Conocer los orígenes de una población significa comprenderla mejor... y con motivo de la fiesta patronal de San Roque, Alezio ha mostrado con orgullo sus más remotas raíces: debido a los flujos migratorios nunca demostrados claramente, las de los mesapios aparecen inciertas — de origen ilirio o egeo-anatólica — llegados a Apulia en el umbral de la Edad de Hierro (IX a.C.). también es posible que los mesapios hayan sido fruto de la fusión de cretenses e ilirios; y así nos adentraremos en la Alezio antigua y en su privilegiada además de estratégica posición.
En la comarca apuliense de Salento, la localidad de Alezio (la Alytia mesapia o la Aletium latina), situada a pocos kilómetros de la costa jónica, en la provincia de Lecce, dotada de características favorables para el aprovisionamiento de agua y consecuentemente para las actividades agrícolas y pastorales, ha ido estimulando el asentamiento del área desde la antigüedad.
Con estas premisas, según los últimos estudios, Alezio está considerada central para la cultura mesapia. Y teniendo en cuenta la escasez de fuentes literarias, la investigación arqueológica representa con toda seguridad el instrumento más importante para conocer la ciudad ancestral. Si bien, en la actualidad, el conjunto de datos arqueológicos obtenidos no es suficiente para delinear una imagen completa del asentamiento antiguo. Y ello se debe a que la ciudad moderna sigue sobreponiéndose a los restos del pasado, perjudicando la exploración íntegra del sitio.
De hecho, los indicios arqueológicos recuperados se limitan a excavaciones no programadas, realizadas en coincidencia con obras públicas en el centro urbano y se tratan, sobre todo, de sepulturas. De todas formas, las intervenciones llevadas a cabo en Raggi, al este, y Monte d’Elia, al sureste, han consentido localizar, respectivamente, una parte de la zona habitada de épocas helenística y romana, además de una necrópolis que se remonta a los siglos VI y III a.C., añadiendo huellas importantísimas del remoto pasado. Por ello, la ciudad y su territorio han sido objeto de investigaciones incluso de un grupo de estudiosos de la Universidad de Sídney.
Así pues, se está tratando de reconstruir, aunque parcialmente, el aspecto de la antigua ciudad de Alezio, encuadrándola en el más amplio panorama del Salento mesapio y romano.
A partir de mediados del siglo VIII a.C., ha sido hallada en las áreas indígenas una notable presencia de cerámica de importación griega, que documenta las relaciones comerciales entre la población de Salento y Grecia en una época que precede la fundación de colonias griegas en la Italia sureña. Mientras a finales del mismo siglo, hay que citar la fundación de la colonia espartana de Taranto, que marca una etapa importante en la formación de la civilización mesapia.
Lo cierto es que Alezio en los siglos VI y V a.C. acoge un asentamiento de cierta importancia, a la que se refieren diversos hallazgos encontrados en el casco urbano y en las cercanías. De hecho, en el siglo VI el mundo mesápico registra notables transformaciones, en parte fomentadas por los contactos establecidos con la Grecia continental y con las colonias de la Magna Grecia. De esta fase de gran relevancia en el desarrollo de la cultura mesápica no se poseen informaciones relativas a la «forma» de la ciudad de Alezio (aún no se conoce perfectamente el desarrollo de la muralla), mientras mejores informaciones se pueden obtener del estudio de las necrópolis, que han devuelto numerosas tumbas de la edad arcaica, localizadas en lo que podría haber sido el asentamiento antiguo.
La presencia de tumbas en el interior de la zona habitada es una característica típica de la cultura indígena de Apulia, donde no se observa la separación entre la ciudad de los vivos y la ciudad de los muertos, tradicional de la civilización griega. En la necrópolis explorada en Monte d’Elia se han descubierto diversas tumbas-fosas, excavadas directamente en la tierra y cubiertas por una lastra de piedra local, con ajuares funerarios muy similares, como las cráteras para contener el vino y las copas, que rememoran la difusión en ámbito indígena de una usada costumbre: la del simposio (el banquete común caracterizado por un gran consumo de vino. En ámbito helénico, la práctica del simposio era normal en las clases aristocráticas o de ceto elevado, rigurosamente limitado a los hombres). Los ajuares depositados en los contextos funerarios, transmiten las complejas estratificaciones en la sociedad mesapia.
