Estoy segura de que, cuando empezamos el año, nos preparamos mentalmente para muchas cosas que podían salir mal, o que podían sorprendernos, buenas o malas, pero nunca, jamás, contemplamos la idea de una cuarenta por una pandemia.
Esto del coronavirus nos afecta a todos de distintas maneras y a distintos tiempos. Para mí, por ejemplo, el primer mes fue muy estresante a nivel laboral, pero psicológicamente estaba bastante estable. Ahora, casi por empezar un segundo mes, las cosas empiezan a cambiar. La ansiedad está mucho más presente en mi día a día y es más difícil mantener la calma ante todo lo que está sucediendo.
Esta pandemia nos ha obligado a frenar todo lo que teníamos proyectado para corto, mediano, e incluso, largo plazo. Nos ha obligado a acelerar nuestra capacidad de adaptación y hacer las cosas distintas a como estábamos acostumbradas a hacerlas, o incluso hacer cosas que no habíamos hecho antes.
Yo no soy quién les va a decir cuántos libros tienen que leerse, o cuántos cursos online hacer a la semana, la verdad es que yo no tengo de nada más que comer y dormir… poner la mente en blanco, creo que nos hace falta a veces. Me encanta ver a mis amigas probando recetas nuevas, que obviamente espero que repitan después de cuarentena cuando podamos juntarnos. Me gusta la nueva cultura de las videollamadas, celebrar fechas especiales a través de pantallas… puede que suene un poco frío, pero lo hace más especial.
Yo siempre he disfrutado de estar en casa, tranquila con mis cosas, pero a pesar de que estábamos mi familia completa en casa a la vez, no compartíamos mucho en familia, y no porque tengamos una mala relación, porque la verdad somos afortunados en llevarnos bien, pero a veces nuestras agendas nos impiden tener esos momentos de familia. Esta cuarentena nos ha venido bien en ese aspecto, en valorar y sobretodo, disfrutar de esos momentos juntos, de las comidas con sobremesa, de conversar sin tener que la presión de tener que estar en otro lugar… creo que es de las cosas que extrañaré. Y sí, aunque ahora no lo veamos, extrañaremos la cuarentena, extrañaremos esa nueva rutina que tenemos, seguramente no todo, pero lo echaremos de menos.
Yo hay muchas cosas que me agobian día tras día: el estrés, el sentir que todos los días son igual, o simplemente no saber qué día es cuál, el insomnio, la sobreinformación, la frustración de no poder tener soluciones inmediatas a nada, las mil y una videollamadas al día por trabajo, las logísticas para salir y volver a casa… pero también hay cosas que me sacan sonrisas: el dormir una hora más por la mañana, la comida de mamá todos los días, trabajar con mis perros durmiendo cerca de mí, las tardes de sábado leyendo por horas en mi terraza, el hecho de que estar en cuarentena sea una excusa válida para no tener que preocuparme por la dieta porque «ya tengo muchas otras cosas por las que preocuparme».
Les deseo una cuarentena tranquila, usen mascarillas y lávense las manos, coman rico, rían lo más que puedan, practiquemos la empatía y la solidaridad, y lo más importante, disfrutemos de lo esencial.