Los afectados de esclerosis múltiple no están obligados a contar en su empresa que padecen la enfermedad, pero su funcionalidad puede verse alterada negativamente por la espasticidad y la fatiga.
Las dificultades que encontramos para encontrar un puesto de trabajo aumentan si nuestras condiciones se ven alteradas por las limitaciones que nos provoca la esclerosis múltiple (EM). No es una conclusión nueva; es más, estamos convencidos de que es así.
Porque los dos principales problemas a los que se enfrentan los afectados de la enfermedad de las mil caras son la fatiga y las complicaciones en la deambulación. Síntomas, estos dos, que nos sumergen en un mar de dudas y angustias.
Estas limitaciones pueden llevar a la persona que sufre la enfermedad a la siguiente conclusión: «¡Con lo difícil que es conseguir que me llamen para una entrevista de trabajo y ahora temo que me vayan a descartar por mis síntomas!¡Pero si casi no se notan!».
Síntomas más comunes
Fatiga
Se trata del síntoma más común de la EM. Ciertamente, la fatiga es un signo que no es visible a simple vista. Además, es difícil de explicar a alguien que no lo haya experimentado. Nuestra fatiga es un cansancio porque sí, sin causas que la provoquen. Es un agotamiento que te descarga toda la energía vital de tu cuerpo, un cansancio que invade todo tu ser y de la que no te recuperas parando la actividad durante unos minutos.
Problemas de deambulación
Por su parte, las dificultades para caminar es el otro caballo de batalla de los afectados por una patología que es la segunda causa de discapacidad de los adultos jóvenes en todo el mundo, sólo por detrás de los accidentes de tráfico.
Sin embargo, esta última alteración no es producto de ninguna alteración física visible (una fractura, un golpe o una hinchazón). Normalmente, la causa de esta disfunción tiene un nombre tan raro como difícil de explicar: espasticidad. Ni siquiera se ponen de acuerdo los expertos para consensuar la definición oficial de esta alteración.
Ambas alteraciones (fatiga y espasticidad) impiden realizar las tareas en las condiciones idóneas. Problemas y alteraciones que nos es difícil de explicar. Pero en ningún caso son una excusa para no cumplir con nuestros cometidos. En definitiva: estamos en un callejón sin salida.
¿Lo cuento, no lo cuento...?
«Entonces, si casi no se me nota y van a entenderlo… ¿para qué contarlo?». Efectivamente, si no quieres contar en tu empresa, en tu trabajo o en el lugar que desempeñes cualquier actividad laboral que padeces Esclerosis Múltiple, la Ley te ampara: estás en tu derecho de no hacerlo.
En muchos países el mundo, con el caso de España, no existe la obligación legal, ni expresa ni oral, de declarar la condición de afectado de una enfermedad crónica o de una situación de discapacidad. Es una decisión exclusivamente personal, que la puedes comunicar o no según tus deseos.
Además, se trata de una información que en España goza de una protección especial, amparada por la Ley Organiza 15/1999 del 13 de diciembre de protección de Datos de Carácter Personal.
Es en este momento en el que llegamos a un punto donde nuestra ética choca frontalmente con nuestros anhelos y necesidades de trabajar. Evidentemente, no vamos a aspirar a un puesto que no podamos desempeñar por nuestras limitaciones. Es que es casi seguro que ni siquiera lo intentaremos. Pero…
Recomendación: no mentir nunca
En muchas ocasiones, el deseo y la necesidad de trabajar nos «empuja» a cometer verdaderas locuras que pueden comprometer nuestra integridad. Desempeñar tareas físicas no recomendadas para nuestras limitaciones pueden provocar un empeoramiento de las mismas o daños que antes no habíamos tenido.
Pero resulta comprensible que la necesidad te empuje a tomar decisiones desesperadas y en varias ocasiones una persona afectada de Esclerosis Múltiple ocupa puestos que no son compatibles con su situación de salud. O se ve en la obligación de continuar con sus tareas laborales después de un diagnóstico de EM y la aparición de los primeros síntomas limitantes. En cualquier caso, mi recomendación es clara: no mentir nunca.