En nuestra última crónica de la peste descubrimos la impactante soledad del papa en San Pedro, relatamos la falta de mascarillas y concluimos recordando la que se presumía exposición del año en Italia, centrada en la figura de Rafael. ¿Qué ha sucedido en el mundo desde entonces?
Lunes 30 de marzo
Curioso país Estados Unidos, hasta ahora la mayor potencia mundial: primero por boca de su presidente se desestima el problema, mientras luego, gracias al indiscutible peso científico del inmunólogo de origen italiano Anthony Fauci, no quedó otra que determinar ciertas medidas de seguridad. El científico no solo había tenido la osadía de taparse la cara ante un despropósito de Trump, sino que en una entrevista a la prestigiosa revista Science dijo: «no le puedo quitar el micrófono cuando dice cosas que no comparto». Fauci se ha convertido en la bestia negra de los grupos de ultraderecha que lo acusan de todo lo acusable (satanista, pedófilo, comunista) y tanto es así que desde hace una semana vive bajo escolta.
Y siempre a propósito de las curiosidades estadounidenses, en la primera semana de esta especial cuarentena, se agotó el papel higiénico (no el alcohol desinfectante, ni las mascarillas, como en Italia) y la venta de armas tuvo un aumento más que consistente. Una colega que vive en ese país, me comentaba que diariamente le llegan decenas de ofertas. «Tanto es así que yo que vivo en un pueblo chico, tranquilo, rodeada de gente buena, casi me he sentido tentada de comprar un arma», fueron sus palabras textuales.
Martes 31 de marzo
Una noticia dramática en los primeros mensajes del día: el asesinato en Papantla, Veracruz (México) de la periodista Maria Elena Ferral Hernández, Premio Nacional de Periodismo de este país en 2005, corresponsal del Diario de Xalapa y el Heraldo de Poza Rica. Nuestra colega fue siempre una tenaz defensora de los derechos humanos, sobre todo las detenciones y consecuentes desapariciones forzadas a manos de la policía, por lo que había recibido numerosas amenazas de muerte que, a pesar de que habían sido oportunamente denunciadas, evidentemente, no fueron tomadas en serio por las autoridades. En la última década se han perpetrado 76 asesinatos contra periodistas en México.
Me viene a la mente el refrán a río revuelto, ganancia de pescadores, ya que es indudable que la pandemia está sirviendo a algunos sectores para obtener sus propósitos, no siempre transparentes. Es el caso de Viktor Orbán, el derechista y ultranacionalista primer ministro húngaro que, con el pretexto de la emergencia por el Covid-19, con un verdadero «golpe blando», suspendió todas las libertades en su país: desde hoy podrá gobernar mediante decretos durante el tiempo que estime conveniente, lo que incluye cerrar el Parlamento a tiempo indefinido, cambiar o modificar leyes y prohibir todo tipo de elección.
Hoy es día de supermercado y de mercado: después de una fila ordenadísima (es verdad que los romanos en tiempos de crisis muestran lo mejor de cada uno) de unos 50 minutos manteniendo religiosamente el metro de distancia veo que siguen escaseando los productos de limpieza. Lo mismo en el mercado, pero aquí una buena noticia: encargué mascarillas que deberían llegar en estos días. Me avisarán.
Miércoles 1 de abril
Los rumores que corrían desde hacía días se concretaron: efectivamente las restricciones (cuarentena incluida) se mantienen hasta el 13 de abril, informó hoy el primer ministro italiano, Giuseppe Conte: «No puedo estar seguro de lo que pasará después del 14 de abril. Cuando los expertos lo digan entraremos en la fase 2», que será de apertura gradual, especificó, se podía decir «de convivencia con el virus».
Otro gobernante, el brasileño Jair Bolsonaro, tal como su amigo Donald Trump, en un principio hizo alardes de no creer en la peligrosidad del Covid-19, al que había definido «poco más que una gripe», declaraciones que le valieron críticas incluso de su entorno y de sectores de las Fuerzas Armadas, sus grandes aliados. Sin embargo, rápidamente tuvo que cambiar discurso en 360 grados señalando que su país se encuentra «frente al más grande desafío de nuestra generación», aunque insistió en que si se ordenaba restricción «el problema para la economía será peor que el mal». Mientras el virus hace estragos sobre todo en los barrios pobres de Río de Janeiro y Sao Paulo, con un aumento vertiginoso la última semana.
Lo dramático es que son muchos los países que anteponen la economía a la salud de los ciudadanos. Es para preguntarse: ¿de qué sirve la economía si vamos a perder la vida? Digno de destacar el gesto del presidente argentino Alberto Fernández: gracias a un decreto se prohiben los despidos «sin justa causa o por las causales de falta o disminución de trabajo y fuerza mayor» por 60 días. En una entrevista televisiva con un tono muy coloquial hacía un llamado a los empresarios: «Muchachos, no es que van a perder….solo ganarán un poco menos». Gran verdad.
Jueves 2 de abril
Espantosas, terribles, dantescas (aunque ni siquiera Dante en el Infierno habría imaginado un escenario de ese tipo) las imágenes que llegan desde Ecuador: los cadáveres apiñados en las calles. Este país de 16 millones y medio de habitantes y sus casi tres mil nuevos casos de Covid-19 tiene el triste honor de ser uno de los países donde se registra el mayor número de contagios (en porcentaje) en el mundo.
