En medio de la peor pandemia en un siglo uno de los problemas más viejos de los Estados Modernos resurge con mayor fuerza. La vieja hipocresía de las naciones del mundo libre, que por un lado claman que todos los hombres son iguales y por el otro tienen en su historia pecados como la esclavitud, el imperialismo y segregación racial, vuelve a brotar. Y es necesario detenernos a pensar un poco en sus implicaciones.
El asesinato de George Floyd, afroamericano, a manos de un policía caucásico prendió la chispa de un movimiento social que está revisando todos los fenómenos sociales y culturales donde persiste el racismo y la idea que un grupo humano es intrínsecamente superior a otro. Pretender revisar todos los fenómenos sociales en un solo texto sería imposible por lo que me limitaré a tres de los más notorios y que más han llamado la atención de los medios.
Antes es bueno mencionar que el actual momento se presenta dentro del contexto histórico de la presidencia de Donald Trump. La presidencia de Barack Obama, primer presidente afroamericano en EE UU, generó el resurgimiento de posiciones racistas en América; cómicos como Bill Maher y Jon Stewart han hecho patente el doble estándar con el cual la cadena de TV más conservadora, Fox News, juzga declaraciones similares de Barack Obama y Donald Trump. Un fenómeno similar, pero en sentido político opuesto, sucede con el actual presidente; su racismo, bravuconería y discurso en sintonía con los supremacistas blancos, ha generado el contexto propicio para una revisión del racismo latente en nuestras sociedades.
Nombres de equipos deportivos
En EEUUU la costumbre de nombrar equipos deportivos con motivos indígenas o nativo americanos es tan vieja como el deporte organizado. De los equipos profesionales que actualmente existen los más antiguos con nombre indígena son los «Bravos» de Atlanta (que en 1912 se llamaban Bravos de Boston) y los «Indios» de Cleveland quienes usan ese nombre desde 1915. Actualmente son seis equipos profesionales en las ligas más importantes de América con motivos indígenas: Chicago Blackhawks (NHL 1926), Washington Redskins (NFL originalmente de Boston, 1932), Golden State Warriors (NBA originalmente de Filadelfia, 1946) y los Kansa City Chiefs (NFL 1963).
El origen de esta costumbre se remonta a inicios del siglo XX, cuando el deporte profesional no se había organizado y muchos equipos viajaban de ciudad en ciudad en partidos de exhibición enfrentado a los equipos locales. En general los mejores equipos, los que solían ganar estaban formados por nativos americanos. Esto generó la percepción popular que los nativos americanos eran mejores físicamente para los deportes que los caucásicos. Esta creencia se vio reforzada por la aplastante habilidad deportiva de Jim Thorpe, atleta estadounidense y nativo americano, quien es considerado uno de los atletas más versátiles en el deporte moderno: ganó medallas de oro olímpicas en las pruebas de pentatlón y decatlón, además de jugar al fútbol americano, béisbol y baloncesto a nivel universitario y profesional. Criado en la nación Sac y Fox en Oklahoma, fue llamado Wa-Tho-Huk, traducido como «Un Camino iluminado por una Gran Luz». Jugó en varios equipos de jugadores amerindios a lo largo de su carrera, y visitó pequeños pueblos rurales como jugador profesional de baloncesto con un equipo compuesto enteramente por indígenas nativos estadounidenses. En 1950 fue nombrado el atleta más grande de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos por Associated Press.
Esta percepción motivó a muchos equipos profesionales y universitarios para tomar nombres indígenas. Como en toda selección de moto los equipos buscaban adaptar los valores que dicho signo representan.
Sin embargo, la selección de nombres indígenas siempre ha estado cargado por controversias en EE UU. La historia americana ha estado marcada por la conquista y colonización de tierras desde la costa del Atlántico hasta el Pacífico, donde las principales víctimas de la violencia fueron los pueblos originarios. La Conquista del Oeste y la dominación de la frontera fue un proceso violento donde los pueblos originarios lucharon, se asimilaron, se defendieron y sufrieron violencia por parte del Gobierno americano.
¿Deberían de evitarse los nombres con motivos indígenas en el deporte americano?
Con la excepción de los Washington Redskins, me parece que no. Me explico. En primer lugar, buscar eliminar todo nombre o mote con connotaciones racistas y despectivas debe ser aplaudida, pero no llevarla al extremo de creer que toda referencia a los pueblos originarios es racista. Existen nombres que sí hacen honor y prestigio. Debemos tener cuidado pues con buenas intenciones nos vamos a quedar con puros símbolos caucásicos y europeos. Buscado no ofender ni denigrar convertiremos escaparates culturales tan importantes como los deportes organizados en espacios sin diversidad.
Nadie apela a renombrar a los Vikingos de Minnesota, los Santos de Nueva Orleans o los Celtics de Boston. Y esto no es trivial; los nombres de los equipos de las ligas deportivas, profesionales y universitarias, pueden ser el reflejo de la historia u origen de una ciudad, región o estado. Podemos quedarnos sin gran parte de la historia americana en una de sus expresiones culturales más potentes. De hecho, lo contrario es lo que deberíamos pedir; mayor diversidad. La historia americana es la historia de muchos pueblos vueltos uno, E pluribus unum, y actualmente la mayor parte de las referencias deportivas son europeas. Es verdad que los hispanos tenemos a los Padres de San Diego en MLB, pero es todo y no existe equipo con nombre que haga referencia a afroamericanos estilo Redtailes o Tuskegee Airmen.
