Desde mis años en Suecia y, posteriormente, en Mozambique, soñaba con el día en que iniciara el rodaje de mi tan anhelado proyecto cinematográfico titulado, Horcón, al sur de ninguna parte. Pero tenía muy claro que debía darse una condición fundamental y compleja: el fin de la dictadura de Pinochet. En espera de ese histórico momento fue que decidimos dejar Suecia y partir rumbo a Mozambique; excolonia donde mis antepasados portugueses habían escrito una oscura y triste historia de comercio de esclavos. Nunca imaginé que serían siete años tan enriquecedores, productivos y maravillosos.
Mientras la espera se hacía esperar, me dediqué a pintar escenas o, mejor dicho, a reflejar situaciones del futuro filme, que luego me ayudarían a escribir el guion. Otra razón que me forzaba a filmar en Chile era que la locación natural para el rodaje debía ser la caleta de Horcón, al norte de Valparaíso.
Como documentalista, deseaba trabajar en el lugar mismo de los hechos. Y esos hechos se inician desde cuando los cuatro hermanos Gonçalves éramos muy pequeños, pues nuestros padres habían decretado que siempre íbamos a veranear en esa idílica, extraña y atípica caleta de pescadores.
Fue así como, año tras año y hasta ya pasadas mis veinte primaveras, partíamos junto a familiares y a un grupo de amigos del barrio de Quinta Normal. Montábamos un verdadero campamento gitano en la playa larga, bajo la sombra de enormes pinos. Horcón de los años sesenta y setenta, era un lugar muy extraño para esos tiempos. Probablemente, era el espacio más libre, más hippie, más tolerante, donde reinaba la diversidad sexual como en ningún otro sitio de nuestro conservador país. La colonia gay de la época disfrutaba sin límites, sin discriminación, con total desenfreno, los pescadores los acogían con entusiasmo y muchos con gran dedicación.
Horcón y ese mundo tan heterogéneo, me parecía una metáfora del sueño de sociedad que prometía Allende.
Ya de regreso en Chile, y a modo de ir creando condiciones para realizar mi proyecto cinematográfico, comencé a exponer las pinturas. El periplo se inició en el Instituto Goethe de Santiago, luego fue el Festival de Cine de Valdivia y Viña del Mar. También, tuve la oportunidad de exponer en el Cine La Rampa, de La Habana, Cuba, y, finalmente, en el Instituto Cervantes de Chicago, EE. UU.
Corría el año 1993, cuando mi amigo de infancia horconina, el Negro José, pescador de la caleta y personaje protagónico del futuro largometraje, me llamó para contarme que había varado un barco en el puerto de Ventanas. Yo aún no tenía guion y menos atisbo de cuándo podría iniciar el rodaje del filme. Pensé que al menos debía grabar el barco encallado, ya que en mi idea de guion un barco encallado representaba el sueño frustrado de Allende. Viajé a Ventanas, me reuní con el Negro, y grabamos algunas escenas donde el Negro José contempla el barco encallado castigado sin piedad por el oleaje, con un telón de fondo contaminado por las chimeneas de la fundición y refinería de Ventanas.
El cuadro frente a nuestros ojos era una obra brutal del desastre ecológico allí presente. De pronto, el Negro José me indica que el tipo que está saliendo, en ese momento, de un restaurante era el alcalde de Ventanas. Lo abordé para comentarle sobre mi proyecto. Mi preocupación era que el barco debía estar allí hasta yo poder filmar. Ofrecí que, a costo de la «producción» del filme, podíamos transformar el barco en un paseo, poniendo un puente hasta su proa y transformar la cubierta, como si se tratara del Titanic, para la gente de ese popular balneario. Nada de eso ocurrió, el largometraje tuvo que esperar varios años para ver la luz. El barco finalmente fue desguazado. Solo quedaron mis pinturas.
Años después, revisando esas imágenes, se me ocurrió realizar el videoarte Zapping Birthday to You, sobre el desastre ecológico en la bahía de Quintero y el peligro inminente que aquello representaba para la caleta artesanal de Horcón.
