Es indudable que el actual Gobierno costarricense, que es una mezcla no bien definida de planteos socialdemócratas y socialcristianos, con aires liberales en algunos sectores y socialistas en otros, no cabe en ninguna definición político-doctrinaria que solía hacerse antiguamente.
Por eso mismo presenta facetas que desconciertan al pueblo ya que, además — desde la Administración anterior — lamentablemente carece de una política concreta y definida de comunicación social.
Este breve análisis tratará de enunciar tanto los componentes teóricos de una política de comunicación como algunos de los instrumentos requeridos para su concreción.
Primera parte
A raíz de que el actual Gobierno debe hacer frente al menos a acciones políticas de gran envergadura que — por su naturaleza — se están dirimiendo en la Asamblea Legislativa, requiere que todos los costarricenses conozcamos propuestas, soluciones, aplicaciones y resultados, que no se avienen con la ausencia casi total de información proveniente del Gobierno Central como tal, justo en un momento en que la ciudadanía tiene en su poder el uso de redes sociales que le permiten externar sus posiciones -aunque esas no sean ni las correctas ni las convenientes.
Esto deja al Gobierno- en una posición de indefinición que causa mucha confusión entre el pueblo que- a falta de información adecuada- recurre a los rumores. Y no basta un cambio en la titularidad del ministro de Comunicación -como ha ocurrido ya -si el problema de fondo: la carencia de información Gobierno-pueblo -Gobierno se mantiene.
Este análisis va mucho más allá del cambio del titular de la cartera de Comunicación ocurrido hace un mes: analiza no solo una carencia vital que subsiste , sino que propone — como lo hemos venido haciendo en artículos anteriores — la creación de una práctica distinta: abrir canales de comunicación (doble vía) ya que no basta informar (unidireccional), sino que se requiere comunicar (acción de dos vías) para involucrar conscientemente al que va a ser el que deba soportar los cambios que se están planteando y llevando a cabo por vía acelerada: el pueblo.
En el pasado — antes del advenimiento de Internet y más concretamente de los instrumentos conocidos como redes sociales — los Gobiernos que deseaban implantar la practica comunicacional (pues no se contentaban solo con hacer comunicados de prensa) estaban constreñidos a hacerlo en reuniones presenciales, bien forzadas por grupos de presión, bien convocadas ex profeso.
Hoy día no ocurre. Y no ocurre desde la Administración anterior (cuatro años) y de la actual (un año).
Si bien las redes sociales permiten intercambiar ideas, posiciones, esto no ha ocurrido en todo este tiempo, bien por error de omisión, o porque se toma adrede la decisión política de no hacerlo, o porque no sabe hacerlo. Sea cual sea la razón, a este problema (porque lo es) le llamaremos el pecado de Onán Gubernamental, por omisión presidencial, dado que el señor presidente de la República, Carlos Alvarado, no es neófito en estos temas, dado conoce del asunto por ser periodista de profesión.
Se da, entonces, por sentado que el Poder Ejecutivo es totalmente consciente de la necesidad de líneas de acción para la comunicación, y se supone que entre los señores miembros del gabinete ejecutivo no se discute la necesidad de una política, sino más bien podrían estar varados ,dado no han dado con la forma de definirla, el sistema racionalizado de proponerla, y sus presupuestos ideológicos, así como de instancias que velen para que tales contenidos sean «neutrales» desde el punto de vista electoral, aunque no desde el ángulo político dado que la decisión de establecer una política nacional de comunicación social es esencialmente una opción política pura. Sin embargo para mayor claridad de quienes hayan de poner en práctica los alcances de este trabajo si se llegara a la decisión política concreta, se hacen estas reflexiones obligadas.
Algunas precisiones sobre el tema
En el área de la Comunicación Social una política es un conjunto de prescripciones — tanto positivas como negativas — de comportamiento social en relación con los fenómenos, problemas o procesos dados. La política puede aplicarse en varios niveles en un país: a nivel nacional, a nivel de las instituciones, a nivel de los sectores de la sociedad civil, a nivel de las empresas informativas, a nivel de los profesionales que están involucrados en los procesos de comunicación, a nivel de los variados y dispersos órganos en los que se nuclea la población civil.
Adicionalmente, a tales políticas -e independientemente de su alcance- la comunicación, sus procesos y sus productores, la legislación de los países a veces es expresa y lo suficientemente explícita en su intención de regular el comportamiento de los medios, el alcance de los contenidos y la función que deben cumplir la radio, la prensa, y la televisión en la sociedad, pero en otras sociedades -como en el caso costarricense- se ha concretado a señalar algunas prohibiciones o limitaciones.
