro de Estudios Democrático de América Latina (CEDAL), proyecto conjunto del Partido Liberación Nacional y el Partido Social Demócrata de la República Federal de Alemania a través de la Fundación Friedrich Ebert, que va a tener una proyección mucho más fuerte en la socialdemocracia latinoamericana y costarricense en los años siguientes.
Se había convertido en un líder continental de la socialdemocracia, ya líder también de su propio Partido Liberación Nacional que había fundado el 12 de octubre de 1951.
En su segundo gobierno constitucional, 1970-1974, publica su libro La pobreza de las naciones, su nuevo y vigoroso ensayo, que recibe el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría, donde aborda, con visión internacional, las relaciones de países, los temas de la cuestión social, económica, aspectos de mercados, producción e intercambios comerciales, siempre con la preocupación de «hacia dónde debemos encauzar la educación del hombre, qué clase de ser y qué clase de sociedad humana queremos producir».
En este gobierno impulsa la educación superior creando el Instituto Tecnológico de Costa Rica, desarrolla el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes, reforma la Constitución Política para establecer la ciudadanía a los 18 años, se inicia la derogatoria del Párrafo Segundo del Art. 98 de la Constitución Política, para restaurar la democracia electoral más plena, establece relaciones con la Unión Soviética y otros países socialistas, impulsa la Naviera Multinacional del Caribe, la Unión de Países Exportadores de Banano, el Sistema Económico Latinoamericano, la Asociación Bananera Nacional, decreta la nacionalización de la Northern Railway Company, crea el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y la Corporación Costarricense de Desarrollo Sociedad Anónima, la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), el Instituto de Fomento Cooperativo, la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas, la Refinería Costarricense de Petróleo, el Instituto Nacional sobre Alcoholismo y muchas obras más.
Al terminar su gobierno, dispone de tiempo para escribir y pensar en nuevas temáticas, mostrando su capacidad narrativa. Así publica «Cubaces tiernos en abril», cuento que es llevado al cine y la televisión, luego, «Así nacen las palabras y los cuentos» y «Franjas de luz: arboricultura en el paralelo 10», y en 1987 se publica su obra, hecha a dos manos, con el Presbítero Benjamín Núñez Vargas, El espíritu del 48, que recoge de nueva manera su visión sobre los sucesos ocurridos entre 1940 y 1948, y para hacer un llamado a quienes consideraba que habían traicionado y «siguen traicionando» ese espíritu del 48, pidiendo que los que participaron en aquellos acontecimientos escriban lo propio.
La obra político-intelectual de José Figueres no se reduce a estos textos. Sus escritos de prensa, de artículos, sus intervenciones, muchas de ellas polémicas, sus discursos debidamente impresos, y recogidos por la prensa, sus debates, sus informes presidenciales a la Asamblea Legislativa, quedan pendientes de reunirse en un esfuerzo de una obra completa, de este gran pensador político, filósofo político del quehacer político nacional, y de este gran costarricense, que merecidamente fue reconocido como el personaje más importante del siglo XX.
Su fallecimiento, el 8 junio de 1990, provocó las honras fúnebres más grandes que a algún costarricense se le hayan tributado en el país, recogiendo en ese homenaje el respeto, el cariño, la admiración y el agradecimiento que le tributó el pueblo, sin banderías políticas, como un solo cuerpo, en esos días.