Si usted lee algún libro de ciencia ficción publicado durante la década de los 80, o poco antes — o sea, dos décadas antes de finalizar el siglo XX — y pone atención acerca de cómo imaginaban y visualizaban la mayoría de los autores(as) que escribían acerca de temas futuristas el futuro siglo XXI — específicamente la década de los 20 y más allá —, verá (leerá) que la mayoría imaginaba una sociedad automatizada, altamente tecnológica, con ciborgs, androides y robots con inteligencia artificial avanzada, carros voladores, ciudades inteligentes, medicina regenerativa (regeneración de órganos y tejidos), selección de características genéticas al nacer, mejora genética de la raza humana (superhumanos), viajes espaciales, el ser humano explorando y conquistando otros planetas, viajando a la velocidad de la luz o más (hipervelocidad), el viaje en el tiempo dominado y conquistado, también el acceso a otras realidades espacio-temporales, super computadores quánticos... y, al mismo tiempo, la humanidad siendo dominada (gobernada) por grandes corporaciones multinacionales o una sola compañía que asumía el gobierno del mundo esclavizándolo a sus interés económicos.
Salvo por la penúltima, a la que tristemente nos hemos acercado un poco, todas las demás han quedado en eso, ciencia ficción. La pregunta obvia es por qué Recordemos que Julio Verne pudo ver en vida algunas de sus «fantasías» de ciencia ficción. Que al final... ¡no lo eran! Porque como él mismo dijo:
No me enorgullece particularmente haber escrito sobre el automóvil, el submarino, el dirigible, antes de que estuvieran en el dominio de las realidades científicas. Cuando hablé de ellos en mis libros como de cosas reales, ya estaban inventadas a medias.
¿Será que los ciborgs, la inteligencia artificial, los carros voladores, el viaje en el tiempo y todo lo demás que mencioné no están inventados a medias hoy día, en pleno siglo XXI?
No, para nada, todo lo contrario, más bien algunas de ellas es posible que ya estén inventadas del todo. Como nos los recuerda otra frase profética de Julio Verne:
Todo lo que yo invento, todo lo que yo imagino, quedará siempre más acá de la verdad, porque llegará un momento en que las creaciones de la ciencia superarán a las de la imaginación.
¿Qué ha pasado entonces? Que el oscurantismo político y religioso dominó (domina) al mundo en el siglo XXI. Pero para resumir y por razones geopolíticas, solo voy a referirme al oscurantismo político y religioso en la América del siglo XXI. Empecemos pues.
¿Qué ha impedido el avance vertiginoso de la medicina humana, la genética y la erradicación de enfermedades? Los intereses económicos de las industrias y las empresas relacionadas con ellas. Secundados por la ignorancia y el fanatismo — político, ideológico y religioso — de los Gobiernos y los gobernantes en los países que los profesan. Así como los ciudadanos y votantes que los eligieron... ¡igualmente fanáticos, incultos e ignorantes!
¿Qué ha impedido el avance de la robótica, la inteligencia artificial, las ciudades inteligentes, los carros voladores, etcétera, etcétera, etcétera, al nivel que vaticinaban los escritores de ciencia ficción dos décadas antes de finalizar el siglo XX? ¡Lo mismo que señale antes! No lo cree, lo duda. Pues entonces investigue en Internet acerca de los intereses de esas empresas, que han publicado los científicos y expertos acerca de los últimos avances en esos temas, y ¿por qué se han retrasado, evitado, ocultado o impedido patentes en muchos de esos avances y innovaciones tecnológicas, médicas, industriales, etcétera?
Peor aún, ¿por qué algunos trogloditas políticas y religiosos en la América del siglo XXI Insisten en negar deliberadamente el cambio climático, la importancia de las vacunas, la contaminación industrial del agua, el aire y el suelo?
¿Por qué esos mismos trogloditas políticos y religiosos se oponen al uso y aplicación masivo de energías alternativas al petróleo y el carbón? ¡Máxime cuando muchas de ellas son 100% renovables, más baratas y ciertamente menos contaminantes y más sostenibles!
¿Por qué hacen lo mismo — oponerse sin sentido alguno — a la investigación científica y calificada, así como al desarrollo y construcción de aplicaciones tecnológicas en áreas como la inteligencia artificial, la biotecnología, la bioingeniería, la medicina genética, las energías limpias, etcétera, etcétera, etcétera?
A usted le dejo la incógnita.