Este videoarte es una versión más actual de, Mozambique, imágenes de un retrato, en el cual la radio, único medio de comunicación masivo, ocupa un rol preponderante en la comunicación del mensaje del filme, mientras que, en este nuevo video, ese rol lo resuelve la televisión. El protagonista, mientras contempla el barco, sufre un bombardeo de miles de imágenes, como un desenfrenado zapping mental.
Al iniciar la producción de este nuevo video, pensé de inmediato que era el momento de usar unas dramáticas imágenes que deseché en el filme, As Crianças de lhanguene, en Mozambique. Todo comienza un día de 1989, en Maputo, capital de Mozambique, cuando en el periódico Noticias leo un titular que dice, textual, que en el cruce de las avenidas Kim Il Sung y Mao Tse Tung chocó un camión y volaron cuerpos por el aire. La nota periodística no entregaba ningún otro detalle relacionado con aquellos cuerpos que volaron.
Ese hecho rondaba siempre en mi mente. Al poco tiempo, con mi socio Haroon Patel, iniciamos la producción del documental, As Crianças de Lhanguene. Mozambique sufría una espantosa guerra civil, incitada por el régimen de apartheid sudafricano. UNICEF describía la tragedia diciendo que era como si cada día cayera un avión jumbo repleto de niños.
Los informes internacionales hablaban de miles de muertos diarios, por causa directa de la guerra. Los cementerios no se daban abasto; eran muchos los campesinos que, huyendo de la guerra en sus zonas, emigraban a la capital en busca de protección, muchos de ellos morían sin que nadie los reclamara. Finalmente, pudimos saber que aquellos cuerpos que volaron en aquel choque eran esas víctimas, siendo transportadas desde el Hospital Central de Maputo, rumbo al cementerio.
Yo tenía una cierta amistad con el administrador del cementerio de Lhanguene, porque esta locación la había usado en otros de mis filmes. Quien administraba el camposanto era poeta; nuestras conversaciones no tenían solo como protagonistas a sus residentes, y puedo recordar sus interesadas preguntas sobre Neruda y Mistral.
Yo sabía que contaba con su venia para filmar; el conflicto mayor era saber cuándo y en qué momento saldría un nuevo camión desde el hospital rumbo al cementerio. Pero la brillante idea surgió, y no era otra que aprovechar que el primo de mi socio, Haroon Patel, era médico en aquel hospital. Mi socio llamó al departamento de transporte del municipio, haciéndose pasar por su primo, solicitando el inmediato envío del camión.
En Mozambique, al momento de la independencia, en 1975, eran muy pocos los profesionales negros, pues, mayoritariamente, las funciones importantes fueron ocupadas por descendientes portugueses. El nuevo gobierno tuvo que recurrir a repatriar a jóvenes de Frelimo (partido gobernante), quienes aún estudiaban en diversas universidades europeas, para hacerse cargo de ministerios, subsecretarías y empresas estratégicas que el estado asumió luego de la independencia. Esa falta de profesionales llevó también a que varios extranjeros, entre ellos algunos chilenos, ocuparan cargos importantes en ministerios y subsecretarías. Esta situación límite hacía que los profesionales fueran respetados y vistos por la población como personas de rango y poder. Mi socio Patel, al igual que su primo, tienen ascendencia india. La gran mayoría de miembros de esa numerosa colonia son profesionales o gente de negocios, muy influyentes.
El funcionario municipal que recibió la llamada del «Dr. Patel», no preguntó absolutamente nada, simplemente ejecutó la orden de enviar el camión al hospital. Nuestra triquiñuela había dado resultado.
Con Patel, esperamos un buen tiempo en mi auto hasta ver llegar el camión. Después de cerca de una hora, lo vimos salir. Raudamente, partimos rumbo al camposanto de Lhanguene. Nuestro amigo poeta nos vio pasar velozmente, directo hacia el fondo del cementerio para instalar la cámara y poder filmar. El lugar era atroz, una verdadera escena de terror. No pasó mucho tiempo hasta que, a través del zoom de la cámara, vi el camión acercarse lentamente, zigzagueando por los caminos interiores.
