El trabajo que se viene realizando en las últimas décadas por recuperar la obra de importantes artistas mujeres, que habían sido olvidadas por la historia del arte, no sólo hace justicia sino que reescribe unos discursos que contaban con grandes lagunas, dificultando la comprensión de los profundos cambios producidos en el arte actual.
La aportación de las artistas a la teoría y a la práctica del arte, de la mano del movimiento feminista, ha sido incuestionable, sobre todo a partir de finales de los años 60 y de los 70. Artistas y teóricas comenzaron entonces una andadura que está lejos de concluir.
La obra multidisciplinar producida por Yeni y Nan (Jennifer Hackshaw, Caracas, 1948, y María Luisa González, Caracas, 1956) resulta compleja pues se nutre de diferentes corrientes, medios y recursos que confluyen a partir de los años 60 y 70: el arte no objetual y el arte conceptual, el land-art, el body-art, el arte efímero, el arte de acción y la performance, las instalaciones y las vídeo-instalaciones, el vídeo y la fotografía, el dibujo y el texto. Las artistas encontraron en el vídeo un nuevo medio, que carecía de una historia que las hubiese excluido del relato artístico –como había sucedido con la pintura y la escultura–, una forma idónea de plasmar sus también nuevas experiencias artísticas como la acción y la performance.
El medio videográfico fue utilizado por Yeni y Nan al servicio de una exploración en torno al cuerpo, al ser humano en su relación con la naturaleza y la experiencia existencial del espacio, entendiendo al individuo como un todo. Pusieron su empeño en un aprendizaje donde ver de un nuevo modo el cuerpo a nivel físico, mental y psicológico. No querían construir objetos sino experiencias.
Yeni y Nan se conocieron en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas de la capital de Venezuela y entre 1977 y 1986 se involucraron en un proyecto artístico y de vida en común cuyo resultado fue un tipo de obras pioneras de la performance en Venezuela.
La exposición se ha articulado bajo cinco grandes epígrafes: NACIMIENTO, IDENTIDAD, AGUA, TIERRA y ARAYA.
El tema central de su producción es el cuerpo, mejor dicho, sus propios cuerpos. Ellas se convierten en objeto, sujeto y escenario de trabajo, y siempre desde un planteamiento procesual. Proceso que tiene que ver tanto con su forma de entender la creación como con la idea de cambio y desarrollo en un plano que no es solo artístico sino también psicológico y vital.