Ante la difícil situación que enfrentaba Óscar por la actitud negativa de su jefe Mike, con lo cual pensaba que lo mejor era abandonar su puesto, nuevamente decidí presentar el problema a Mr. Stone. Con su tradicional manera de solucionar inmediatamente toda clase de situaciones difíciles, sin titubear, me pidió que llevara a Óscar a su despacho para entrevistarlo.
Así lo hicimos y bien impresionado con la presencia y conducta de Óscar, le ofreció trabajo en su revista mensual Success Unlimited. Óscar no podía estar más sorprendido y feliz con semejantes resultados, especialmente por haber tenido la inesperada oportunidad de conocer personalmente a semejante personaje, y seguidamente manifestó su agradecimiento e hizo promesa de no defraudar a nadie con sus contribuciones literarias al magazine. Se marchó conmigo y ambos celebramos la ocasión recordando la sentencia del mismo Mr. Stone que estipula que «toda adversidad lleva consigo la semilla de un equivalente o mayor beneficio, cuando se emplea con AMP (Actitud Mental Positiva)».
Conforme transcurrieron los siguientes meses se hizo más que evidente la extraordinaria capacidad literaria de Óscar y sus espectaculares contribuciones a la revista, a tal punto que Mr. Stone lo nombró Editor General.
Para la siguiente Navidad, Óscar escribió el editorial del mes de diciembre. Me lo mostró para obtener mis comentarios, los que indudablemente fueron tan positivos que se me ocurrió sugerirle que lo usara como tema para escribir un libro. Me respondió que ya lo había pensado hacer, como en efecto sucedió, sin que yo pretenda de ninguna manera atribuirme el crédito por ello.
Poco tiempo después, Oscar logró escribir y publicar el libro titulado El Vendedor más Grande del Mundo, que, al día de hoy, ha vendido más de 26 millones de volúmenes, habiendo Mr. Stone adquirido 10.000 volúmenes para distribuir entre los miles de vendedores de sus Compañías y otras personas.
Cabe aquí recordar que el nombre de Óscar es ficticio, pues el verdadero nombre de este joven que conocí y traté tan íntimamente y he usado en este y otros artículos es Augusto -OG-Mandino (1923-1996), hoy, a más de 20 años de su muerte, admirado y respetado escritor y motivador alrededor del mundo.
Mi amistad y relación con Og Mandino se mantuvo incólume desde aquellos aciagos días en que nos conocimos y él se sinceró conmigo, poniéndome al tanto de sus realmente difíciles experiencias sufridas en aquel tiempo, cuando se había convertido en un alcohólico insoportable, según relato en mis artículos anteriores.
Recuerdo que sin ponderar todo lo mucho que hice gustosamente por contribuir en alguna forma a su recuperación, tratando de orientarlo en su rumbo lejos de aquellos momentos insoportables y hacia un futuro próspero y humanamente aceptable, seguramente Og se encontró en muchas formas con las realidades de mis esfuerzos los que le inspiraron a escribir en aquel su primer libro The Greatest Salesman in the World, la dedicatoria que textualmente dice:
«A special copy for a special friend, Ray Chacon, who guided, motivated and helped me through many dark days».
(Og Mandino, 1968)
Traducido: «Una copia especia, para un amigo especial, Ray Chacón, quien me guió, motivó y ayudó a través de muchos oscuros días». (Og, Mandino, 1968).
Esas bellas palabras de Og me impactaron y quedaron indeleblemente grabadas en mi mente y guardadas como un tesoro muy valioso, porque fue hasta entonces que me percaté de que tantos esfuerzos míos por ayudarlo, habían penetrado en su conciencia y en cierto modo, tal vez mínimo, logrado los cambios en su vida y su personalidad que lo motivaron para alcanzar, eventualmente, las alturas a donde llegó.
