Aunque el virus sigue circulando en Italia, y tampoco son alentadoras las noticias del extranjero, se advierten cautelosos indicios de retorno a la normalidad.
Lunes 13 de julio
Empezamos la semana con una noticia buena y una menos buena. La primera tiene que ver con una proteína de la leche, la lactoferrina, que según una investigación realizada en conjunto por las universidades romanas de Tor Vergata y La Sapienza (ambas públicas, no está demás decirlo) y publicada en la revista Journal of Molecular Sciences podría detener el contagio. La investigación partió de la constatación de que los niños eran los menos afectados por el covid-19 gracias a una mayor ingestión diaria de leche.
En general había decidido no escribir sobre teorías relacionadas con el covid-19 porque como desgraciadamente ha quedado demostrado, vivimos un período de incertidumbre total y todo puede ser verdad… hasta que se descubre lo contrario. Sin embargo, este nuevo ángulo me pareció interesante, sobre todo debido a que, si bien en Italia la intensidad se ha ido reduciendo, el virus sigue circulando.
De hecho, y esta es la noticia negativa: hubo un rebrote y esta vez ha sido «de exportación», ya que han sido detectados focos de extranjeros, tanto de pasajeros que llegan en los vuelos regulares (sobre todo provenientes de Asia, en particular India y Bangladesh), como de inmigrantes rescatados en el Mediterráneo, que siguen llegando como si la pandemia no hubiese convulsionado el entero planeta.
Los emigrantes han sido trasladados a diversas localidades de la costa jónica. Entre ellos un grupo de 28 llegaron a un pueblito costero en Calabria, Amantea, y 13 de ellos resultaron contagiados lo que desencadenó las iras de la derechista presidenta de la región, Jole Santelice, por los problemas de cara al turismo. Insólitamente fue apoyada desde la otra esquina por la diputada del Partido Demócrata, Enza Bruno Bossio. Para los poco informados acerca del arcoíris político italiano, el Partido Demócrata (PD) en su origen agrupaba a excomunistas y exdemocratacristianos.
Sucede que la diputada Bruno, calabresa de origen, tiene una casa de veraneo en ese balneario. (felices los tiempos en que la gente se regía por valores, y militaba en los partidos según esos valores). Sin comentarios, aunque no estaría demás que alguien le recordara a la señora que si bien por edad, probablemente nunca formó parte de ninguno de los partidos que dieron origen al PD, de todas maneras es representante de un partido progresista.
Martes 14 de julio
Hoy dimos a conocer los premios de la sexagésima edición del Globo d’Oro, el galardón que la Asociación de Prensa extranjera entrega todos los años al cine italiano y el más importante del sector, junto al David de Donatello y al Nastro d’Argento. A causa de la pandemia, este año no se pudo hacer la fiesta de la premiación, pero se suplió con la entrega «a mano», en diversos cines romanos abiertos sólo para la ocasión, o en el caso de los premiados no residentes en Roma con videos realizados ex profeso. Se pueden ver los videos de los premiados en el siguiente sitio.
El Premio al mejor actor lo recibieron Pierfrancesco Favino, por su estupendo Bettino Craxi, en Hammamet, una película sobre los últimos meses de vida del dirigente socialista; y Valeria Brubi Tedeschi, la valiente maestra de Aspromonte, la terra de gli ultimi, drama ambientado en una Calabria de los años 50 del siglo pasado sobre la dura vida de los campesinos de esa región.
La mejor película fue Volevo nacondermi, sobre la vida del pintor italiano Antonio Ligabue, genial y paranoico. Y el premio a la serie fue para The New Pope (El joven papa), dirigida por Paolo Sorrentino. No la serie, sino su director causó las iras nada menos que de Diego Armando Maradona, del que Sorrentino, como buen napolitano es un gran hincha, según una noticia publicada hoy. Resulta que al «Pibe de Oro» le molestó profundamente que Sorrentino no le hubiera pedido autorización para usar su imagen en el próximo film Fue la mano de Dios, referencia más que clara a la frase del futbolista argentino para describir su gol contra Inglaterra en el Campeonato Mundial de 1986.
Que Sorrentino adore a Maradona no es misterio ni exageración: desde siempre hincha del argentino, cuando era apenas adolescente sus padres le dieron permiso, por primera vez, para ir a ver un partido de su ídolo en otra ciudad, razón por la que el futuro director no durmió en su casa esa noche. Y este hecho le salvó la vida, ya que una fuga de gas provocó una explosión que causó la muerte de sus padres.
