A menudo, en reuniones y almuerzos en los que se habla de todo y de nada, las conversaciones se fijan en personajes que han alcanzado el Éxito.
El significado del término «Éxito» es muy amplio y, de hecho, en la misma reunión es posible que para cada uno sea un «algo» u «otro». Lo cierto es que hablamos de éxito cuando nos referimos a alguien que tiene mucho de todo, que ha llegado a la cumbre, al top ya sea en poder o en dinero. Nadie piensa en si es más o menos feliz. Por el hecho de ser rico ya está en posesión de la felicidad y, por ello, del Éxito.
Pocos, o ninguno, solemos hablar de los fracasos. El fracaso es algo que llega cada día, que nos rodea. Pero lo entendemos como negativo. No sabemos de los fracasos de todos los que decimos para alcanzar el éxito; de los errores y caídas, de las desdichas y sufrimientos. Tampoco hablamos de toda esa gente que se queda en el camino por la ambición de un «éxito» educacional que luego no es.
El éxito también es fracaso y el fracaso es éxito. Algo enrevesado pero, dependiendo de cómo lo miremos, así es.
Éxito podría ser, por ello, exigirse menos, perdonarse y quererse más, descansar más y disfrutar del tiempo libre. Y fracaso, por contra, ser incapaz de hacerlo por estar todo el día pendiente en mantener, o conseguir, más y más hasta no tener ni un solo segundo para disfrutar de las cosas importantes.
Nos han acostumbrado a creer que el mundo es para aquellos que tienen éxito y que los fracasados deben estar sirviendo a estos.
Los fracasos suelen ser fruto de nuestras decisiones. No conozco a nadie que tenga éxito si antes no ha tomado una decisión, con lo que el fracaso es una probabilidad más en nuestras vidas.
Cuando fracasamos, aquellos que solemos castigarnos y exigirnos en exceso, nos culpamos de haber tomado una mala decisión, pero no es así. ¿Y si hubiera salido bien?
Cuando fracasamos aparecen esos que te dicen eso de que te equivocaste, que ya te lo decía yo, pero suelen ser aquellos que no toman ninguna decisión de riesgo, ni la han tomado ni tomarán en su vida porque tomar una decisión es asumir el riesgo y asumir el riesgo es asumir el fracaso.
Si me caí era porque estaba caminando, y caminar vale la pena aunque te caigas.
(Eduardo Galeano)
Cuando fracasas pierdes la fe. Pierdes la fe en ti y en todos los que te han acompañado en la decisión por no haberte dicho antes que te estabas equivocando. Pero el resto te han seguido porque creían que tú podías acertar. Lo cierto es que cuando fracasas siempre parece que las decisiones las has tomado tú solo, por tu cuenta, sin consultar con nadie más.
No soy creyente, pero reconozco que cuando fracaso encuentro mi fe aumentada.
Cuando fracaso descubro mis más nefastos y perversos pensamientos, aquellos que te hacen hundir el cuerpo en el fango y del que te cuesta luego el doble resurgir.
Cuando fracasas todos tus éxitos anteriores mueren y solo aparecen las desdichas y reproches.
Cuando fracasas sientes la soledad del perdedor como una losa que te tapa, que te esconde.
Si te dices que eres un fracasado, hará que realmente lo seas.
En la tormenta el águila no se oculta, simplemente vuela mas alto.
¿Quién no ha fracasado en la vida?
Hay que seguir luchando por lo que pensamos merecemos.
¿Por qué no llamamos al fracaso de otra manera? Por
ejemplo, experiencia.
Nos pueden ir las cosas mal pero vendrán tiempos mejores solo hay que
tener paciencia.
Los logros llegan con el tiempo, con trabajo y empeño.
Nunca hay que perder la esperanza, ni la fe, y seguir adelante a pesar de
los fracasos.
Cuando te caes, acéptalo. No le des más vueltas, acepta lo que te ha
venido.
No seas tan duro contigo mismo. Aprende de los errores, aprende del
fracaso.
Busca el porqué. ¿Qué ocurrió para que no salieran las cosas bien? Puede
estar en lo interno o en lo externo. O puede haber parte de los dos.
No escondas los fracasos
Sé humilde para asumir los fracasos.
Mira hacia delante y sé optimista. Envuelto en la negatividad, en la tristeza, lo único que provocarás será un bloqueo permanente. Pasa del qué dirán.
Si la culpa del fracaso ha sido interna, es hora de planificar de nuevo aprendiendo de los errores y buscando conseguir los objetivos que pretendes.
No seas víctima, actúa. Si tienes un plan, llévalo a la acción.
Sé, por experiencia, que no es fácil. Responsabilízate del cambio:
empodérate, autolidérate y automotívate en los malos momentos.
Si nos culpamos de la derrota nos sentimos unos perdedores, parece que somos lo peor y que nosotros no estamos hechos para esto. aparece tu ego junto con tus creencias limitantes. Deshazte de ellas y sigue adelante.
Todos somos exitosos. Todos tenemos el poder de recuperarnos, de aprender. Cada día es una oportunidad.
Ten muy claro lo que quieres. Sin objetivos claros estaremos
desorientados.
Confía en ti, todo irá bien. Data un tiempo, no tomes decisiones
precipitadas. estarás mejor preparado para comenzar de nuevo.
Todos podemos caer. Caer te permite perfeccionarte. No llores. Fíjate bien en la lección por aprender.
Vuelve a intentarlo. Ni lo dudes. Solo fracasa el que no lo intenta.
Sé disciplinado.
Controla tus emociones, tus sentimientos. Sé optimista.
Piensa en ti. Piensa solamente en ti. No pienses en lo que puedan decir o
pensar los demás. Nadie está en posición de juzgarte por haber tropezado,
a todos nos ocurre alguna vez. Tus objetivos están en tus manos, de nadie
más.
Concéntrate en tus objetivos, no en lo que puede ocurrir si fracasas o si
vuelves a fracasar.
Enfréntate a tus miedos.
Disfruta cada momento.
El éxito es la capacidad de ir de un fracaso a otro sin perder el entusiasmo.
(Winston Churchill)
Hay quienes piensan que la vida es un camino recto. No es cierto. El camino de la vida, ese en el que se conjugan tanto lo personal como lo profesional, está lleno de curvas, de baches, de socavones y obstáculos en ocasiones difíciles de superar. Son los sufrimientos, los bajones, los fracasos.
Cambiar es equivocarte. Cambias porque te has equivocado.
Detrás de un gran fracaso siempre encontrarás pequeños éxitos.
Del pasado debemos aprender, de esos aciertos y más, si cabe, de los
fracasos, pero no deben condicionarnos.
Mirar atrás nos hace esclavos.
Acepta, deja ir, deja fluir...
Tanto los fracasos como las crisis nos enseñan a caminar por territorios que nunca habríamos descubierto. Es la vida misma la que nos pone a prueba.
De los fracasos, de los errores, se aprende; aprender del error, gestionar la adversidad, superarse, interiorizarlo.
Si fracasas siempre es porque lo intentas.
Aprende y sigue adelante.