Su primer libro lo escribió Og cuando residía y trabajaba en Chicago en la revista de Mr. Stone y por ello frecuentemente almorzaba conmigo y otros funcionarios en la inmensa cafetería de nuestra empresa ubicada en 5050 North Broadway Ave. Ahí charlábamos y debatíamos sobre toda clase de tópicos y Og, como siempre, era, sin ninguna pretensión, simplemente uno de nosotros. Por cierto que fue en aquellos días y en aquel lugar, Waukegan Rd., in Deerfield, que Og y su esposa Bette celebraron el nacimiento de su primer hijo, Dana.
Con el tiempo, Og siguió escribiendo hasta llegar a un increíble total de 18 libros, la mayoría best sellers traducidos en idiomas de 20 países. La familia decidió trasladase a Arizona en donde Og había aquirido una bella mansión en Scottsdale. Recuerdo muy bien que un día recibí una llamada telefónica de Bette, con la preocupante noticia de que Og había sido atacado salvajemente por un delincuente con la intención de robarle, y estaba hospitalizado. Sin pensarlo mucho, tomé un avión y me trasladé a Scottsdale para estar con mi amigo. Me instalaron cómodamente en su mansión en la que al llegar me llamó la atención admirar semejante sitio, donde en el garaje de tres enormes portones descansaban dos automóviles Cadillac de último modelo, cuyas placas cada una exhibían simplemente His and Hers. Me estuve solamente un par de días, pues Og se recuperaba prontamente y mis ocupaciones en Chicago demandaban mi presencia.
Innecesario remembrar, al admirar y sin ponderar lo que significaba aquella asombrosa bonanza, la tortuosa trayectoria en la vida de aquel perturbado joven quien, prácticamente de la nada, logró, por sus propios méritos y sacrificios, llegar a tan envidiable e incomparable cumbre.
Tiempo después me enteré de que especialistas médicos habían terminado numerosas pruebas sobre la salud de Og y determinaron que resultaba urgente someterlo a complicadas cirugías de la próstata y procedimiento de operación abierta del corazón. Todo esto de modo impostergable e inmediato que requirió ser internado inmediatamente en el Dartmouth-Hitchcock Medical Center en Lebanon. Tuve que esperar angustiosamente a que recibiera información acerca del curso de ambas cirugías que se practicarían durante un espacio de tiempo peligrosamente separado, para viajar y reunirme con Bette. Dichosamente, a pesar de lo delicado de su condición, y las propias dudas y temores de Og, los procedimientos quirúrgicos fueron un éxito total. Su recuperación, por supuesto, fue lenta, prolongada y Og Volvió poco a poco a practicar sus rutinas de dictar exitosamente sus extraordinarias conferencias y entrevistas, las que generalmente concluían con estruendosos aplausos y ovaciones de pie.
Algún tiempo después aconteció una situación por la cual habría dado yo cualquier cosa de valor, de haber podido cumplir con ella. Estando en mi oficina en Chicago recibí una llamada de Og contándome que estaba finalizando los preparativos para viajar a Costa Rica, mi país natal, donde daría una conferencia nada menos que en el Gran Teatro Nacional, considerado muchas veces como una réplica arquitectónica de la Ópera de París. Según Og, el lleno vendido era total, y su llamada era para invitarme a que lo acompañara en el viaje y a su presentación en el teatro, dado que él apreciaba inmensamente nuestra relación y consciente de que yo había nacido en aquel país, cuya bandera junto con la de USA y y Guatemala adornaban siempre mi escritorio.
Apesarado a más no poder, se me hacía sumamente difícil explicarle a mi amigo que debido a las exigentes demandas de mi posición como vicepresidente encargado de las operaciones del extranjero y mis otras actividades dentro del Departamento Legal, como funcionario administrativo activo en las demandas judiciales, en contra de los violadores de sus contratos después de abandonar sus puestos en la Compañía, en aquellos precisos momentos, aunque era mi más ferviente deseo estar con él en aquella y cualquiera otra ocasión, esa vez coincidían tantas exigencias para cumplir con mis obligaciones que a pesar de que desesperadamente buscaba la manera de escaparme con justicia y acompañarlo, no fue posible.