En realidad hasta hoy los muertos no eran ni siquiera tantos en números absolutos (93). Sin embargo, la mayor parte, alrededor de dos tercios están concentrados en la provincia de Guayas, cuya capital, el puerto de Guayaquil es donde más se advierte este drama. La alcaldesa de Guayaquil, Cyntia Viteri, en cuarentena en su casa aquejada por el coronavirus hizo un llamado dramático al Gobierno central: «Por favor, ayúdennos. Las pompas fúnebres por temor al contagio no van a buscar a los muertos fallecidos en sus casas, y los parientes por el mismo temor los abandonan en las calles».
Viernes 3 de abril
Me avisaron que habían llegado las mascarillas, así que hay que ir a buscarlas alrededor de las 11 de la mañana. Casi no hay gente por las calles (se ve que en mi barrio son disciplinados). Incluso logro atravesar sin esperar la luz verde, ya que tampoco se ven autos. Aprovecho de comprar frutas y verduras. Filas normales a un metro de distancia casi todo el mundo con mascarillas, guantes….y prohibición absoluta de escoger fruta y verdura…aun con guantes.
Encuentro una amiga que, manteniendo el metro de distancia me cuenta de una estupenda acción de solidaridad en la que participa su hijo Carlo en Centocelle, un barrio periférico de Roma: un grupo de jóvenes reunidos en la asociación Libera Assemblea de Centocelle se organizaron para llevarle víveres a las personas del barrio que no pueden salir de su casa por edad o por enfermedad. Totalmente gratis, su eslogan es «la solidaridad debe ser viral».
Sábado 4 de abril
Buena noticia para Italia, menos buena para el Reino Unido: menos muertos en aquel país (681 de ayer a hoy), contra los 709 británicos fallecido en 24 horas, mientras el primer ministro, Boris Johnson, otro que había desestimado la gravedad, está contagiado. La tendencia de la epidemia en Italia es lenta, pero va decreciendo diariamente, lo que no significa «bajar la guardia», sino seguir aún en forma más rígida las normas establecidas, como «el metro de distancia social», según declaró el ministro de Salud, Roberto Speranza.
A pesar de la enorme mole de informaciones sobre el Covid-19, y justamente por eso, hay pocas certezas: ¿es mejor hacer los análisis a todo el mundo o solo a los sintomáticos?, ¿el alcance del virus es de un metro o de dos metros?, ¿cuánto sobrevive en la suela de los zapatos, y en la ropa, y en el pelo?, ¿su vida (la del virus, claro), ¿es igual en Wuhan, en las Islas Vírgenes, o en un villorrio andino? Muchas interrogantes ….y pocas certezas. No ayudan tampoco las declaraciones del jefe de la Protección Civil, Angelo Borrelli que un día después de las declaraciones del premier Conte sobre el alcance temporal de las restricciones, el 13 de abril, dijo que en su opinión «el 1 de mayo habría que celebrarlo en casa». Por si fuera poco, en conferencia de prensa agregó que personalmente «no usa mascarilla», aunque «respeta la distancia social». Algo es algo. La Protección Civil es una entidad dependiente del Consejo de Ministros de Italia, creada en 1982 para ayudar a la población en momentos de grave emergencia.
Domingo 5 de abril
Un meme muy sugestivo está circulando por las autopistas virtuales:
Dame el nombre de otro país en el mundo donde las batas desechables de los médicos y enfermeras sean de Armani, los respiradores Ferrari, las mascarillas de Gucci y el alcohol gel desinfectante de Bulgari.
Lo que sucede es que las grandes marcas de la moda decidieron renunciar a su bien más preciado: la firma, para poner su creatividad y eficiencia al servicio de los tiempos y de la emergencia. Y menos mal que no van a tener la marca, porque de o contrario sería casi seguro que nadie botaría una bata o una mascarilla desechable.
Y como no se pueden visitar los museos, el museo entra en casa. Esta vez un paseo interesante por el estupendo Museo Etrusco de Roma: la visita permite adentrarse en la historia de este pueblo que vivió en estos mismos lugares, hace 3.000 años y nada menos que durante 10 siglos (del X al I a.C), que eran señores de los mares (no es por casualidad que se les recuerda como temibles piratas), muy religiosos y al mismo tiempo artistas refinados en la danza, la música y la poesía.
Tal fue la importancia de su sistema y de su cultura que impregnaron el sistema social y político de otros pueblos, entre ellos de Roma misma que adoptó incluso los símbolos del poder etrusco como la corona de oro, el trono y las fasces, es decir las insignias que usaban los cónsules o lictores romanos que consistían en un haz de varas que sostenía un hacha en el centro, y que muchos años después formaría parte de la simbología fascista.
Impresionante y casi surrealista la imagen de la misa en el Vaticano en este Domingo de Ramos, con la enorme nave central de la Basílica de San Pedro casi totalmente vacía con poquísimas personas (no más de 20) que seguían el rito presidido por un Francisco visiblemente demacrado e incluso más vacilante que de costumbre. Una misa sin intercambio del signo de la paz y sin comunión: una misa en los tiempos del coronavirus.