En el siguiente artículo, dividido en dos partes, el autor, que fue embajador en Venezuela entre los años 2008-2010, intenta trazar una hoja de ruta. En esta primera parte analiza la génesis, eclosión y contexto de la denominada Revolución bolivariana, recordando los hechos previos que la explican así como su posterior desarrollo y evolución desde una primera fase chavista hasta su degradación en la etapa madura-cabellista.
El problema del poder del Estado, decía Lenin, el fundador del Estado soviético, es el fundamental en toda revolución. Sin comprender esto con claridad no puede pensarse en participar de modo consciente en la revolución y mucho menos en dirigirla.
En la vida política de nuestros pueblos, de nuestras repúblicas, generalmente el grupo que ejerce el Gobierno tiene el control del gobierno de la sociedad, de sus instituciones, pero no tiene el Poder real de ella, de la sociedad. Sucede que puede tenerse el Poder y no tenerse el control de las estructuras institucionales del gobierno, y puede darse el caso que se tenga el Poder y el control de las estructuras institucionales del gobierno y carecer de la gobernabilidad política.
En Venezuela, en el año 1998, Hugo Chávez ganó las elecciones y emergió a la dirección del Gobierno venezolano legal y constitucionalmente, bajo una estructura de tradición histórica republicana, que 40 años atrás, el 23 de enero de 1958, había superado y derrotado, por una acción de masas y luchas populares, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y abrió en ese momento la puerta para iniciar, desde entonces, el desarrollo político democrático que se cubrió bajo el manto de la llamada IV República. De este proceso surgió la Constitución Política de 1961.
El impacto de la Revolución cubana en la IV República
La IV República había desarrollado y fortalecido un régimen y un sistema de partidos políticos, que condujo a un bipartidismo gobernante entre fuerzas socialcristianas y socialdemócratas, representadas por los partidos políticos, COPEI y Acción Democrática. Durante su existencia, Venezuela pasó a ser parte de las pocas democracias políticas en el continente cuando el manto oscuros de las tiranías, dictaduras y gobiernos autoritarios militares se impusieron en casi todo el continente. Durante su existencia, particularmente en la década del 60, se desarrollaron guerrillas de izquierda y comunistas orientadas a impulsar procesos revolucionarios, de carácter socialista, surgidos de las armas, a imagen y semejanza de la Revolución cubana, recién triunfada, el 1 de enero de 1959, situación que desgarró en parte a la sociedad venezolana y a las propias fuerzas políticas de izquierda, lo que provocó durante el período de la restauración democrática de la IV República fases y políticas represivas.
En el caso de la Revolución cubana, con el triunfo del Che Guevara en Santa Clara, el triunfo en La Habana y el de Fidel Castro en Santiago de Cuba, Fidel allí proclama, como resultado de ese triunfo armado y de la lucha popular antibatistiana, a Manuel Urrutia como primer presidente de la República de Cuba en la nueva situación, e integraron su primer Consejo de Ministros.
Así, la democracia de este período en Venezuela se afirmó en consonancia con procesos de represión violenta y hasta con el asesinato de dirigentes políticos de la izquierda y de las guerrillas, algunos de ellos padres y familiares de actuales dirigentes del chavismo y del madurismo gobernante en Venezuela.
Caracazo e intento de golpe de Estado
Durante la IV República la corrupción, que parece ser consustancial a la naturaleza y la cultura de la sociedad venezolana, al final de su período, en la última década del siglo XX, había alcanzado niveles obscenos y presagiaba los estertores políticos que la llevarían al colapso político. Dos situaciones prendieron las luces de esta grave realidad, el llamado caracazo, el 27 de febrero de 1989, iniciando el Gobierno socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez, como gran reacción popular y social contra las recetas neoliberales que se estaban impulsando, y el intento de golpe de Estado que el 4 de febrero de 1992 trató de dar un joven militar llamado Hugo Chávez Frías, al finalizar el período de gobierno de Carlos Andrés Pérez, por lo que pasó dos años en la cárcel, hasta que el presidente socialcristiano Rafael Caldera, quien había asumido su segundo mandato en 1994, lo indultó, situación que catapultó a Chávez ante esos sectores populares y fuerzas políticas de izquierda y antipartidos tradicionales.