También al recibir el Oscar por La gran belleza, Sorrentino había colocado a Maradona en un hipotético panteón donde también reposarían Fellini, Scorsese y el grupo rock de los años 70 Talking Heads. Pero según el abogado de Maradona, el hecho que ni Netflix, productora de la película, ni Sorrentino hayan solicitado la autorización del futbolista para utilizar esa frase como título, es motivo de querella. Veremos qué sucederá en el futuro: si el mito (Maradona) acepta las excusas del director que lo adora y todo queda en nada, o…. con Diego Armando es posible todo y lo contrario también.
Volviendo al Globo d’Oro, esta fiesta informal y virtual ha sido en realidad un viaje imaginario en el cine, un gesto simbólico que nos pareció necesario para dar voz y espacio al mundo del espectáculo, uno de los motores de la economía y, sin duda alguna, corazón cultural de este país.
Miércoles 15 de julio
Recién terminé de leer La Madre de Frankenstein, la última novela de Almudena Grandes (quinta de su serie Episodios de una Guerra Interminable, dedicados a la Guerra Civil española), ambientada en la década del 50 en un hospital psiquiátrico de mujeres en Ciempozuelos, un pueblito español a 35 kilómetros de Madrid.
En esta novela la autora parte de un hecho real: la historia de la célebre parricida Aurora Rodríguez Carballeira, una mujer «culta, de buena familia, feminista, progresista…y enferma mental», señala la escritora al final de la novela. Con singular maestría, Grandes hace interactuar personajes reales, como la citada señora con personajes ficticios. Entre los personales reales aparece la siniestra figura del siquiatra Antonio Vallejo-Nájera, gran admirador de Franco a quien le dedicó su libro sobre la psicopatología de la guerra, en el que ya esbozaba sus temibles teorías sobre la relación entre marxismo y deficiencia mental.
Para Vallejo-Nájera el denominado gen rojo de los marxistas tenía directa relación con la debilidad mental, es decir, que todos los marxistas eran idiotas y que, por lo tanto, el único medio para mejorar la raza (española) era eliminando ese gen. Esta teoría, que tuvo excelente acogida en el muy católico régimen franquista fue en realidad un soporte de la despiadada represión que no terminó con el fin de la guerra civil (1936 a 1939), sino que, con diferentes matices llegó hasta la muerte de Francisco Franco en 1975.
Uno de los episodios más terribles de dicha represión fue el robo de niños, una infamia que se ha ido destapando paulatinamente: se calcula que aproximadamente 30.000 recién nacidos, hijos de familias progresistas fueron arrebatados a sus legítimos padres para entregárselos a familias franquistas que los criarían de acuerdo con las normas «cristianas» imperantes. Exactamente lo mismo que harían un par de décadas después los militares argentinos, aplicados alumnos de las oprobiosas teorías de Vallejo-Nájera.
Para no hablar del trato que se les daba a las mujeres enfermas mentales, o pseudoenfermas. Ya ser mujer en ese período constituía un menoscabo, por lo tanto si se le agregaba la enfermedad mental las desventajas aumentaban exponencialmente. Si, además, el marido se infatuaba (o enamoraba, aceptémoslo) de otra mujer, en la muy católica, apostólica y romana España franquista donde el divorcio era considerado un pecado mortal, lo mejor para las clases pudientes (nada es gratis) era acudir a la Sacra Rota y pedir la anulación del sagrado vínculo demostrando que la esposa estaba trastornada. Todo bien documentado, claro, con la complicidad de la jerarquía eclesiástica, que, excepto en contadas ocasiones tiende a alinearse con el poder.
Jueves 16 de julio
Aunque mucha agua ha corrido bajo los puentes y hoy preside la Iglesia Católica mundial Francisco, un papa bastante más acorde con los tiempos (a pesar de que se le suele criticar falta de apertura sobre algunos temas que la curia considera valóricos), son innegables los pasos que se han dado, razón por la que el inquilino de San Pedro recibe a diario furibundos ataques de los sectores más reaccionarios, sobre todo de los «soberanistas» estadounidenses. Y no solo.