Los siglos IV y III a.C., el período que arroja el mayor número de datos arqueológicos de la Alezio mesapia, corresponden a la fase de mayor fulgor de aquella civilización.
La edad mesapia (entre los siglos VI y III a.C.) resulta indescifrable, aunque se puede suponer, a juzgar por el número de tumbas desenterradas, por el tipo de ajuares y por los abundantes documentos epigráficos, que Alezio tuvo su apogeo entre el IV y el III a.C. Un desarrollo derivado del puerto natural de Gallipoli, a unos 7 kms de distancia.
Cabe subrayar que los únicos testimonios escritos más antiguos se remontan al siglo I y se limitan a referir el nombre, de manera que para entender las fases más antiguas del asentamiento hay que basarse exclusivamente en la investigación arqueológica. Hasta ahora no se ha encontrado otra «piedra de Rosetta», que pudiera permitir la interpretación o la traducción de su escritura.
El relativo Museo Cívico Mesapio de Alezio (el único dedicado a este período) se inauguró en 1982 desplegado en el palacio de la familia Tafuri, del siglo XVIII. Su contenido se completa con el pequeño parque arqueológico montado delante del Museo, que comprende una serie de tumbas de grandes losas y de sarcófagos datados entre los siglos VI y III a.C., procedentes de Monte d’Elia: un muestrario de las tipologías de sepulturas mesápicas presentes en la ciudad.
Parece ser que Alezio mantuvo cierta importancia incluso después de la conquista romana, acaecida en 266 a.C. cuando la ciudad mesapia queda integrada en un nuevo contexto político y territorial. Mas, entre los siglos VII y XIII, escasean los elementos de referencia así como faltan fuentes históricas. En este arco de tiempo se hipotiza que la ciudad hubiese registrado una fuerte contracción tras la caída del imperio romano de occidente y la guerra entre bizantinos y godos por el dominio de la Italia meridional (535-553).
En 1269, Carlos I de Anjou, expugna y destruye la ciudad de Gallipoli, donde se habían refugiado los suavos tras la muerte de Corradino, el último representante de la dinastía en Italia. A los inicios de 1300 se atribuye la construcción de la iglesia de Santa María della Lizza, en la zona actualmente más bella de Alezio. El santuario fue edificado entre los siglos XII y XIII durante la dominación normanda y suaba aunque sus frescos de estilo basiliano podrían retroceder su construcción de unos dos siglos.
La localidad moderna fue prácticamente refundada en 1715, año en que el doctor Carlantonio Coppola (cabe indicar, entre sus descendientes, el pintor Giovanni Andrea, cuya colección fue donada al Museo de Gallipoli en 1982) concedió a algunos campesinos algunas parcelas de tierra para que construyeran sus viviendas en pleno y rápido crecimiento de la aldea. Con el decreto real de 1854 devino municipio autónomo, y gracias a la salubridad que distinguía el lugar, llegó a ser un centro vacacional para nobles y eclesiásticos. Y aumentando su población, ésta contribuyó a la realización de la iglesia de Santa María de la Addolorata, otra joya del tesoro aletino.
En la actualidad, Alezio, además de su patrimonio arqueológico-artístico, ofrece al visitante una infinidad de atractivos: desde su Parque Natural Regional Lido Pizzo – Isola Sant’Andrea en Gallipoli a las bodegas de la ya citada dinastía Coppola, a restaurantes de excelente y genuina eno-gastronomía como la Casa Rural Santa Chiara, Trattoria Scialai, Trappeto Stracca, I Malampi, Antico Frantoio, entre otros... Y para alojarse nada mejor que el antiguo y céntrico Palazzo Castriota, que respetando el pasado se ha adapatado a las mejores exigencias del presente.
Dignos de mencionar sus cercanos alrededores, como Tuglie (deliciosa localidad elegida por muchos vips) con sus imperdibles museos: el más completo de la Radio y el curioso de la cultura campesina, que cuenta con una parada ferroviaria propia; o Almifi con su extraordinaria catedral.