Los estertores de la IV República la llevarían a su asfixia, a su defunción y al triunfo electoral que logró catapultar a Hugo Chávez quien hundió oficialmente la IV República al fundar y declarar la V República, y advertir en su juramento, en la toma de posesión presidencial, la muerte de la Constitución de 1961, para convocar inmediatamente a una nueva Asamblea Constituyente y aprobar la actual Constitución Política de la llamada República Bolivariana de Venezuela, bajo el Referéndum del 15 de diciembre de 1999. Así inició este nuevo proceso institucional de la llamada V República.
El Movimiento V República
Al iniciar la V República, Chávez lo hace con el concurso de una serie de sectores y fuerzas políticas mezcladas, casi 25 grupos y partidos políticos, en el llamado Movimiento V República. Poco tiempo después, lo avanza hacia la constitución del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que Chávez creó en el 2007, de manera muy similar al proceso inicial de la Revolución cubana, cuando el conjunto de fuerzas triunfantes, alrededor del Movimiento 26 de Julio y de la figura de Fidel Castro, se fundieron en el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, que se creó el 26 de marzo de 1962.
En Cuba, por el origen de la Revolución, resultado de una lucha guerrillera principalmente, la evolución avanzó hacia un régimen de partido único. En Venezuela, por la estructura republicana y el origen y ascenso al Gobierno, y luego al Poder, por Hugo Chávez, mediante procesos electorales, por más intentos que se hayan querido impulsar, el régimen institucional venezolano descansa en un sistema de partidos políticos y juegos electorales, que desde 1999 hasta hoy, en que los sectores chavistas y oficialistas han participado en casi 25 procesos electorales de diverso tipo, elecciones nacionales, estatales, regionales, municipales, de presidente, de diputados, de alcaldes y gobernadores, de referéndum, de diputados constituyentes. La regla de oro de estos procesos político electorales, en régimen y en sistema democrático, es que lo que se gana en elecciones también se puede perder en elecciones, y de que se deben compartir, cuando así sucede los distintos poderes de la República, si ello resulta del sufragio, del voto ciudadano, de la soberanía popular.
Pero, desde la perspectiva del Poder, Chávez había diseñado su estrategia para quedarse en el Poder, no para abandonar eventualmente el Poder y el Gobierno, ni siquiera con elecciones, aunque no les temía por su arraigo popular, por su carisma popular, por sus cualidades de líder para la población en general, y por la billetera que le tocó administrar en la época de la bonanza de los precios del petróleo, que le permitió impulsar una serie de reformas sociales, y de instituciones, que le permitió atender y atacar problemas sociales, históricos, arraigados como un gran fardo sobre las espaldas de todos los venezolanos, especialmente con los directamente excluidos y marginados, que con casi 18 grandes programas que atendían estos frentes, les hizo actores visibles, activos y movilizados de sus luchas y frentes de combate, con la billetera tan llena que le permitía volcarse, solidariamente, en ayuda a otros países, mejorando su imagen internacional.
Las dos etapas bien diferenciadas de la V República
A mi modo de ver, esta V República tiene dos fases, la de la etapa de Hugo Chávez y la de la etapa de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, en lo que podemos llamar la etapa chavista y la etapa maduro-cabellista.
Esta particular situación la oposición política venezolana no la ha sabido delimitar. El oficialismo trata por todos los medios de continuar en el imaginario político colectivo la primera fase, y mantener el ícono de Chávez, como la columna vertebral de ese proceso político institucional. Maduro ha mantenido ese discurso, aunque en esta etapa de su situación ya ni menciona a Chávez, porque no es Chávez el que está cuestionado, no es Chávez el que gobierna, no es Chávez el que la gente quiere cambiar, no es Chávez el que goza de una impopularidad de más del 90% en la población.
