Según un fallo del tribunal superior en Pakistán validó el matrimonio y la conversión forzada al islam de una niña cristiana de 14 años lo cual aumentó el temor que en este país de mayoría musulmana se continúen permitiendo este tipo de actos violatorios a la libertad de culto promulgada a nivel internacional, además que se incluye una situación muy delicada al tratarse de matrimonio infantil, el cual es fuertemente criticado a nivel internacional y contrario a las normas internacionales que combaten toda forma de explotación de menores.
Este tribunal dictaminó que tanto la conversión como el matrimonio forzados eran válidos ya que desde la perspectiva de la ley islámica (sharía) ella estaba en su derecho por libre albedrío de decidir abrazar el islam, pero por otra parte también se señala que en cuanto al matrimonio, este solamente se pudo ejecutar con el beneplácito de los tutores de la menor y se podría consumar solo bajo la circunstancia de que la interpretación de la ley religiosa señala que hasta después del primer ciclo menstrual ella podría tener la posibilidad de casarse.
La interpretación islámica lleva a que se pueda obligar a una persona a convertirse al islam, en países donde los pueblos del libro (judaísmo y cristianismo), no cuentan con la condición de protegidos (dhimmis) y son coaccionados muchas veces a abrazar el islam so pena de sufrir fuertes castigos, represiones o de ser falsamente acusados de “blasfemia” contra el profeta.
Es de lo anterior, que se podría mencionar que en un país como Pakistán se haga común el uso de la interpretación radical para considerar la obligatoriedad de convertirse. Están quienes asocian el siguiente texto a ese llamado a forzar las conversiones de no musulmanes:
Sura 9 aleya 5: “Y cuando hayan pasado los meses inviolables, matad a los asociadores donde quiera que los halléis. Capturadlos, sitiadlos y tendedles toda clase de emboscadas; pero si se retractan, establecen el salat y entregan el zakat, dejad que sigan su camino. Verdaderamente Allah es Perdonador y Compasivo.”
Según los intérpretes más radicales del islam, a esta aleya que popularmente se le denomina “de la Espada” (ayatus – saif) y abroga las disposiciones anteriores con respecto a las relaciones con los no musulmanes y abre la posibilidad que en caso de un conflicto se pueda no solo someter a grupos no islámicos, sino además forzarlos a llevar prácticas contrarias a sus propios principios religiosos, entre estos darles la oportunidad de convertirse y someterse o por el contrario entrar en una condición inferior a los no musulmanes y en ocasiones a la esclavitud.
El asunto es mucho más grave cuando se trata de religiones no monoteístas por cuanto desde el punto de vista islámico fundamentalista, los grupos politeístas o panteístas son considerados infieles abiertamente (kaffir), con los cuales solo el sometimiento o la conversión son pasos aceptados salvo que la ley del territorio no permita que se de un tipo de violación a sus derechos.
De lo anterior, en marzo del año anterior se dio el presunto secuestro de dos menores hindúes en la provincia paquistaní de Sindh, quienes luego fueron obligadas a convertirse al islam y casarse con dos hombres musulmanes. Ante esto la propia iglesia católica intervino y en voz de Monseñor Theodore Mascarenhas, secretario general de la Conferencia de Obispos de la India (CBCI) criticó fuertemente la medida y exigió que se respetara la libertad de decisión de las personas, ya que la religión no se debe imponer por la fuerza. En Pakistán el problema de las conversiones forzadas es tan grave que hay información que al menos mil niñas son obligadas todos los años a ser musulmanas y casarse con hombres de dicha religión, como señaló en abril de 2019 la página “Religión en libertad”, el irrespeto a la libertad religiosa es un común en los territorios paquistaníes y distintas organizaciones señalan esto como un problema reincidente.
A esto se suma no solo el peligro de la conversión forzada, sino que la apostasía o blasfemia entre algunas escuelas y practicantes del islam son actos punibles de un modo muy radical, por ejemplo, La niña Mehak Kumari de origen hindú a comienzos de este año, fue secuestrada, convertida a la fuerza y casada con un hombre musulmán. Posteriormente la policía la rescató y llevada a un centro de protección para mujeres, después ella argumentó contra su conversión y fue cuando clérigos islámicos exigieron que ella fuera decapitada por haber renunciado al islam después de realizar su conversión, un acto de irracionalidad debido a una interpretación altamente nociva.
De aquí se explica como desde una interpretación coránica mal llevada, puede llevar a que un intérprete de las leyes de los hadices islámicos como Sahih al Bujari pueda mencionar algo como lo siguiente:
“El Mensajero de Dios dijo: la sangre de un musulmán que confiesa que no hay divinidad excepto Dios y que yo soy Su apóstol no puede ser derramada excepto en tres casos: En caso de retribución por asesinato, adulterio, y el que cambia su religión y abandona a los musulmanes” (Sahih de al-Bujari, Vol. 9, libro 83, número 17).
La interpretación de Bujari es contrario a la práctica interpretativa del Corán por cuanto la prescripción de este con respecto al adulterio por ejemplo son los azotes y no la muerte. Pero Bujari lleva la sentencia a un nivel más elevado al considerar extremadamente grave la transgresión.
De igual manera coloca el abandono del islam como una causal de pena capital, y ante lo cual hay exegetas que se respaldan en interpretar la azora 9 aleyas 11 – 12 como respaldo para sancionar de muerte a quienes decidan levantarse contra la religión de Mahoma.
Ciertamente de ahí el apoyo político y religioso que asumen jurídicamente países como Pakistán, llevando a redactar normas donde se castiga a aquellos que tomen una posición beligerante contra el islam, asumiendo por ejemplo desde 1990 de modo constitucional que quienes blasfemen contra la religión y sus componentes más importantes puedan ser llevados ante la justicia y condenados a cadena perpetua o pena de muerte.
La persecución religiosa, y la manipulación para forzar a las conversiones o coartar la libertad de culto siguen estando entre una larga lista de violaciones a los derechos de los individuos en Pakistán y su resultado sigue siendo altamente tóxico para quienes pertenecen a otros grupos confesionales en el país, los niveles de tolerancia son bajos y los riesgos de la persecución y asesinato cada vez más “institucionalizados”.