Sin duda, el año 2020 ha sido uno de los más difíciles que hemos vivido a nivel mundial en la historia moderna. Definitivamente, la actual pandemia vino a cambiarnos la vida.
Sin importar la edad, raza, religión, nacionalidad o condición económica que tengamos, todos nos hemos visto afectados de una forma u otra por la pandemia; todos tuvimos que darnos cuenta de golpe de lo frágiles que somos y de que la vida puede cambiar de un día para otro. Ni siquiera las naciones consideradas como las más poderosas pudieron librarse de los problemas de salud y económicos que la COVID-19 ha traído consigo; secuelas a corto, mediano y largo plazo. Esto asusta a cualquiera.
En estos momentos todos quisiéramos tener respuestas certeras que nos dejen un poco más tranquilos. ¿Cuándo terminará esta situación? ¿Cuándo acabará este confinamiento? ¿La vida volverá a ser igual a la de antes? ¿La vacuna en verdad acabará con esta pandemia? Estas y otras preguntas rondan por nuestra cabeza seguramente más de una vez al día. Desafortunadamente, por ahora, es imposible tener respuestas que nos ayuden a relajarnos un poco.
Al inicio de esta situación, muchos estábamos incrédulos ante lo que estaba pasando; pensábamos que sería algo que duraría poco tiempo y que a nosotros no nos tocaría. Pero fue pasando el tiempo y la propagación del virus se volvió una pandemia, la cual crecía rápido, así como la catástrofe que dejaba a su paso. Ha llegado el momento en que casi todos conocemos a alguien cercano que se ha contagiado o, peor aún, que ha perdido la vida. Esta situación nos orilló a encerrarnos en casa; el confinamiento cambió nuestra rutina, cambió nuestras relaciones: dejamos de ver a la familia, a los amigos, dejamos de reunirnos, dejamos nuestros paseos, llegó el aburrimiento además de muchos otros cambios. La situación económica se volvió más difícil, muchos perdieron sus empleos, sus negocios; su fuente de ingresos ahora es limitada.
Por ello, es de esperarse que esta situación cause un impacto psicológico en nosotros. Nos encontramos en un sube y baja emocional. Los problemas de sueño, el aumento de adicciones, los problemas de ansiedad y la depresión han crecido de forma exponencial a nivel mundial. Es normal que nos sintamos abatidos ante estos cambios negativos que estamos viviendo. Estamos ante una difícil situación y más aún para las personas que viven el confinamiento en soledad.
Entre más pasa el tiempo, crece el hartazgo moral y emocional que tenemos todos. Sin contar que la incertidumbre es nuestra acompañante habitual en estos días. Sin embargo, debemos aceptar que nuestra vida cambió y debemos adaptarnos a ello.
Para todos ha sido una situación difícil, incluidos los niños. Así que, es importante crear dinámicas familiares que nos permitan crear nuevas rutinas para estudiar, trabajar, hacer las labores del hogar, pero es muy importante que incluyan momentos de ocio. Afortunadamente la tecnología actualmente nos permite disfrutar de muchas actividades placenteras de manera virtual, como disfrutar del teatro, de conciertos, de museos, etc. Nos permite socializar a la distancia por medio de videollamadas para ver a la familia y a los amigos. Si contamos con la oportunidad y el privilegio de hacerlo, usemos estos recursos a nuestro favor para mantener nuestra salud mental y emocional en lo posible.
Evitemos saturarnos de información, ya que esto contribuye en generar una sensación de alarma permanente. Tratemos de ver este confinamiento como una oportunidad de estar a salvo y no como una perdida de libertad.
Esta situación nos ha enseñado a poner en perspectiva y valorar lo que verdaderamente importa y que antes dábamos por hecho, como la salud, la familia, los amigos, el tener un hogar, la naturaleza, etc. Esta pandemia nos ha obligado a replantear nuestra visión sobre la vida. Nos obliga a ser resilientes y más fuertes, pero también nos enseña a que debemos a hacer cambios que nos ayuden a ser mejores personas.