En Italia se acaba de presentar un diseño de ley contra la homofobia que pretende modificar el código penal, equiparando la discriminación por orientación sexual a la discriminación racial (ya presente en la constitución), para obtener sanciones contra gestos y acciones violentas «fundadas sobre el sexo, el género, la orientación sexual y la identidad de género». Por supuesto que la derecha atacó con manifestaciones de todo tipo este diseño de ley, considerado «liberticida» por la Conferencia Episcopal italiana.
Lo que no se puede aceptar en modo alguno es el ensañamiento contra un mero diseño de ley, que tendrá que pasar de todos modos por las horcas caudinas de la derecha y de aquellos sectores de la centro izquierda tradicionalmente hostiles a las personas LGTB+ (esto de pasar por las horcas caudinas es una expresión que recuerda la derrota con deshonor de los romanos contra los samnitas el año 321 a.C y por extensión se usa cuando metafóricamente hay que atravesar determinados obstáculos y aceptar determinados compromisos para obtener el fin último).
En un pueblito de Apulia, Lizzano, un párroco no encontró nada mejor que citar a una sesión de oración contra este diseño de ley. Un grupo de fieles acudió y como no era difícil imaginar, también acudieron a manifestar, esta vez fuera del templo, grupos de personas que aprobaban el diseño contra el odio, porque de eso se trata.
Y como casi siempre sucede, un grupo de policías llegó a pedir la identificación de los manifestantes, Pero ahora viene el hecho inaudito: la alcaldesa de Lizzano, Antonietta D’Oria, increpó a la policía y cuando uno de ellos trató de justificarse asegurando que se trataba de un problema «de seguridad», la autoridad comunal lo dejó helado al contestarle que, si era así, también tendrían que identificar a quienes estaban dentro de la iglesia porque manifestaban contra un diseño de ley del Estado democrático.
No solo eso, D’Oria también, a través de su cuenta de Facebook se dirigió directamente al párroco en cuestión, recordándole que si se trataba de oraciones a favor de la vida y la dignidad de las personas, también tendría que rezar por los feminicidios (3 en Italia en las últimas 24 horas, de norte a sur del país), por los abusos y violencias y también por los numerosos muertos que yacen en el fondo del mar, una clara referencia a los emigrantes que pierden la vida ahogados en el Mediterráneo tratando de alcanzar la «tierra prometida».
Dos actos extremadamente valientes sobre todo si se tiene en cuenta que en general la clase política italiana es más bien pávida, e incluso muchas veces hasta sometida a la jerarquía eclesiástica.
Viernes 17 de julio
La donna é mobile, qual piuma al vento…, estos versos quizás entre los más conocidos incluso para los no melómanos se pierden entre las ruinas del Circo Massimo de Roma, este «estadio de las maravillas» que desde hace dos mil años comparte la vida de los romanos: la ocasión es el estreno de la ópera Rigoletto, una de las más conocidas de Giuseppe Verdi y el primer espectáculo masivo post Covid-19.
Para seguir las normas del distanciamiento social el director, Damiano Michieletto tuvo que recurrir a toda su capacidad creativa: los movimientos de los (y las) cantantes en el palco, el uso de una gran pantalla donde se veían pasar los automóviles, los carruseles, en imágenes inéditas que seguramente servirán como modelo a otros espectáculos al aire libre.
Los futuros espectáculos serán un símbolo de renacimiento, muy necesarios, aunque probablemente no tendrán la majestuosidad de este estadio construido para las carreras de caballos, y que en el curso de los siglos ha visto luchas de gladiadores, manifestaciones sindicales y políticas, fascistas y antifascistas, conciertos e incluso el strip tease de una actriz hace casi 20 años (2001) promesa cumplida tras la victoria en el campeonato italiano de su equipo de fútbol, la Roma.
Sábado 18 de julio
Las autoridades comunales siguen en su loable afán de valorizar las bellezas de la capital italiana. Esta vez le tocó la iluminación al Arco de Constantino, en el Foro Romano: el uso de tecnologías innovadoras y sostenibles resalta uno de los rincones más característicos de esta ciudad, que celebra la victoria del emperador Constantino contra Majencio (considerado“usurpador”), en la famosa batalla del Puente Milvio, el 29 de octubre del año 312.
Esta victoria recuerda uno de los momentos fundamentales en la historia del Occidente, ya que fue Constantino quien permitió y favoreció el desarrollo del cristianismo. Se cuenta que durante esta batalla se le apareció a Constantino una cruz de fuego con la siguiente frase In hoc signo vinces, («con este símbolo vencerás»). El emperador le hizo caso al mensaje y ordenó que sus soldados canbiaran el águila, símbolo de Júpiter de las enseñas imperiales que ensalzaba el politeísmo, por las letras griegas «ji» (X) y «ro» (P), iniciales griegas de la palabra Χριστός (Christós, Cristo), símbolo del monoteísmo. Y bajo este emblema los soldados de Constantino vencieron.