La realidad que se impone es que hay una ruptura brusca, abismal, entre la primera fase y la segunda, entre Chávez como Presidente y dirigente principal de toda Venezuela y Nicolás Maduro, como el principal bastión de la segunda fase, con la sombra, que no se le quita de Diosdado Cabello, y de los militares que han pasado a ocupar el 60% de los puestos más importantes del manejo de todas las instituciones del Estado y de la Administración Pública venezolana, junto a los grupos vinculados al contrabando, la corrupción institucionalizada, al negocio del narcotráfico, que actúan en todos los negocios públicos, en las explotaciones de recursos en la Franja del Orinoco, con alianza a las mafias internacionales que también allí se afincan con las respectivas inversiones que se realizan para la explotación de los riquísimos recursos minerales que allí hay. Esta situación del narcotráfico llegó hasta la propia familia presidencial, cuando les detuvieron a dos sobrinos de Nicolás Maduro y de su esposa Cilia Flores, hoy presos en los Estados Unidos. Y llegó tan alto que a Diosdado Cabello se le vincula, en literatura pública, como el jefe del Cartel de los Soles, el poderoso cartel que controla las principales redes del narcotráfico en Venezuela.
Si Chávez tenía el control real y efectivo de toda la geografía venezolana, Maduro apenas tiene el control, por ahora, por estos días, de las zonas militares, sus cuarteles y sus funcionarios, especialmente los de cierta graduación hacia arriba, y del Palacio de Miraflores, y del aeropuerto de La Carlota, donde hay aviones y naves en disposición de actuar con carácter de emergencia, como ya hay también en el aeropuerto de Maiquetía un avión de matrícula rusa tan solo con su tripulación desde hace más de diez días.
Después de la muerte de Chávez, en diciembre del 2012, anunciada oficialmente a inicios del 2013, y realizadas su honras fúnebres el 8 de marzo, cuando Maduro asumió como Presidente, la oposición política no supo deslindar el fin de la primera fase de la V República. Con Chávez también se enterraba el proyecto de la V República. Nicolás Maduro trató de montarse en la imagen, en la ilusión fantasmagórica de su figura, en conversaciones y mensajes que recibía del Comandante desde el más allá, con palomitas y pajaritos, y con figuras en cuevas y cavernas, de manera delirante, a imagen y semejanza religiosa de la Paloma del Espíritu Santo, que en una sociedad, como la venezolana, de mucha religiosidad popular, podría tener algún pegue emocional, al menos en los seguidores del Comandante Chávez, del fantasma de Chávez que seguía rondando el Palacio de Miraflores, y de quienes le sucedieron en el Poder y en el Gobierno.
La etapa chavista
El primer zarpazo hacia el control absoluto del Poder fue cuando, en el 2001, Chávez logró que le aprobaran la llamada Ley Habilitante, con la cual desde el Poder Ejecutivo, en forma paralela a la Asamblea Nacional, el Poder Legislativo, podía impulsar leyes, junto a los Decretos que realiza el Poder Ejecutivo y en paralelo con las leyes que aprueba la Asamblea Nacional. Esto le permitió avanzar hacia mayor control del poder político y económico en el Estado venezolano, y mayor control de la sociedad como un todo. La Ley Habilitante la sigue usando Nicolás Maduro, en su afán de disminuirle poderes constitucionales a la Asamblea Nacional.
El 11 de abril del 2002 Chávez fue obligado a renunciar por presión de un sector del Alto Mando Militar, situación que condujo a que Pedro Carmona, entonces presidente de la Federación de Cámaras intentara un Golpe de Estado, que logra mantener por dos días. Durante esos dos días el gobierno cubano puso un avión a disposición de Chávez, pero los militares sostuvieron la tesis de que querían juzgarlo en Venezuela, lo que no les dio resultado, y el 14 de abril, con apoyo de otros militares Chávez retoma el Poder.