Más que dolido, le aseguré a Og que, aunque sabía yo que él iría con su séquito personal, hablaría con una de mis hermanas en, C. Rica, para que en alguna forma lo atendiera en mi nombre. Efectivamente, mi hermana menor Flory, quien sabía de mi amistad con Og, además de haber leído un par de sus libros, me aseguró que haría lo posible por atenderlo. Fue con flores a recibirlo al Aeropuerto y habiendo recibido una invitación especial para asistir a la conferencia, llegó al teatro con su hijo Raúl Víctor, mi sobrino y ahijado. Según me contaron ellos, el momento fue indudablemente increíble, emocionante, pues al subir Og al estrado, dijo que antes de iniciar su conferencia consideraba imprescindible señalar la presencia en la audiencia de la hermana y su hijo del ser humano que él mas apreciaba y agradecía porque con sus consejos, motivación y ayuda incomparables y constantes, había él cambiado para bien el rumbo de su angustiada y torturada vida, mencionando mi nombre, y solicitando que mi hermana y sobrino se pusieran de pie para recibir un aplauso, lo que provocó una estruendosa y emocionante ovación que estremeció hasta los mismos cimientos de aquel vetusto y venerado recinto de la cultura costarricense.
Para terminar, creo de gran importancia referirme a lo que en verdad ha sido una significante metamorfosis en la vida de Og Mandino, de ser en un principio una persona despreciable, abandonado por su primera esposa y su hija a causa de su complicado vicio y deterioro físico y mental, hasta llegar a casi cometer suicidio, que como la mayoría en casos similares, a cuenta de reacción de rebeldía, impotencia o renuncia a resolver su lamentable estado, se convierten en pandilleros, mareros y delincuentes irrespetuosos de la ley y las exigencias de la sociedad abandonada por ellos. No así Og, que pudo encontrar y recibir influencias positivas y ayuda en muchos sentidos perdidos por él, todo lo cual lo impulsó vertiginosamente hacia el camino que lo condujo eventualmente a las máximas alturas que pocos seres humanos logran alcanzar en sus vidas, a pesar de disfrutar de condiciones óptimas expuestas a su alrededor.
Resulta remarcable anotar, que después de todos los sufrimientos y desprecios sufridos durante su pasado, Og demostraba entonces una sensibilidad, comprensión y dedicación hacia la vida y la humanidad, que no tenía parangón, reflejadas sin comparación alguna, en el amor intenso hacia su esposa Bette, sus hijos Dana y Matthew y el resto de parientes, amigos, conocidos y toda clase de personas que llegaran a estar en algún momento en su cercanía. ¿No es acaso este un ejemplo que cualquier persona desenvolviéndose en ambientes egoístas, oportunistas e indiferentes ante las necesidades imperiosas de sus congéneres, debería analizar cuidadosamente y tratar de imitar?
La vida de este remarcable personaje está colmada con tantos ejemplos, muchos vertidos en sus múltiples libros, que de todos modos sería imposible recordarlos todos. Recuerdo muy bien que en una ocasión, en junio de 1988, cuando Og tenía cita para hablar en el Centro de Convención Hynes en Boston, en compañía de su esposa, que no siempre asistía a sus conferencias, decidió tomar un avión y volar de Nueva York a Manchester, New Hampshire donde recogieron a los ancianos padres de Bette, a quienes Og siempre los mantenía muy cerca en su mente, y decidieron seguir hacia Boston en un rentado vehículo, atravesando áreas y parajes del estado bien conocidos por todos por haber nacido y crecido en aquella jurisdicción y Bette comentaba entonces la alegría que experimentaba al encontrarse nuevamente disfrutando de aquellas vistas. Bette conducía el carro y Og captaba en su videotape todo lo que ella describía y le pedía a su esposo que lo grabara.