El Arco dedicado por el Senado al emperador fue inaugurado el año 315 en ocasión de la festividad denominada decennalia, el décimo aniversario del reino de Constantino, y fue construido justo en ese lugar porque era el antiguo recorrido del triunfo (triumphus), una fastuosa ceremonia, y al mismo tiempo rito religioso con el que los antiguos romanos celebraban y consagraban públicamente el éxito de un comandante militar, sobre todo en guerras sostenidas en el extranjero, para mayor gloria de Roma.
A las 5 de la tarde como en el poema de García Lorca tengo cita para el control de ojos. Finalmente me llamaron. Debo confesar que iba con un poquito de aprensión pensando en la aglomeración que encontraría. Nada de eso. El hospital es un antiguo monasterio reestructurado con un enorme jardín sombreado donde pusieron sillas a la debida distancia social para la espera. De vez en cuando sale una enfermera voceando el horario: todo muy organizado y eficiente. Me pregunto, ¿seguirá la organización del mismo modo en la era post covid-19. Me dieron cita de aquí a un año. Espero no solo que sean tiempos normales, sino también que la eficiencia se mantenga.
Domingo 19 de julio
Siempre en el marco de las actividades pro retorno a la normalidad, por tercer año consecutivo en Santa Marinella, un balneario cerca de Roma, se realizó la reseña literaria Delittammare, organizada por el abogado y escritor Paolo Tagliaferri junto a la consejera delegada por la alcaldía, Maura Chegia.
Este año la estación se abrió con la presentación de un libro Mi hijo Marco, la dramática y emotiva historia de Marco Vannini, asesinado a los 20 años, en 2015, en circunstancias muy poco claras. La herida mortal le fue causada por una bala disparada por Antonio Ciontoli, militar e integrante de los Servicios Secretos italianos, padre de Martina, la novia de Marco. ¿Qué había hecho Marco? Quería inscribirse a la Fuerza Aérea, hecho que la novia no aceptaba.
Leo en una de las revistas semanales del diario La Repubblica que según el informe anual del Instituto Nacional de Estadísticas (Istat) es el momento de los «ochentañeros». Curiosa afirmación sobre todo si se toma en cuenta la cantidad de adultos mayores “asesinados” por el coronavirus. Según ese informe, los hombres entrarían en la tercera edad a los 73 años, mientras las mujeres a los 76, y tampoco este ingreso en el mundo de los ancianos significaría un peso social.
Todo lo contrario, ya que, por lo menos en Italia (el informe se refiere a este país) la mayor parte de esta categoría de adultos mayores tiene una buena calidad de vida, sobre todo si vive en el norte de este país, es muy activo, incluso en las redes sociales, aunque no las domina totalmente y participa activamente a la vida cultural. Además, la precariedad del trabajo entre los jóvenes, problema acrecentado durante la pandemia ha obligado a los abuelos a ayudar a sus nietos, ya que los padres son incapaces de hacerlo.
Claro, no se crea que todo es rosas y flores, ya que el estudio también recuerda que existe un 27% de adultos mayores que sobrevive a duras penas con pensiones míseras, agravadas por patologías crónicas y sin siquiera red de amigos y/o parientes. Las dos caras de una medalla que, con diferentes matices, es común en todo el mundo.
Mientras en tiempos normales las playas se repletaban estos fines de semana de verano pleno, ahora a pesar de las altas temperaturas, algunos lugares del litoral romano se ven casi desiertos. Por ejemplo se ve poca gente en Anzio, a unos 60 kilómetros de Roma, históricamente famoso y no solo porque en esta zona nació el emperador Nerón, sino también porque en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial en estas costas desembarcaron los aliados en la arremetida final contra el nazi fascismo que dominaba Italia.
Contrariamente a lo que se había afirmado en el sentido que el virus disminuiría en el verano por el calor, las dramáticas noticias del rebrote en algunas regiones de España y de los Balcanes, generan gran preocupación en este país: advierto que, a pesar de los cautos pasos hacia la normalidad, en Italia se empieza a vivir una especie de síndrome de asedio, lo que no es bueno para nadie.