Este mes he decidido dar nuevamente un giro y alejarme no solo de la política de rabiosa actualidad sino también de los temas musicales. En esta ocasión he preferido tratar un tema que, debido a hechos acontecidos en los últimos años, creo que no estaría de más comenzar a abordar. Me refiero al concepto de las «personas no humanas» y para lo cual empezaré, como ya he hecho en otras ocasiones, por aportar algunas definiciones.
En primer lugar habría que dar la definición de ser humano. La Real Academia Española lo define como «Dicho de un ser: Que tiene naturaleza de hombre para referirse al conjunto de los hombres», aunque personalmente preferiría dar una definición menos excluyente que fuese simplemente «perteneciente al homo sapiens». En este sentido se entiende como ser humano a la especie en su aspecto biológico y no racional.
En lo relativo al concepto de persona, la RAE lo define como «individuo de la especie humana»; sin embargo, desde un punto de vista filosófico se considera que los tres rasgos que definen a una persona son el raciocinio, la consciencia y la identidad; este punto de vista lo comprime la RAE bajo las palabras de «supuesto inteligente».
Personas no humanas: animales
El concepto de personas no humanas se basa en esta última acepción filosófica. Con él se pretende definir a ciertas especies de animales que, debido a su inteligencia y capacidades cognitivas, serían susceptibles de ser considerados personas. Las especies referidas son los grandes simios, los cetáceos y los elefantes, aunque también hay quienes quieren que se aplique a cualquier animal con capacidad de sentir.
Este concepto, más que definir una realidad, es una reivindicación para la creación de una figura jurídica que otorgue el rango de personas a estas especies de animales. Esta consideración les otorgaría ciertos derechos básicos exclusivos de los seres humanos: derecho a la vida, a la libertad y la integridad física.
Actualmente existen varias organizaciones dedicadas a este fin como son Non Human Rights Project, Greenpeace, PETA o el Instituto para la Ética y las Tecnologías Emergentes (IEET) entre otras.
Personas no humanas: robots
Sobra decir que actualmente no hace falta buscar mucho para encontrar multitud de ejemplos en el mundo donde, esos mismos derechos que estas organizaciones reclaman para los animales, les son negados a los seres humanos.
En este sentido cabría nombrar a la dictadura monárquica y teocrática de Arabia Saudí. Este Estado decidió finalmente conceder el derecho de conducir a las mujeres en 2017; sin embargo, éstas siguen sin gozar allí de la categoría de personas, dado que carecen de los derechos básicos que las mismas. Ese mismo año en el que daban ese «salto sin precedentes por los derechos de la mujer», el Gobierno saudí también decidió concederle la nacionalidad nada menos que a un robot. Da la casualidad que Sophia, pese a haber sido diseñada con aspecto femenino, no está considerada una mujer, y como tal posee más derechos que ellas, como es el poderse mover sin tutelaje masculino o no estar obligada a usar hijab o abaya.
Personas y derechos
Cierto es que el caso de Arabia Saudí es un tanto extremo además de que, considerando su sistema de derechos y libertades, no debería tomarse como un ejemplo para nada. Sin embargo, esa decisión de otorgarle la ciudadanía a un robot, sí que pone encima de la mesa la cuestión de si la inteligencia artificial llegará algún día a un nivel de desarrollo tan avanzado que pueda ser considerada «persona».
En mi opinión, antes de que ese escenario tenga lugar, habría que abordar seriamente el debate de qué derechos habría que otorgarles, por imperativo moral, a los animales. En el mundo occidental se considera impensable que una persona pueda tener menos derechos que un objeto, sin embargo, somos capaces de aceptar sin ningún problema el hecho de que un animal tenga menos protección legal que un coche, por poner un ejemplo.
Actualmente hay multitud de pruebas que certifican la inteligencia de algunas especies de animales y algunos son capaces hasta de manejar ciertos conceptos abstractos; aun así, parece que estamos mucho más dispuestos a otorgarles derechos básicos a una máquina antes que a un ser vivo.
La inteligencia artificial, mientras no sea capaz de crearse a sí misma sin la ayuda del ser humano, no dejará de ser más que un reflejo de nuestro propio intelecto. Es por ello que, independientemente de lo inteligente que ésta sea, jamás podrá compararse a la inteligencia que demuestre tener un animal.
Como apunte final me gustaría añadir que creo que, en algún momento, la humanidad tendrá que hacer frente al hecho de que el apelativo de persona no solo define a los seres humanos. Está claro que en el día que nos crucemos con alguna especie alienígena inteligente habrá que redefinir el concepto de «persona».
Saber que no estamos solos en el Universo sin duda será un catalizador de este concepto, aunque me gustaría pensar que antes de que eso suceda, nos daremos cuenta de que no estamos solos en el planeta.
Aún le queda mucho camino a la humanidad para llegar a ese punto. Plantearse darles la categoría de personas a los animales no es más que una quimera en un mundo en el que se les niegan esos derechos básicos a muchos seres humanos. Sé que es triste pensarlo, pero si el ser humano ni siquiera se tiene respeto a sí mismo, no se puede esperar que lo tenga por nadie más.