De pronto, el vehículo se detuvo en la zona de los portugueses, descendió el copiloto, caminó y se detuvo frente a una lápida a orinar. Finalmente, el camión llegó, hizo un giro lento marcha atrás hasta llegar a la distancia adecuada para vaciar su carga. Mientras, nosotros hacíamos el esfuerzo de soportar el fétido olor que inundaba el ambiente, provocado por las descargas anteriores que la reciente lluvia tropical se había encargado de dejar al descubierto.
El copiloto accionó la manivela, y lentamente comenzó a levantarse la tolva. La macabra escena que grabábamos nos dejaba ver una veintena de cuerpos desnudos, de todas las edades, como un mortal sunami deslizándose hacia un final terriblemente inhumano. Era la última camionada que rebalsó la fosa común número trece del cementerio de Lhanguene.
El filme Zapping Birthday to You, intenta ser un reflejo visual de las diferencias extremas que afectan a los países del llamado tercer mundo y también a los países del llamado primer mundo: el desastre ecológico, la sobreexplotación de los recursos naturales, el individualismo y exceso del consumo, por parte de las sociedades más desarrolladas, mientras que, como contrapartida, en los países del tercer mundo mueren millones de niños por desnutrición y falta de insumos esenciales.
Frente a esa triste visión de la realidad, se encuentra el Negro José, cuando sufre de «zapping mental». Una vez que hube realizado un primer montaje o corte grueso, envié un video VHS a mi amigo Elicura Chihuailaf, poeta mapuche, uno de los más destacados vates contemporáneos de Chile, para que escribiera un poema relacionado con el desastre ecológico y humano que afecta al mundo. La obra de Elicura es un maravilloso poema, pleno de simbologías y metáforas propias de su lenguaje poético ancestral.
Zapping Birthday to You es uno más de mis trabajos de realización colectiva, en el cual pongo en práctica mis ideas de lo que llamo «ViralizArte» o «Cine de Cámara». Esto, en síntesis, significa: «pequeñas obras cinematográficas que dan que hablar», realizadas por un pequeño grupo de amigos, donde destacan un músico, un editor de video, el fotógrafo y el director; son obras de bajo presupuesto.
Este proyecto de elaboración colectiva contó con la maravillosa participación de los músicos Cristian López y Graciela Muñoz, en la edición del maestro Pablo Pinto; la voz en off del poema es la del connotado actor Julio Jung; en la cámara y dirección, quien escribe este relato.
Mis proyectos son la suma de una propuesta plástica y cinematográfica, donde las pinturas intentan reflejar aquella parte tan difícil de expresar en palabras: colores desplegados en la tela; imágenes captadas de la realidad circundante por medio del ojo mágico de la cámara; palabras poéticas que sintetizan aquellos momentos únicos, siempre irrepetibles, como el fluir constante de la existencia, vueltos mensaje intemporal, porque están enraizados en lo profundo de la condición humana. El tiempo se hace testimonio, homenaje y conmemoración en Zapping Birthday to You.
Zapping Birthday to You
Elicura Chihuailaf (poema inédito)
Ellos nos hablaron del idioma de la madre tierra.
De los árboles que dialogan entre sí
con los animales y con la gente.
Ellos nos hablaron del lenguaje azul de las piedras,
de las nubes y de los pájaros.
¿Y cuál ha sido la palabra?
El pensamiento de nosotros.
Caminamos ajenos al espíritu del aire,
al espíritu del agua,
al jardín de la memoria.
Más, a pesar de todo,
los ríos de la vida fluyen
brillando aún bajo el barco encallado
de la condición humana.
Si me recuerdan dice,
desde mi sangre otra vez
florecerán los sueños.
Si nos recuerdan,
nos están diciendo.
Porque ha llegado el tiempo de despertar, nos dicen.
La tierra, la madre tierra.
No ha de vagar abandonada,
en las orillas del infinito mar del universo.