Ana Barriga (Jerez, 1984) ha sido comisionada para realizar un proyecto específico para uno de los espacios más emblemáticos de la Zona Monumental del CAAC, el antiguo Refectorio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. En este proyecto se le propuso realizar un gran mural en la pared frontal de ese espacio, así como intervenir en la capilla contigua. A partir de su interés por los objetos cerámicos de la cultura popular, la artista buscó establecer una relación entre las distintas etapas históricas de este espacio: primero como lugar donde se hallaban y utilizaban de forma cotidiana los objetos de cerámica (monasterio), luego como fábrica de porcelana en sí y, por último, con la presencia de iconos/figuras de la cultura visual contemporánea (de Trump a Zuckerberg). El resultado final, tras un largo proceso de evolución y síntesis, es un gran políptico colgado en el antiguo Refectorio a modo de retablo compuesto de diez elementos ensamblados y cuyo significado final bien pudiera ser una especie de vanitas moderna: de dónde venimos, nuestras vacuas aspiraciones terrenales y la muerte como destino que a todos nos iguala pese a la acumulación de poder y riqueza, y frente a las ambiciones y deseos de grandeza.
Como señala la propia artista: “Se trata de un retrato múltiple de siete cabezas, número basado en las muñecas rusas. Cada cabeza que se abre muestra los principios que le son afines y, por tanto, la interrelación que existe entre las distintas fuerzas, finalizando en el extremo en una calavera como símbolo de la muerte. Sustentando las cabezas para evitar el desplome, dos alegorías del cancerbero que guardan las puertas del inframundo para que los muertos no se escapen y actúan, a su vez, como contrafuertes de un templo ficticio que enmarca la escena principal, que se encuentra flanqueada horizontalmente por dos estadios simbólicos, el cielo y el infierno. En la parte más alta, coronando, el amor, y en el fondo grafismos en espray que desprovee de seriedad a los personajes, ridiculizándolos en favor de la libertad”.
Por otra parte, el único cuadro situado en la pared frontal de la antigua Capilla de la Magdalena nos muestra una escena donde vuelven a aparecer Adán y Eva representados, según la artista, mediante “una especie irreal que oscila entre el cuerpo de perro y el del cerdo, para ofrecer simbólicamente una imagen que pretende abundar en la condición humana”. Mientras, junto a una gran cruz como símbolo totémico aparecen “los frisos, pintados con monjes cartujos en relación con sus propios inte- reses, dando como resultado figuras conocidas de la cultura popular como la bolsa de Judas, Mister Potato o el cantante Maluma”.