El CO2 es parte de la atmósfera y siempre ha sido así. El problema son los niveles de concentración de este gas que al aumentar cambian el clima, retornando más rayos solares hacia la superficie de la tierra, pues los rayos entran y salen y el CO2 se transforma en un escudo, que deja entrar la luz y reduce la cantidad rayos que abandona la atmósfera terrestre, aumentando como consecuencia la temperatura del planeta como en el caso de un invernadero. A mayor CO2, mayor cantidad de energía solar.
Este gas es producido sea por la naturaleza, por las plantas o por la combustión de carburantes fósiles. Y es este factor el que agrava el problemas y el que tenemos que reducir, emitiendo menos y atrapando más CO2 de la atmósfera con plantaciones de árboles — que almacenan gran parte de CO2 — y otras innovaciones que permitan su retención, absorbiéndolo de la atmósfera misma, además del uso sistemático de fuentes sostenibles de energía como la energía solar, el viento y las mareas.
En este contexto y como muchos lo hacen, atacar personalmente a Greta Thunberg no tiene sentido. Decir que es obsesiva o que sufre de Asperger nos aleja solamente del problema. En todo caso, esto no significa nada, fuera de ser un instrumento usado para denigrar y minimizar argumentos válidos, usando el método ad ridiculum. Lo importante e indispensable es afrontar los problemas que hacen aumentar la temperatura y así poder evitar las consecuencias negativas que esto produce y que producirá, causando desastres naturales, inundaciones, desertificación, hambre, migraciones y guerras.
A los que dudan de estas afirmaciones, los invito a controlar la relación estrecha que existe entre la concentración de CO2 en la atmósfera y las temperaturas registradas en estos últimos decenios. La concentración de CO2 ha aumentado de uno 270 PPM a 415,26 PPM en los últimos decenios y la temperatura media ha subido de modo tal que desde el 2001 hemos tenido 18 de los 19 años más calurosos de la historia. Agrego que el aumento de las temperaturas también es causado por otros factores, que son independientes de las actividades humanas, insistiendo al mismo tiempo que una reducción en los porcentajes de CO2 es y tiene que ser un objetivo perentorio de toda la humanidad.
Afortunadamente, muchos países a nivel mundial están reaccionando positivamente y las emisiones de CO2 tenderán a bajar, pero es necesario acortar plazos y acelerar el proceso de sustitución tecnológica, implementando a una economía verde. En este sentido, el norte de Europa está a la vanguardia y las inversiones anunciadas en tecnologías sostenibles aumentan rápidamente, facilitando la implementación de nuevas soluciones como el uso del hidrogeno, electrificación del transporte, uso de las mareas para producir electricidad, junto a una ampliación del uso de paneles solares y de energía eólica.
Volviendo a Greta Thunberg, hay que reconocer que su participación ha hecho más visible el problema del clima, sobre todo entre los jóvenes, creando un movimiento internacional como jamás habíamos visto antes. Millones de jóvenes han manifestado en más de cien países y en miles de ciudades. Greta se ha transformado en un símbolo o bandera de la defensa del planeta y esto probablemente le significará un reconocimiento importante en los próximos años a pesar de campañas a veces violentas en contra de su imagen y de lo que esta representa.
La atención, según mi opinión, tiene que focalizarse en la reducción sistemática de CO2 y en esto todos tenemos una enorme responsabilidad. En este cuadro, uno de los factores fundamentales es tomar consciencia de nuestro consumo y sus implicaciones, favoreciendo siempre soluciones y productos sin emisiones dañinas. Por otro lado, la humanidad afronta por primera vez un problema global y que no presenta otra alternativa, que la de actuar con objetivos comunes salvando el planeta.