¿Cuál es el problema, entonces, con Redskins?
Que el término no hace referencia a los valores, coraje o características de una serie de pueblos e individuos, Es un término despectivo. Su uso y connotación siempre fue despectivo y ofensivo. Solo por eso no debería usarse.
Hay un último tema en este tema. Si bien cambios simbólicos siempre son importantes, no son suficientes. Incluso se puede decir que limitarse a ellos es una lucha social floja, fría y trivial. Gatopardismo. Debemos generar soluciones prácticas que resuelvan problemas reales. ¿Por qué no exigir que todos los equipos deportivos que usen nombres o motivos nativos americanos apoyen el desarrollo deportivo en reservas o comunidades indígenas? Si usa, y haces dinero con su imagen, entonces ayuda de modo concreto.
¿Humor racista?
La pregunta parece boba. Por supuesto que existe el humor racista; aquellos chistes o burlas basados en prejuicios que denigran a un grupo humano por considerarlo inferior o menos digno. Inserte aquí cualquier chiste sobre africanos salvajes, judíos tacaños o mexicanos flojos.
La pregunta realmente interesante es: si un cómico o monero hace burla o escarnio de todos los grupos humanos, ¿es racista? ¿Existen algunos grupos étnicos, que por motivos históricos, no deban ser motivo de mofa o burla?
La pregunta, al menos en México no es trivial. El último mes el comediante y comentarista de noticias Chumel Torres fue acusado de racista por hacer chistes a costa del hijo del presidente de México por su tono de piel, sin importar que también haga mofa de mexicanos blancos, de europeos y americanos. La misma acusación se ha hecho contra el monero Paco Calderón, quien lo mismo dibuja de modo despectivo a caucásicos, afrodescendientes y mexicano promedio.
Ante esta pregunta existen dos respuestas. Dos posturas frente al humor y el racismo: la liberal y la progresista. La postura liberal pide trato igual a todos los individuos, así que mientras uno no haga mofa de un solo grupo humano, sino que trate a todos por igual no hay problema. La postura progresista explica que existen grupos étnicos y sociales históricamente oprimidos y violentados, por lo que hacer mofa de ellos es fortalecer el statu quo que ha permitido que dichos individuos hayan sido violentados.
Si bien entiendo la postura progresista no la comparto y me inclino más a la postura liberal.
El Dr. Todd McGrowan, teórico de la comedia en su obra Only a Joke can Save Us, explica que el humor político tiene la capacidad de abrirnos los ojos, cuestionar nuestros prejuicios y mostrarnos las contradicciones del mundo en que vivimos y de nuestras posturas políticas, económicas o morales. Sin embargo, el humor político también pude ratificar lo que ya sabemos y creemos, servir como defensor del statu quo, donde solo buscamos el aplauso por compartir las mismas nociones y preconcepciones del resto.
En ese sentido el humor político, que tiene un imperativo moral y político puede ser una herramienta de la construcción de una mejor sociedad o la herramienta opuesta al cambio y progreso. La diferencia entre ambos es la que el humor político democrático hace burla y mofa no solo del opositor político sino de uno mismo, de las contradicciones internas de nuestra ideología y modo de pensar.
Esa es la diferencia entre el humor político igualitario y el dogmático.
Estatuas y banderas
Por último. Las últimas semanas en EEUU se han visto marcadas por la eliminación de monumentos a héroes confederados y la iniciativa del estado de Mississippi de eliminar la vieja bandera confederada de la bandera estatal.
Para todo aquel que no está al día con el contexto americano no verá problema con estos hechos. Sin embargo, en los Estados Unidos de América es un tema que divide a la población, pues muchos ciudadanos, en su mayoría blancos del sur, consideran que la Confederación de Estados Americanos es parte de su herencia histórica. Más allá que el bando confederado fue el bando en la Guerra Civil que peleó para mantener la esclavitud. La defensa por los símbolos confederados en EEUU es muy débil y cae al entender el contexto de la Guerra Civil y sobre todo en no reducir la herencia cultural del sur de Estados Unidos a la peor de sus expresiones. Sobre todo cuando de esa región viene el jazz, blues y escritores como Mark Twain.
Sin embargo, hay quienes piden ir un paso más allá. Y eliminar los monumentos y estatuas de los padres fundadores americanos porque la gran mayoría de ellos, especialmente George Washington y Thomas Jefferson, tuvieron esclavos. ¿Dónde se pone el límite? ¿Debemos dejar de estudiar a Aristóteles por haber sido misógino y racista?
Creo que existen claras diferencias entre Thomas Jefferson, tercer presidente de EEUU y quien redactó las eternas palabras de la Declaración de Independencia de EEUU (Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad) y Robert E. Lee, comandante del Ejército de la Confederación de Estados Americanos. Los ideales a los cuales dedicaron su vida.
Mientras Lee defendió la esclavitud, Jefferson plasmó las ideas que hoy siguen impulsando a quienes buscan un mundo donde el color de piel y el origen étnico no limiten el disfrute de los derechos humanos y las libertades de los individuos.
Es verdad que Jefferson tuvo esclavos, y debe ser juzgado dentro de su contexto histórico pero el ethos de su vida fue la lucha por la libertad e igualdad de todos los seres humanos.