Cada país como sistema está asociado a un riesgo y este es evaluado y actualizado constantemente sobre todo en relación a inversiones y planes futuros de varias índoles. El concepto riesgo cuantifica de manera relativamente precisa el riesgo de una nación, es en sí un indicador polémico y a la vez interesante. Los factores que inciden en el riesgo son, por ejemplo: la inestabilidad, lavado de dinero, peligro de guerra y conflictos, el control que puedan ejercer grupos criminales, posibles sanciones internacionales entre algunos otros. Todos sabemos que en esta lista países como Irán, Corea del Norte, Yemen, son considerados de alto riesgo y que Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia se ubican en el extremo opuesto.
Estos índices también muestran tendencias hacia un riesgo mayor o menor en este contexto, podríamos en parte usar los resultados para evaluar las administraciones de cada uno de estos países considerando la reducción del riesgo como positiva y el aumento como negativo. Croacia es un país considerado altamente estable. Montenegro, siempre en la misma zona, estable y Bosnia Herzegovina inestable, donde a pesar de todo el riesgo de guerra desgraciadamente persiste, reflejando la inestabilidad de la zona y la existencia de conflictos aún no resueltos. Chile es un país estable, menos estable es México, donde la criminalidad tiene un peso evidente. Venezuela representa un riesgo alto y la pregunta podría ser cuál es el riesgo de Argentina y si este ha aumentado o disminuido. La sorpresa es que Argentina tiene un alto riesgo y este aumenta, debido a tensiones sociales, inestabilidad económica, corrupción y probabilidad de bancarrota financiera. Las consecuencias son varias, inflación, desvaluación, fuga de capitales y ausencia de inversiones con la consecuente falta de oferta de trabajo.
En cierta medida, sin que exista un estado de guerra interno o una amenaza externa, Argentina ha demostrado una incapacidad de estabilizarse económicamente y uno de los factores ha sido la falta de consenso y las fuertes ideologías que dividen el país y lo llevan lentamente a la ruina. Desde este punto de vista, la administración política del país por muchos decenios ha sido un rotundo fracaso. Reduciendo Argentina en menos de un siglo de una potencia económica a una villa miseria.
El caso argentino es digno de estudio y en estos momentos vemos confluir aspectos negativos como inflación, desvaluación, altos intereses bancarios, reducción de las reservas en moneda extranjera (US$), desocupación creciente y una deuda externa en aumento con compromisos de pagos que superan la disponibilidad financiaría del país. Las elecciones presidenciales se avecinan y la capacidad de tratar y llegar a acuerdos de renegociación con el FMI son cada vez menores, sobre todo si las elecciones, de acuerdo con los pronósticos, otorguen la victoria al Frente de todos. Por otro lado, el actual presidente Mauricio Macri no ha obtenido los resultados que esperaba y la desvaluación de agosto evidencia su gran derrota a nivel de política económica.
Todo esto en una realidad que potencialmente podría sustentar un desarrollo y bienestar económico muy superior al actual. Los recursos naturales del país son enormes. La capacidad de producción agrícola ilimitadas. Argentina se autoabastece de petróleo y gas y cuenta con uno de los niveles de escolarización más altos de Latinoamérica. Pero lo que hace falta y esto me parece evidente es el pragmatismo por un lado y la capacidad de crear consenso por el otro. Las diferencias ideologías se han convertido en una barrera al desarrollo y el país sin darse cuenta ha quemado sus posibilidades. Duele decirlo, pero el Frente de todos no representa una solución, ya que el problema es más profundo y se ha transformado en identidad nacional: jugarse el futuro para salvar un pasado que ya no existe y que quizás jamás existió: el sueño de ser grandes.
Argentina y Uruguay tienen muchos aspectos en común en relación a niveles educacionales, estructura productiva, demografía y cultura con la salvedad de las visibles diferencias en dimensiones y población. Argentina tiene 20 veces más habitantes y un territorio 12 veces mayor. A nivel económico Uruguay funciona y crece, es estable con un riesgo de sistema limitado y con uno de los mejores niveles de vida en Latinoamérica. Argentina, desgraciadamente se mueve en la dirección opuesta y el riesgo es significativamente mayor. La pregunta es: ¿cuáles son los factores culturales que explican esta divergencia?
La respuesta, en gran medida, es incapacidad de gobierno en el país mayor. Detrás de esta afirmación se encuentran razones históricas y culturales que bloquean en Argentina la capacidad de crecer y crear bienestar. Entre ellas contamos una rivalidad exacerbada, hiperideologización, corrupción, falta de sentido común, consenso y espíritu práctico. Desgraciadamente estos aspectos no se resuelven con un cambio de gobierno ni tampoco con una elección y es muy posible que todo vaya de mal en peor.