Un término que se suele utilizar cuando se habla de música es el de escena musical. Este es un concepto que abarca varios ámbitos: por un lado se puede usar para hablar de un género determinado –la escena indie, rap o metal-; también puede referirse a la actividad musical que se desarrolla en un lugar determinado –la escena madrileña, vasca o neoyorquina-; por último se puede emplear para definir la actividad musical de un género concreto en un sitio determinado –la escena punk catalana o la escena folk gallega por poner algunos ejemplos-, lo cual no sería otro ámbito sino la combinación de los dos anteriores.
En este artículo voy a dejar géneros aparte para centrarme en el aspecto geográfico del concepto, concretamente en la escena musical en España, principalmente porque es de la que puedo hablar con algún conocimiento.
La situación actual
Actualmente vivimos un momento en el que la escena musical es tremendamente amplia, donde la cantidad, variedad y calidad de bandas es sencillamente apabullante. Ese incremento de bandas ha traído consigo un lógico aumento en la cartelera de conciertos. De igual manera, el abaratamiento de los costes en la era digital ha disparado la producción de discos y dado que ahora es mucho más fácil que los artistas publiquen su música de forma independiente, la oferta de música se ha multiplicado exponencialmente. Cabe añadir que este último factor ha acabado provocando además una revalorización de las actuaciones en directo.
A pesar de todo ello y aunque parezca una contradicción, da la sensación de que la escena musical no está pasando por sus mejores momentos. Con la cantidad desbordante de talento que puebla los locales de ensayo a lo ancho y largo del país, con la facilidad que existe actualmente para descubrir nuevas bandas y con toda la oferta de conciertos que hay, ¿cómo puede ser que dé la sensación de que la escena musical está en un mal momento?
Esto puede deberse a muchos y diversos motivos los cuales no sabría señalar. Aun así y lejos de escribir esto como poseedor de una verdad universal -básicamente porque no la tengo-, sí que me gustaría poner algunas ideas sobre la mesa que quizá ayudasen a mejorar esta, en apariencia, débil escena musical.
Bandas y redes
Ni que decir tiene que una parte importante de la escena musical de un lugar depende de las bandas, al fin y al cabo son ellas el contenido último de la misma. Obviamente la cantidad y la calidad de las bandas determinan en gran medida la escena musical pero también depende de cómo se relacionen estas bandas entre sí. Mirando a otras épocas en las que la escena vivía mejores momentos, existía algo más de camaradería entre las bandas a pesar de la inherente competitividad que siempre ha existido en el mundo del espectáculo. El hecho de que las bandas se mirasen mutuamente con curiosidad y respeto ayudaba a mejorar la escena. Un dato a tener en cuenta es que los artistas tenían el detalle de versionarse los unos a los otros mientras que hoy en día es mucho más raro ver a una banda que decida versionar a otra coetánea.
Actualmente esa cantidad de bandas existentes y la globalización de la información hacen que la promoción musical sea mucho más competitiva. Hoy en día las bandas tienen que esforzarse más para hacerse notar, teniendo que generar nuevo contenido incesantemente para no acabar arrastrados por la marea de la red. Si a esto le añadimos el hecho de que en la gran mayoría de los casos son los propios artistas quienes se tienen que ocupar de toda esta promoción, es comprensible que llegue un momento en el que no tengan cabeza para pensar en otra cosa aparte de sus propios proyectos -y sin duda no como para aprenderse el tema del grupo de al lado.
Es posible que estos factores hayan acabado haciendo mella en la relación entre los artistas. Quizá toda esa competitividad y promoción incesante haya ido generando la sensación de que cada artista va por libre en lugar de existir una escena musical como tal.
Salas de conciertos
Dado que había dejado los géneros de lado y querido centrar el artículo en la escena musical referida a un ámbito geográfico, cabe señalar que una parte muy importante de una escena estará condicionada por las salas de conciertos del lugar. Como de locales de ensayo no vive la música, los establecimientos de música en vivo son una parte imprescindible de la escena; la cantidad y calidad de los mismos lógicamente afectará directamente a la actividad musical de la zona.
En este sentido quisiera poner sobre la mesa el otro concepto, el de las ‘salas de renombre’. Esas salas que los grupos ponían en su currículum puesto que no todo el mundo tocaba ahí. Hoy en día es mucho más raro encontrar salas que sigan realizando la tarea de programar, entendiendo esto como la selección de bandas que quieren ofrecerle a su público en lugar de rellenar espacios en el calendario. Este tipo de salas se dedicaban a fidelizar al público a base de llevar una programación que les invitase a ir independientemente de quién tocara, sabiendo que siendo la sala que era habría buenas actuaciones. Hoy en muchos casos parece que las salas son espacios de eventos cuyo público se basa exclusivamente en el poder de convocatoria de los artistas de esa noche, aún así siguen existiendo salas que mantienen la filosofía de programar.
En definitiva…
En definitiva prefiero no terminar este artículo diciendo todo lo que en mi opinión afecta negativamente a la escena; sí me gustaría acabar señalando una vez más las ideas que quería transmitir con él: que una relación activa y positiva de los artistas entre sí ayudaría a fortalecer la escena musical, pues para crear una corriente no se pueden juntar las gotas sin más. La escena musical tiene que ser además algo vivo; no puede ser que se sigan versionando una y otra vez las mismas canciones de hace cuarenta años, y es que nunca se va a valorar una escena musical si los propios músicos que la forman no le dan la importancia que merece.
La otra idea es la relativa a las salas. Creo que la programación de las salas de conciertos tiene una gran parte de periodismo musical. Un programador que se preocupe por conocer las bandas de la escena y por realizar una programación de calidad acabará generando interés por todas las bandas que allí toquen. Cierto es que la capacidad de convocatoria de los artistas siempre será algo que se tenga en cuenta, pero realizar una selección de bandas midiendo no tanto el aforo como la calidad acabaría generando público propio de la sala.
Creo que todo esto haría que la escena musical se fortaleciese en gran medida. La haría más atractiva para el público, sin el cual nada de esto se mantendría en movimiento, y al mismo tiempo revertiría positivamente en la valoración que se tiene de la música nacional.
Como digo, es tan solo un punto de vista.