En el 2004, el 15 de agosto, Chávez afirma su poder al ganar el Referéndum que le prorrogó por dos años y medio su período presidencial, situación que lo catapulta para ganar en diciembre del 2006 su tercer período presidencial.
En las elecciones legislativas del 2006 la oposición política se niega a participar y Chávez, y su alianza política, gana prácticamente el 100% de la Asamblea Nacional, error gravísimo en ese momento para los sectores opositores, porque en política no hay espacios vacíos. Lo que la oposición dejó de llenar lo llenó el gobierno con sus aliados.
Hasta diciembre del 2010 nuevamente la oposición volvió a participar en las elecciones legislativas y a ganar escaños, que aunque en minoría le permitía tener voz pública y ejercer cierto control político desde el Parlamento.
En diciembre del 2007 la oposición política le gana el Referéndum convocado por Chávez para modificar 69 artículos de la Constitución Política que él había impulsado, Referéndum con el cual quería impulsar una nueva estructura institucional y política administrativa de Venezuela, para avanzar hacia el diseño de un Estado Socialista de nuevo tipo, basado en una organización comunal. Con sus posibilidades legislativas de la Ley Habilitante, Chávez trató de ir introduciendo aspectos que le habían sido vetados en el Referéndum.
En las elecciones del 2008, de carácter regional, la oposición gana la Alcaldía de Caracas y 5 Gobernaciones, de 22. Desde este año inicia un decaimiento electoral de Chávez y su movimiento político. Los resultados nacionales iban bajando en votos, aunque ganaran mayoritariamente las estructuras de poder y de gobierno, nacionales o regionales. La muestra más impactante de esta caída fue la última elección de Chávez contra Capriles en octubre del 2012, que Chávez lo derrota con una ventaja del 26% de votos, y la elección de Capriles y Maduro, en abril del 2013, ya muerto Chávez, donde Maduro derrota a Capriles con una ventaja cuestionada de un 1%, con pérdida de 2.000.000 de votantes hacia el oficialismo y de un ascenso de 2.500.000 de votantes que sumó más la oposición a sus votos tradicionales.
En febrero del 2009 Chávez gana de nuevo otro Referéndum para asegurar, con reforma constitucional, la reelección sin límite a los períodos de cargo del presidente, de los gobernadores estatales, de los alcaldes y los diputados a la Asamblea Nacional. A principios de diciembre del 2008 cuando Chávez anunció este Referéndum lo hizo solo para prorrogar el período presidencial, lo que provocó una enorme oposición. Pero, en los días de Navidad, anunció que la reforma era para todos los cargos. Cuando vino el Referéndum este tuvo un apoyo del 52 % de los votantes, cuando en las últimas elecciones el oficialismo había tenido un 48 %, lo que significaba que para el Referéndum los principales dirigentes de la oposición, aunque hablaran en contra del Referéndum, fueron a votar a favor, porque también les favorecía.
De nuevo en el 2010 refuerza su poder con Leyes Habilitantes, que la oposición denuncian como de avance hacia mayor autoritarismo. Para el 2010 el partido social demócrata de Venezuela, el ADECO, sostenía que ya se vivía bajo una «dictadura».
La muerte de Chávez y la etapa maduro-cabellista
En el 2012, Chávez, en vísperas de su muerte gana las elecciones a Henrique Capriles Radonski, quien le reconoce la victoria. El cáncer que tenía obliga a Chávez a viajar a Cuba a continuar su tratamiento.
Su muerte cerebral en diciembre no impide que Chávez se pronuncie por proponer a Nicolás Maduro como su sucesor político, para lo cual, desde La Habana, se articula todo el entramado para que se declare a Nicolás Maduro presidente, desde la muerte cerebral de Chávez hasta las nuevas elecciones que Maduro gana en abril del 2013, bajo un severo cuestionamiento de su integridad. Este mandato presidencial que lleva a Nicolás Maduro al Palacio de Miraflores fue reconocido internacionalmente. Su plazo vencía en enero del 2019.
