Estoy leyendo a Frederik Sjöberg, escritor sueco que he descubierto recientemente. He terminado el primer libro, que es su última publicación y se llama Mamá está loca y papá es un borracho, título traducido libremente. Este libro habla de un pintor danés completamente desconocido para muchos, Anton Dich, que fue un amigo de Modigliani y que murió anónimamente en Italia, pobre, olvidado y alcoholizado. Sjöberg es un gran narrador de historias «reales», un estudioso de detalles y vidas marginales y a través de sus textos, se vive la vida íntima de su personaje.
Anton Dich está enterrado en Bordighera, una pequeña ciudad italiana cerca de la frontera con Francia y si uno observa sus pinturas, no podrá evitar descubrir aspectos comunes con la pintura de Modigliani, del cual fue amigo. Los cuellos largos y la presencia sutil del arte africano en colores y formas. En este momento, estoy leyendo su libro más conocido, El coleccionista de moscas. Frederik Sjöberg es biólogo especializado en insectos, un entomólogo, como se dice en el ambiente. Los insectos personalmente siempre me han llamado la atención sobre todo las hormigas, escarabajos y mariposas.
El autor narra usando la técnica del mosaico introduce el tema poco a poco, pasando de una perspectiva a otra, hasta que al final tenemos una visión completa del personaje o tema. La excursión en sí es interesante, porque nos pasea por un amplio escenario, con anécdotas entrelazadas, que desarrollan gradualmente el argumento. Su forma de narrar es directa y en primera persona. Un diálogo con sabor a monologo. Él describe, analiza, reflexiona, juntas datos, concluye con nuevas interrogantes y nos lleva por sus senderos en un laberinto lleno de sorpresas.
A menudo podemos pensar que una historia de las tantas que conforman la narración no está vinculada con las otras, pero sí. Avanzando en la lectura descubrimos la imagen que se completa lentamente, juntando todas las piezas del puzle que, como sabemos, se empieza desde el margen hacia el centro, que es el punto de la historia, sin ser el único, como en una novela policial, sino parte de un conjunto de fragmentos, que nos abren un panorama sin fin, despertando la curiosidad.
Desde el punto de vista de la escritura, el método usado es ventajoso para el escritor en el sentido de que un libro se compone de pequeños cuentos que convergen y dejan siempre abierta la puerta para nuevas perspectivas. El valor de la narración se manifiesta en la capacidad de interesarnos en cada una de las sendas seguidas, de despertar nuestro interés con infinitas preguntas y lentamente hacernos comprender, que todos los elementos se integran sin dejar de ser independientes o interesantes por sí mismos. El sentimiento que deja al leerlo es de participar en una investigación o viaje y, en realidad, es la lógica que usa para construir el drama. Es decir, un viaje en sus viajes, en su mente, sensibilidad y preguntas.
Aún me quedan otros dos libros de Sjöberg y por el momento no puedo decir más que el viaje ha sido fascinante. Pasando por miles de paisajes, situaciones, personajes e historias, donde la narración misma se basa principalmente en el saber y la curiosidad. Frederik Sjöberg es uno de los pocos ejemplos donde el ensayo se viste de novela y la novela de ensayo como si fuesen las dos caras de una valiosa moneda, como cuando nos cuenta la pequeña historia de cómo nacieron las trampas para atrapar moscas.