Quiso Dios con su poder crear Cataluña antes que España, de hecho, según la doctrina independentistas sus derechos se remontan a los visigodos. ¿Que por qué digo esto? Porque me surgió la pregunta de dónde salían los instintos violentos de una parte de la población catalana después de la sentencia del Tribunal Supremo.
Realmente hablar de la diferencia entre rebelión o sedición, o si el Supremo va a mantener en la cárcel a los principales acusados por sedición y malversación, no es la intención de este artículo. Uff, ya se ha debatido todo esto en el show business TV. Ya sabemos que los acusados querían que se celebrara el referéndum ilegal el 1-O y no dudaron en consentir y organizar actos de violencia. También sabemos que Puigdemont y los demás fugados no van a volver y que acudirán al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Amén de todo, me he cansado de escribir sobre el bochorno de Cataluña y sobre nuestro país sometido a un conflicto de soberanía en otros artículos, lo único nuevo y sorprendente en esta ocasión sería que los independentistas han dejado hecho un basurero las calles, y por seguir trivializando, las declaraciones de Guardiola y Xavi. Aun no comprendo cómo han podido vestir la camiseta de la Selección Española, curiosamente gracias en gran parte a la reputación de haber jugado en la Roja hoy ganan su dinerito en clubes extranjeros.
Tanta indignación, tanta violencia, te deja esa interrogación en la cabeza ¿en qué se basa esta gente para tener un sentimiento tan animal de independencia? Empecé a investigar, más allá del último siglo de historia, y me resultó muy curioso un vídeo de YouTube:
Al verlo es fácil de entender que ellos dentro piensan que son unos oprimidos, si sabes de historia y lees los comentarios también es fácil de entender la estafa que supone el argumento. Es solo un ejemplo, hay un maremágnum de toxicología independentista.
Sigo tirando de carrete, se sabe que la educación siempre ha sido una herramienta para consolidar el poder de los Estados, esto explica tanta desgracia en la reforma educativa catalana que instauró el bilingüismo en 1983. Fue un salto crucial para la consolidar el sentimiento catalanista entre los jóvenes, también los medios de comunicación independentistas han hecho su parte. Si a esto le unimos el paro, la corrupción, el desgaste de los partidos gobernantes españoles y catalanes y, muy especialmente, la crisis institucional sobre el debate estatutario del 2010 y su resolución por el Tribunal Constitucional, nos encontramos que en veinte años los partidarios de una Cataluña como Estado independiente se han multiplicado como Gremlins.
Lo que al principio tenía un aroma romántico, ahora tiene un tufo rechazable, lo que las identidades nacionalistas en la España del 78 se presentan como un cajón de tradiciones y una riqueza cultural para todos, ahora nos empuja a bombardeo constante identitario. Que me perdonen todos los catalanes, pero soy de la opinión que cuando un país tiene las defensas bajas cualquier enfermedad puede atacarlo. Los nacionalismos son una enfermedad infantil, ya lo dijo Albert Einstein. Desde Artur Mas los catalanes tienen una enfermedad grave, la crisis económica, sus errores los ha justificado con la presión del Gobierno central, y el inmovilismo político de Rajoy. Los dos han contribuido a esta locura estúpida que vive nuestro país. Haciendo referencia a las balanzas fiscales ha resultado muy plausible la idea de una posible secesión de España. No hay nación más importante que la patria del dinero.
Creo que la verdadera batalla no se librará entre el secesionismo y el Estado, sino en las tripas del movimiento independentista para lograr la hegemonía política. En las próximas elecciones autonómicas Torra y su circo tendrán que asumir que será ERC el partido que les adelante. Respecto a la política central, no hay virgen o plegaría a la que nos podamos encomendar, después de las elecciones del 10N, ninguno de los que salga, o coalición que se precie, están preparados para la crisis catalana. Eso sí, que vayan pensando en la reforma fiscal para calmar los ánimos, con fórmulas que permitan el avance para Cataluña y el Gobierno central, y por favor dejemos las «bravas» solo para denominar a la costa catalana.
¡Ay! mientras… España vive suspirando. Suspiramos porque se ha convertido en un problema hablar de este tema en comidas familiares, suspiramos porque las empresas están divididas, suspiramos porque no queremos una frontera dentro de nuestro país, suspiramos porque Barcelona se ha construido sobre el sudor y trabajo de personas de otras comunidades de España, suspiramos porque los españoles queremos que los políticos dejen de mentir y de incitar a la confrontación civil, suspiramos porque hay catalanes que no quieren la independencia y se sienten orgullosos de ser también españoles…suspiros de España.
Entre suspiro y suspiro hago un llamamiento a la clase política catalana, ¿sería posible dejar de usar la ideología nacionalista como instrumento electoral político?