Lo llamaban «El Polera» y su nombre era Manuel Alejandro Rebolledo Navarrete. Un muchacho de 23 años, que vivía en un suburbio, en la estigmatizada población Libertad. Tenía una hija, una mujer, una madre, padre y hermano. Se interesaba por el fútbol y participaba en actividades deportivas y culturales. Siempre ayudó en el barrio, donde todos lo conocían y estimaban, pagaba sus cuotas anticipadamente en el club y se esforzaba en mejorar las condiciones de su población en el puerto de Talcahuano.
Manuel murió el 21 de octubre y según la crónica fue atropellado por un camión de la infantería naval durante una manifestación. Se afirma, sin pruebas concretas, que estaba con un grupo de saqueadores en una pescadería y que al escapar fue herido en una pierna, cayendo a tierra y posteriormente atropellado. La ambulancia que lo llevó al hospital «Las higueras» no pudo ayudarlo y su muerte fue declarada antes de recibir asistencia médica. Inmediatamente después del hecho, alguien llamó al padre para notificarlo sobre lo sucedido y la madre corrió al lugar de los hechos, donde recibió la noticia falsa, por parte de los uniformados, de que nada había pasado.
Manuel fue atropellado en un terreno baldío en las proximidades de un campo de fútbol. El camión militar salió de la calle, entró en el campo a una cierta velocidad y pasó por encima de él, que en esos momentos, yacía en la tierra a causa del baleo. La versión de los militares no corresponde a la de los presentes y se ha abierto un juicio, con la hipótesis de cuasidelito de homicidio, indicando así que no había una clara intención de matarlo por parte del conductor.
Durante una marcha conmemorativa, un mes después de su muerte, los carabineros atacaron el grupo de participantes con gases lacrimógenos y disparos, ejerciendo un nivel de violencia no justificado por la misma situación y sin considerar ni respetar el duelo de los presentes, cometiendo, según estos, una injustica en la injusticia.
La muerte de Manuel deja abierta una serie de preguntas sobre las causas de su muerte, pero también sobre su persona y su vida. El abogado y cineasta Roberto Pino Almeyda, ya premiado por un cortometraje, ha decidido dar respuesta a estas preguntas y mostrarnos quién era «El Polera», invitándonos a un viaje más allá de los prejuicios, lo que indirectamente nos ofrece la posibilidad de ver la vida y conocer a unos pocos de los protagonistas de una protesta, que está cambiando a Chile y al hacerlo, nos describe una parte olvidada del país.
El documental de Roberto Pino Almeyda no está terminado y faltan aún 40 minutos de filmación, que lleva como nombre: «A mí me mató el Estado de Chile». El documental pinta un cuadro nítido sobre esta trágica injusticia vista con los ojos de los padres, hermano, población y realidad social y nos muestra un país dividido y en profundo conflicto.