La pregunta a discernir es cómo vivieron la dictadura los jóvenes nacidos unos pocos años antes o unos pocos años después del golpe militar. Especialmente si consideramos que los adultos de ese entonces no compartían sus preocupaciones ni explicaban a sus hijos menores lo que sucedía y estos, los niños, a su vez percibían la preocupación, dolor, violencia y miedo sea en la familia o en las escuelas, creando su propia narrativa. En otras palabras, la novela afronta el tema de una generación que se formó sin modelos para entender su presente y que además se sintió aislada e incomprendida. Un acto de violencia menor, que seguramente ha tenido repercusiones en las relaciones entre hijos y padres y que llevó a los primeros a alejarse de los segundos, agrandando las distancias en el país. El libro es en parte autobiográfico y narra en fragmentos cómo el protagonista percibió y vivió esos tiempos y cómo estas vivencias lo marcaron.
El libro nos describe la dinámica familiar entre padres y protagonista, que crece en la periferia de Santiago, buscando explicaciones en juegos que sólo entendía a medias. Su amistad con Claudia y su misión de espiar a Raúl-Roberto, padre de Claudia, que colaboraba con la resistencia, haciendo uso de una falsa identidad y el seguir por kilómetros a la hermana mayor de Claudia desde Maipú a la Reina para verla entrar su en casa. Seguidamente, el rencuentro con Claudia, que asiste a los funerales de su padre y el volver a los viejos temas afrontando la familia y buscando poco a poco una identidad. Alejandro Zambra nos invita a su pasado, a recorrer con él las calles de Santiago, a ver la vida desde su perspectiva y a reconstruir su historia, mientras nos habla de su escritura, reflexiones, modo de ser y vivir. Un libro de rápida lectura, que nos abre una ventana para conocer la generación de chilenos que hoy tienen entre 40 y 50 años y que a menudo retorna al pasado, que dividió el país. El nombre del libro, Formas de volver a casa, es una metáfora de la búsqueda del sentido de realidad e identidad personal y colectiva por un lado y por el otro, la insinuación de saberse perdido, desorientado y sin referencias claras como el resultado de tantas rupturas y desacuerdos sin olvido. El libro nos relata cómo se encuentra o construye una casa para poder sobrevivir.
El último libro de Alejandro Zambra se llama Poeta chileno y aconsejo que sería mejor empezar a leerlo con esta obra. Los temas tienen mucho en común y en este caso específico se habla de un poeta, padrastro de un joven que también quiere ser poeta y que ha padecido una obsesión por la comida de gato. Este libro, usando como llave la poesía, habla y describe la irrealidad de la sociedad chilena después del golpe y la incertidumbre existencial que esta ha creado. Un padre que no es padre, un poeta que no es poeta en un mundo que no es mundo y donde la ficción contamina la realidad y la realidad coarta la imaginación. La comida de gato hay que entenderla como alimento o nutrición poco apropiada. También como substituto de educación y formación personal, donde los instrumentos para narrar y formar son escasos, frágiles y tergiversadores. Esta representación de la realidad no permite a los jóvenes independizarse, ser autónomos y estabilizar sus emociones. Las heridas y conflictos son demasiados para poder sanar, sobre todo si se habita en una realidad insostenible. En este libro Alejandro Zambra vuelve a casa demoliéndola y construyéndola al mismo tiempo y no es en vano que la novela inicia y termina con un terremoto.