Venezuela en lo político viene de un año intenso, aunque terminó tranquilo, a diferencia de lo que ocurre en la región; lo que no significa que se hayan superado los problemas que se experimentan en el país, sobre todo los que se dan en el campo económico. A principios del 2019 la dinámica política venezolana fue efervescente y su repercusión mediática se globalizó. No había noticiero en occidente que no abordara la situación de nuestro país.
En ese mes de enero de 2018 presenciamos la acción ofensiva de la oposición a la revolución bolivariana en el campo político, de la cual se destacan los siguientes eventos: la elección de Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional, así como su posterior autoproclamación como presidente encargado en una plaza pública, lo que generó euforia en quienes quieren que Maduro se vaya, de tal manera que se retomaron las movilizaciones. Finalmente terminó el mes con el anuncio de llegada de ayuda humanitaria por cualquier medio.
La realidad hoy es totalmente distinta, puesto que la oposición al chavismo está implosionada, y ello debido a los escándalos de corrupción en el manejo de los fondos relacionados con la ayuda humanitaria por parte del entorno de autoplocamado presidente interino. Estos escándalos revelan la pugna de los distintos sectores por la administración de los recursos que se obtienen por su causa (tanto los provistos por Estados Unidos de América, como los que han venido obteniendo de la apropiación irregular de activos de la República), así como la imposibilidad de construir una orientación común que se concrete en la unidad de acción. En este sentido, hay sectores que se mantienen en el dialogo con sus oponentes, mientras los otros se desgastan en una retórica que no consigue cambiar la realidad que cuestionan.
La situación de la oposición venezolana compromete los intereses de su patrocinante, es decir, los Estados Unidos de América, que solo le queda operar con medidas unilaterales para bloquear la acción del Gobierno bolivariano en el escenario comercial mundial, con el apoyo de los Gobiernos de la región que se subordinan a su orientación diplomática, dígase el Grupo de Lima, ahora ocupados en gran medidas de sus situaciones internas.
En este escenario observamos que la dirigencia de la Revolución bolivariana cada vez más tiene menos escrúpulos para mantener el poder en el territorio, como se observa en el campo económico, donde cada vez más hace cesiones al capital nacional y foráneo; mientras que en el ámbito internacional, concentra gran parte de la tarea diplomática en sortear los obstáculos para colocar el petróleo y adquirir bienes esenciales para la población venezolana, lo cual se hace por cualquier medio posible.
En suma, tenemos un ambiente político frío, en el cual, quienes son opositores al Gobierno bolivariano, se avergüenzan de su dirigencia, fracasada y mentirosa, lo que los inmoviliza y da ventaja al contrario, puesto que a nivel nacional poco pueden hacer para neutralizarlo políticamente; y quienes militan en el otro lado comienzan a experimentar la tragedia de apoyar a un Gobierno que, en su acción de resistencia se aleja continuamente de los principios de la revolución bolivariana o el legado de Chávez.
Están comprometidas las expectativas, una oposición que no logra avances en función de sus objetivos, en consecuencia devalúa sus apoyos y una dirigencia chavista que tiene una gran desconexión entre su discurso y su acción gubernamental.
No hay duda de que, en el ámbito climático, será una estación caliente, pero, en lo político no termina de calentarse, hasta ahora…