Así inició la fase maduro—cabellista de la V República. La oposición política siguió sin distinguir las dos fases y sin proponer un proyecto alternativo, tipo VI República, de avanzar hacia la VI República, con lo cual se hubiera trazado una imagen y una idea de que la V República estaba superada, y de que la VI República nada tenía que ver ni con la V República y tampoco con la IV República, y presentar la VI República como la nueva fase de la historia venezolana, de la Nueva Venezuela. Probablemente ante un cambio, que parece inminente en estos momentos, la proclamación de la VI República pueda ser una gran necesidad política renovadora. Políticamente el golpe de gracia se da en diciembre del 2015 cuando la oposición política logra ganar las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, lo cual le pone fin a 16 años de control del Gobierno y sus aliados sobre el Poder Legislativo, situación que le cuesta asimilar al Gobierno maduro cabellista porque estaban acostumbrados a gobernar con control de todas las instancias políticas e institucionales, y perdían en cierta forma la más importante, la de la Representación Política Ciudadana, la del Poder Legislativo, la del Parlamento, la Asamblea Nacional como se llama en Venezuela. No contentos con esta situación, inmediatamente, para debilitar el poder de esa mayoría parlamentaria, procede e Gobierno a destituir tres diputados opositores, impidiendo así que se pudieran bloquear acciones del Gobierno desde la Asamblea Nacional.
Por otra parte el Gobierno arremete contra las potestades de la oposición política representada en la Asamblea Nacional.
Con complacencia y bajo control político del Gobierno de Maduro, la Corte de Justicia y su Sala constitucional, inician una serie de pronunciamientos judiciales declarando en desacato y bajo nulidad de actuación todo lo que haga la Asamblea Nacional, y restándole funciones que la misma Corte de Justicia asume poco a poco, o permite que se asuman posteriormente por la llamada Asamblea Constituyente que impuso Maduro.
Durante estos años el chavismo, primero, y luego el maduro—cabellismo, han arreciado contra los medios de comunicación venezolanos. Desde el 2005 empezaron a imponerse regulaciones a los medios de comunicación, con fuertes multas y hasta cárcel o privación de la libertad por «difamación» de figuras públicas, luego por la «recuperación» que hizo Chávez de más de 200 frecuencias de radio y de televisión, en todo el territorio de Venezuela aduciendo aspectos legales, como de no pagar impuestos, de haber sido trasladas a terceros sin la que ley lo permitiera, por venta o traslado, por herencia, del derecho de la frecuencia, y otros aspectos, situación que impidió que la Sociedad Interamericana de Prensa hiciera ningún alboroto por ello, por el fundamento legal con que Chávez procedía. Pero, era sin lugar a dudas, un mayor control que asumía, por extensión, el Gobierno en su comunicación oficial.
A esto se sumó la negación de renovar la licencia de transmisión al canal de televisión RCTV, crítico del presidente Chávez y la multa impuesta al canal de noticias Globovisión de $ 2 millones de dólares por cubrir disturbios en las prisiones. Igualmente, de negarse el gobierno a facilitar divisas para la compra de papel periódico con lo cual obligó al cierre de gran cantidad de medios de comunicación impresos, de carácter nacional y regionales, dificultando la comunicación hacia la población venezolana, pero dificultando especialmente la emisión de medios de comunicación críticos del gobierno y medios de comunicación de la oposición. También empezó a ejercer control y obstaculizar los medios electrónicos que actuaban como medios informativos. A esta situación se sumó la persecución directa contra los principales líderes opositores, declarándoles inhábiles para participar en procesos electorales, destituyéndoles de sus funciones o metiéndolos en prisión impidiéndoles su participación política, entre ellos Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma. Las medidas de inhabilitar políticamente se extendieron a partidos políticos, reduciendo las posibilidades de participación particularmente de los grupos opositores.
Acrecentó Maduro también la represión contra las marchas y movilizaciones populares que se convocaban contra su gobiernos y para exigir espacios democráticos de participación política ciudadana.