De pronto miró la entrada a un camino que se abría a un lado mencionando ella que nunca en su larga residencia en esa región había conocido aquel camino, y condujo el vehículo a la entrada. Era un camino polvoriento, tan angosto que las ramas superiores de los árboles que crecían a ambos lados se juntaban arriba convirtiéndose virtualmente como la nave central de una catedral. Continuaron avanzando hasta llegar muy cerca de una casa solariega ubicada a la derecha, se estacionaron al lado, se bajaron y comenzaron a ver su interior a través de las ventanas. Casi al mismo tiempo apareció otro vehículo cuyo conductor se bajó, los saludó y se identificó como vendedor de inmuebles, dueño de la propiedad y les comentó que estaba muy sorprendido porque había puesto a la venta, lo que resultó ser una pequeña finca, el día anterior y lo que menos esperaba era ver alguien que tan pronto se interesara en la compra. Og le aclaró que ellos no estaban buscando adquirir una casa, pero el vendedor se ofreció gentilmente para mostrarles la propiedad.
Accedieron y examinaron las nueve habitaciones quedando maravillados con la suntuosidad de los acabados y la agradable apariencia de cada una.
Había toda clase de aposentos incluyendo uno que era espacioso y luciendo paredes forradas con maderas preciosas, de la misma clase de las vigas colocadas a todo lo largo del espacioso techo, amplios ventanales que ofrecían una vista espectacular de los jardines que, con diferentes exuberantes árboles, rodeaban la propiedad. Cerca de una de las esquinas llamó la atención una inmensa chimenea ubicada bellamente desde el piso hasta el cielo raso. No tomó mucho tiempo para que Og pensara que ese lugar era, sin la menor duda, el sitio ideal para su estudio. El resto de la casa, todas las habitaciones, inmediatamente fueron clasificadas mentalmente especialmente adecuadas para las necesidades y deseos de Bette y Og.
La decisión estaba hecha. Og le pidió a su esposa que preparara un cheque que se le entregó al propietario como compromiso serio de compra. Ambos se miraron a sí mismos casi incrédulos de haber tomado aquella importante decisión, que significaba asumir prontamente su residencia permanente en una aislada y pequeña finca localizada en un área perdida lejos de otras residencias y vecinos. Ello significaba dejar su magnífica y lujosa mansión en Scottsdale y elultra moderno y sumamente valioso vecindario. No importaba, que aquel era un cambio radical, imprevisto, donde sus vidas tomarían rumbos diferentes, pero no equivocados. Resultaría algo inverosímil para muchos, pero no para quienes como yo habíamos llegado a conocer íntimamente las personalidades, inquietudes y valores verdaderos de esa pareja. Se cuestionaría mucho cómo dos personas multimillonarias, acostumbradas en los últimos años a vivir, conocer y alternar con profesionales y empresarios de las más altas esferas del mundo, y conducirse a diario en los círculos personales más elegantes y elitistas, disfrutando, si lo hubiesen deseado, de los lujos, costumbres y maravillas solo un núcleo muy limitado puede lograrlo.
Yo había podido enterarme desde hacía tiempo inveterado, por nuestras relaciones y amistad con Og, de los verdaderos valores y principios que con los años se habían incrustado permanentemente en su corazón y alma y la decisión de comenzar una nueva vida en aquella pequeña finca, no me sorprendió. Para una mayoría de personas eran desconocidos esos valores y creencias, de otro modo habrían sabido que aquella merecida fortuna acumulada no era en sí lo más valioso para él, sino como lo afirma el británico escritor y pensador Lord John, su ciencia y su conciencia, agrego yo, su sinceridad, su agradecimiento y su íntegro amor y dedicación hacia su esposa, sus hijos y toda persona cercana a él, no sus dólares. ¡Qué ejemplo este, si se empleara verdaderamente por tantos poderosos, tornaría este convulso mundo en un ideal para nacer, crecer y desarrollarse en él!