A contrario sensu, si actualmente la información que circula en redes sociales no está constreñida ni regulada, discurre libremente tanto con sus aciertos como con sus mentiras, tanto con sus posiciones positivas y constructivas, como con sus posiciones antagónicas: negativas y destructoras.
Y contrariamente a esta fuerte dinámica de acción diaria , el Gobierno da la callada como respuesta o a lo sumo sale a hacer aclaraciones de cuando en cuando que — por lo esporádicas y débiles — lejos de convencer confunden, o peor aún: no son creíbles, aunque estén revestidas de verdad.
Nuestros sabios abuelos solían afirmar que mal de muchos, consuelo de tontos y como es evidente que la aparición y uso de redes sociales para informar-desinformar o viceversa… es asunto que afecta hoy día a muchísimos países, no sería inteligente refugiarse en el dicho anterior, sino que es necesario que el Poder Ejecutivo le meta el diente al asunto estudiándolo adecuadamente pero no desde el ángulo limitado del periodismo (técnica acotada de la información), sino desde el ángulo de la técnica de la comunicación.
La información reiterémoslo una vez más implica una sola vía, la comunicación implica dos vías. Explicado en sencillo: la información es redactar un comunicado, hacer una aclaración, pedir una disculpa. La comunicación es más trabajosa requiere organizar el pueblo en sectores, estamentos, núcleos para intercambiar con ellos información: escuchar y ser escuchado. Implica conocer las razones por las cuales el pueblo externa determinadas posiciones, así como corresponderle no solo dando explicaciones-usualmente poco convincentes, si no se conoce la génesis que impulsa a determinados grupos a expresarse de determinada manera.
Un agravante que no es culpa del gobierno, sino de los medios utilizados por grupos *ad hoc, es que ni Facebook, ni Youtube, ni WhatsApp — por mencionar los más usados — tienen la menor preocupación en conocer si Juan Pérez es Juan Pérez. Basta que alguien use el nombre y ya queda legitimado para decir lo que le venga en gana, sin responsabilidad alguna. Y lo que diga Juan Perez queda legitimado además por la callada que el gobierno da como respuesta. Peor no puede ser el panorama.
Una solución a mano
Costa Rica ya hizo en una ocasión (de esto hace casi cuarenta años, en la Administración Carazo ) un intento de comunicación que comenzó por conocer cuales son las causas conductuales por los que determinados grupos se organizan, se pronuncian y actúan.
Para lograrlo, bajo mi responsabilidad y supervisado por el primer vicepresidente de la República, y con la ayuda invaluable de profesionales en periodismo, psicología, sociología , antropología, ninguno funcionario de la Presidencia de la República, sino prestados por diversas instituciones, nos dimos a la tarea de pergeñar en menos de dos meses un esquema de comunicación sui generis.
Nos empeñamos en conformar un grupo encargado de difundir noticias al exterior, bajo el nombre de CRI-Costa Rica Informa, hicimos seminarios de formación en diversas instituciones, hacíamos reuniones con grupos de interés y líderes de opinión en la Presidencia de la Republica cada semana y aunque tuvimos como férreos opositores a los medios de comunicación tradicionales, logramos permear las ideas que requeríamos para tener el acompañamiento popular requerido, pese a que las políticas económicas, no fueron nuestras aliadas en tal empeño.
Formamos casi cincuenta funcionarios -todos profesionales universitarios en diversas disciplinas expresamente seleccionados en conocer que las razones por la cual hay quienes se conducen en la vida por alguna de estas de estas tres causas: Amor, Logro, Poder (Teoría de McClelland, véase aquí). Con ellos pudimos hacer decenas de seminarios y talleres participativos en muchas comunidades dispersas, de manera que fue posible neutralizar las noticias contrarias desperdigadas por la Gran Prensa.
Lamentablemente por trabas burocráticas reales e inventadas, el proceso no pudimos llevarlo a cabo en todas las comunidades y sectores, pues las trabas de la Contraloría General de la Republica interferían el proceso de manera grosera. Y con el cambio de Administración todo ese esfuerzo se vino al suelo y ningún gobierno posterior intentaría rehacer el proceso.
