Siempre he pensado que es importante la idea que la gente se hace de ti. Cuando entré en el mundo laboral, este concepto se hizo aún más importante y concreto, conceptualizándose como Marca Personal que, en definitiva, es lo que la gente percibe de nuestro producto más «único»: nosotros mismos.
Durante un proyecto de emprendimiento online, liderado por Ángel Masegosa, conocí a Rubén Martín con el cual comparto la pasión para el desarrollo personal. Rubén lleva más de cinco años gestionando la Marca Personal de emprendedores, empresarios y celebridades. Por eso me interesé a su forma de trabajar con el ánimo de compartir técnicas, herramientas y experiencias. Hoy nos brinda la oportunidad de hablar de su metodología de trabajo para desarrollar una Marca Personal exitosa y nos da estas recomendaciones:
Sé la percepción que las demás personas tienen de ti con coherencia y de forma realista. Cada mensaje que envías, cada imagen que compartes, cada actualización de estado que realizas y cada palabra que dices contribuyen a tu Marca Personal. Es una acumulación de múltiples acciones diarias que haces de forma consciente o inconsciente.
Debido a las redes sociales y a nuestros niveles de visibilidad, la Marca Personal es uno de los principales temas estratégicos de una carrera profesional y una herramienta esencial para prosperar y posicionarte en el entorno laboral actual. Tu Marca Personal te ayuda a atraer oportunidades de negocio al aprovechar tus talentos y comunicar tu experiencia en tiempo real a tu público objetivo, a través de tus canales online.
Nos encontramos en un escenario de incertidumbre a nivel global, mercados saturados, profesiones a punto de quedar obsoletas y una sociedad cada vez más orientada al distanciamiento social y la digitalización. Lo que da lugar a los siguientes casos:
Personas desempleadas sin una fuente de ingresos estable o en una empresa que corre el peligro de entrar en un ERTE.
Emprendedores que no obtienen los resultados que desearían.
Empleados por cuenta ajena en un trabajo que no les hace felices y en el que no pueden crecer.
En cada uno de estos tres escenarios existe una solución para salir de esa situación a través del emprendimiento y de la Marca Personal. La metodología comienza con un recorrido desde el interior de uno mismo hacia el exterior con un recorrido en tres fases.
Fase 1. Trabajo de introspección: somos tan grandes como el tamaño de los problemas que somos capaces de resolver. Si queremos estar al mando de un proyecto que sea sólido y escalable, debemos estar a la altura de ese proyecto. En esta parte del recorrido tenemos que descubrir quiénes somos, cuál es nuestro propósito personal y profesional, cuáles son los frenos que no nos dejan llegar a donde nos gustaría, descubrir nuestras fortalezas, talentos, valores y la opinión que tienen los demás sobre nosotros en nuestros círculos de interacción, con el fin de pulir la mejor versión de uno mismo.
Fase 2. Trabajo de exposición: cuando ya nos conocemos mejor, nos centramos en las habilidades que toda Marca Personal debe tener para lanzarse al mercado con éxito. Hay personas que aparentemente tienen un proyecto fabuloso, que puede incluso cambiar vidas, pero que no saben cómo comunicarlo o venderlo bien y, por el contrario, hay otras personas que tienen un producto que no es tan bueno, pero que saben vender y ganan mucho dinero. Por todo lo anterior, considero que toda Marca Personal debe tener dos habilidades que van a marcar la diferencia: la habilidad de hablar en público y la de la venta, siempre con valores positivos y aportando una solución real a las personas que confían en ese producto.
Fase 3. Lanzamiento al mercado: una vez que hemos construido nuestra mejor versión es cuando debemos explotar al máximo nuestro talento. A través del emprendimiento, podemos encontrar esa oportunidad laboral o de crecimiento económico construyendo un modelo de negocio con nosotros en el epicentro. Para ello, tenemos que ofrecer un servicio o crear un producto mínimo viable y pasar a la acción para escalar el negocio cuando sepamos que tenemos cabida en el mercado.
Por último, hablaré de la constancia en los procesos de transformación y de emprendimiento. En la época de la inmediatez donde nos vemos inmersos, muchas personas quieren obtener resultados a corto plazo, buscando en lo nuevo una oportunidad que no ha madurado aún. Para ilustrar este concepto permitidme que os cuente La Historia del Bambú Japonés:
Cuando plantas la semilla de un bambú japonés, no verás los resultados de manera inmediata. De hecho, no los verás durante los primeros meses y empezarás a pensar que la semilla que plantaste es estéril. Y tampoco verás resultados durante años, en concreto, durante los primeros siete años. Puede que incluso pienses que algo ha salido mal, que no has plantado bien la semilla, que no le has dado los cuidados necesarios. Pero entonces, después del séptimo año, el bambú se desarrollará y, en tan solo 6 semanas, crecerá más de 30 metros de altura. ¿Cuánto podrías decir que ha tardado el bambú en crecer, 7 años o 6 semanas? Lo que ha hecho el bambú japonés durante los primeros 7 años de vida, ha sido anclar bien al suelo sus raíces, las que luego tendrán que sostener toda la altura que alcance. Si creciera demasiado rápido no tendría las raíces lo suficientemente fuertes como para soportar sus dimensiones y no crecería tanto o acabaría rompiéndose.
En el mundo del emprendimiento deberíamos imitar al bambú; generar primero una buena base, sólida y resistente, para poder crecer hacia arriba todo lo alto que queramos y con la consistencia necesaria para sostener ese crecimiento. Hay que tener unas buenas raíces sobre las que construir nuestra idea, para poder hacer fuerza y crear algo realmente poderoso.