Último fin de semana de de marzo y las agujas del reloj se deben avanzar; último de octubre y toca retroceder las agujas del reloj una hora; sin embargo, ¿este será el último? Desde la Comisión Europea se ha propuesto poner fin a este cambio bianual y que cada país sea quien decida si se queda con el horario de verano o invierno.
Una medida que quiere que se aplique en el 2019, es decir que aquellos países que se decanten por el de verano hagan su último cambio de horario en marzo y los que se decidan por el de invierno en octubre. Una fecha cercana, políticamente hablando, por todo lo que conlleva.
Sin embargo, ¿cuál es la mejor decisión, quedarse con el de verano o el de invierno? ¿Qué cambios comportará en la vida de las personas?
Antes de que cada país tome su decisión, cada persona y cada sector da su opinión para hacerse oír. Los que más ruido hacen, sobre todo en España, son el sector hotelero y la restauración, que claramente se decantan por el de verano que, según sus cálculos, les animaría las terrazas y las consumiciones durante todo el año.
A nivel personal, cada uno tiene su preferencia, sobre todo en función del trabajo que tenga y el horario que haga: no es lo mismo hacer intensivo de mañana o tarde que partido. Así que el debate está servido.
¿Este cambio de hora, sin embargo, ¿qué supondrá en las personas? La hora de salida y puesta del sol afectará al humor de las personas y a sus rutinas. ¿Qué pasará si el sol no sale hasta las 9:30? Y si a las 17:00 ya no hay luz solar... ¿como sentará a las personas? ¿Las empresas readaptarán horarios de apertura para adaptarse a la luz natural? ¿Cómo serán las relaciones comerciales con distintos horarios en países vecinos?
Todavía todo ese debate es muy incipiente y de bien seguro traerá cola. El principal motivo de la introducción del cambio de horario –el ahorro energético- ya no es la principal baza para defender o no esta situación; ahora, la negociación se basará en otros ámbitos donde la salud física y mental de las personas jugarán un papel importante, al igual que el clima de cada país.
Sea cual sea la decisión de cada estado miembro de la unión Europea, siempre y cuando haya un acuerdo entre ellos, se puede dar el caso que dos países vecinos tengan horario diferente. Una curiosa diferencia que seguro que a más de uno le creará confusión y sorpresa, incluso gracia.
Los próximos meses, y en lo que queda de año, se irá oyendo las diferentes posiciones, a favor y en contra, pero: ¿cuál es la tuya?