Aun en la actualidad varios de los profesionales formados por nosotros se ganan la vida como profesores e instructores en Teoría de la Motivación de McClelland, aggionarnandola con sus propios descubrimientos y los avances en la teoría psicología, pero ninguno de ellos beneficia al gobierno que les daría tal. formación.
En la actualidad habría que rescatar lo que se pudiese y reconstruir el intento: el país lo necesita. De lo contrario las corrientes de opinión publica malintencionadas o mal informadas pueden dar al traste con los esfuerzos de reconducir el país por las sendas de la reconstrucción de acciones gubernamentales que muestran vicios entronizados, corrupción por doquier y reticencias de cambio.
Recapitulando
Según la naturaleza de los enfoques ideológicos de cada uno de los Estados se ha normado la comunicación globalmente al considerarse que es un fenómeno social que afecta a todos los sectores de la población y que constituye parte vital del proceso de la organización social.
De acuerdo a intereses estrictamente ideológicos, más que prácticos o de conveniencia para sus gobernados, algunos Estados se han limitado a legislar sobre las instituciones que operan en la sociedad delimitando sus atribuciones, salvaguardando el honor de las personas, los intereses públicos, la seguridad del Estado, pero sin importarles -para nada-la incidencia de noticias e informaciones en la vida social de los gobernados.
Otros Estados circunscriben su acción a la normación de los comportamientos de los profesionales, individualmente o como integrantes de grupos colegiados que ejercen la función de redactores o productores de mensajes, mediante la formulación de proposiciones deontológicas para profesionales. Pero con el advenimiento de las redes sociales y la facilidad ad-libitum de que cualquier persona utilice el espacio para verter criterios se ha creado una gran confusión en lo que respecta a lo que se aprueba y debe aprobar o no socialmente.
De esta contradicción por inacción del gobierno y exceso de acción del pueblo, nace la mala información, la desinformación y su consecuencia funesta la pérdida de credibilidad gubernamental y por ende su legitimación. Pero aun el problema que nos ocupa ofrece un panorama meridianamente claro en el caso del gobierno actual: cuando por decisión gubernamental (sea por incapacidad, sea por decisión expresa) la tendencia es claramente es no comunicarse, que es el veredicto ampliamente leído y escuchado en distintos medios de de información y grupos de interés que estudian la materia.
Conclusiones
A todo lo anterior debemos agregar la tradición y , vigencia de determinados principios, las ideologías, las tesis de los partidos políticos representados en la Asamblea legislativa, todo lo que ha dado como resultado visible, palpable, medible que ese déficit gubernamental que ya hemos palpado en dos administraciones del Partido Acción Ciudadana no se queda vacío-por lo contrario-lo llenan las redes sociales, siempre con mensajes negativos y que causan confusión, dando origen a la conformación de grupos sectarios imbuidos de ideas y posiciones contrapuestas a las corrientes de opinión mayoritarias, pero que no se expresan -o a lo sumo lo hacen -para criticar sin tener la información adecuada ,por lo tanto, aumentando así la confusión.
Como consecuencia de la dinámica política en que estamos inmersos, a raíz de la impulsión de reformas fundamentales para enderezar el rumbo del país, se observa como fenómeno residual algo poco usual:
Un Poder Ejecutivo que no se pronuncia y una Asamblea Legislativa que se pronuncia día a día, todo lo que se ha encargado de elaborar, por default, igualmente, un conjunto de normas no escritas y de aspiraciones que pese a su valor y peso específico permean intereses de grupos que se pronuncian permanentemente ,encontrando al Poder Ejecutivo desarmado y mudo, o tan solo circunscrito a pronunciarse en lo que se encuentra definido o es obligado-virtualmente- a formalizar su opinión oficial.
Expresado lo anterior de forma más escueta y directa: cuando los medios de información tradicionales se llenan de aclaraciones del Poder Ejecutivo, un día por el tema A, otro por el tema Z, algo no está funcionando bien en el Ministerio de Comunicación. Y como este Ministerio existe, pero no se pronuncia, ni se conoce quien es su titular... el sambenito cae directamente en las figuras más visibles del Ejecutivo: el presidente de la República o el ministro de la Presidencia, lo cual es ampliamente injusto dado que se están dedicados a una tarea inmensa: poner orden en el desorden que se ha entronizado en este país, justo cuando el globo que nos circunda muestra severos golpes a la naturaleza, las instituciones la credibilidad en la política y los políticos y por supuesto a su resultante: la convivencia sociales…