Hace no mucho sufrí un accidente de tráfico y transcurrieron bastantes minutos hasta que por fin una persona atendía a mi llamada. Los seguros, las empresas de telefonía, las oficinas de Hacienda o de cualquier Gobierno municipal han entrado en el mundo de los bots. Es rentable y cómodo. Es una manera sencilla y económica de filtrar las llamadas, de clasificarlas y, si están bien programados y gestionados, de aligerar el trabajo y ofrecer un mejor servicio. Eso fueron los bots de primera generación: bastante idiotas, pero eficientes.
Siguen sin gustarme, aunque no me queda otra que aceptarlos.
Ahora hay una nueva generación. Los que te responden y sugieren cosas. Dicen las malas lenguas (en el mundo tecnológico) que ya están por todos lados y no nos damos cuenta. Decisiones sencillas como elegir el color de un coche o el tamaño de una habitación cuando preseleccionas un inmueble para posteriormente ir a visitarlo. El operador virtual tiene la capacidad de atender a las respuestas que le das para formular nuevas preguntas y así crear una conversación entra la máquina y el cliente. De nuevo vamos a una fórmula eficiente en términos económicos. Para clientes no muy exigentes, es lo ideal. No hay un comercial pesado intentando presionar para que compre esto o aquello. La máquina tiene su programa, sus planes A, B, C y así hasta el infinito si hiciera falta… Podremos comprar mejor, teniendo una idea más objetiva del producto. Es lo que dicen.
No me gusta. Tampoco prefiero al comercial pesado, pero entiendo que hay un intermedio entre ambas opciones, ¿no?
La invasión de los bots
No hemos acabado, según aseguran los tecnólogos y programadores de estas fieras comerciales, pronto casi todo lo que compremos pasará, tarde o temprano por una plataforma de preventa que estará controlada por bots. ¿Os imagináis entrar a una hamburguesería y que os atienda una máquina? Eso ya ocurre desde hace varios años y al parecer nadie ha puesto el grito en el cielo. ¡Es McDo, por dios! ¿Qué más da? Las colas son más cortas e incluso te ofrecen un XXL a mejor precio porque necesitan menos personal. El presente se ha comido al futuro en ámbitos low-cost y está llegando a plataformas de venta de productos alta gama en los que se le vende al cliente esta atención como un plus: puede preseleccionar su coche y luego le atenderá un vendedor…
Hoy en día nos abastecemos nosotros mismos de gasolina, cambiamos de compañía de teléfonos sin hablar absolutamente con nadie y desde hace varias décadas nos lava el coche una máquina. No recuerdo la última vez que me atendió alguien en el banco. Y ahora nos ofrecen productos y servicios muy parecidos a lo que solemos comprar. Estamos fichados. Las bases de datos alimentan a estos botitos y nos tienen controlados, nos ofrecen (con sus voces metálicas o sencillamente con bonitos posts en las redes sociales) peinados, cortes de pelo, camisetas y logos que siempre habíamos querido llevar encima.
Y no me gusta un pelo.
Y llegó el mundial de fútbol 2018 y su VAR
Nada mejor que un evento gigante como el Mundial de Fútbol para ver que no todo es tecnología ni mucho menos. Ahora las grandes sentencias del deporte padre, el fútbol, las da un bot, un asesor, un sistema informático que permite visualizar las jugadas dentro del área de gol. El VAR es su nombre y aunque lleva algún tiempo en alguna liga europea, aunque hay otros deportes que lo han adoptado hace más de una década, ha llegado a todo el mundo gracias al mundial de fútbol 2018.
No es un automatismo, es solo un asesor, un visualizador. Hay otras funciones automáticas como el detector de gol que sí son automáticos, un gran avance que avisa al árbitro directamente en su reloj de pulsera que el balón ha pasado la línea de puerta. El VAR no, es uno de los bots más idiotas. Necesita de los humanos y es allí donde mi esperanza en la humanidad vuelve a resurgir…
Me gusta el VAR.
Este Mundial de Fútbol 2018 fue de los más extraños que he tenido la oportunidad de seguir. Desde las fases iniciales, hubo un equilibrio singular entre los equipos participantes. Más de un grupo se decidió en la última jornada y casi todos los equipos que se eliminaron en la primera ronda merecieron pasar. Muchos de los que pasaron a octavos de final lo hicieron gracias a la fortuna del momento y no gracias al VAR. Porque los árbitros se equivocaron o no teniendo el VAR. Este bot idiota les mostró cosas cuando quisieron verlas, y cuando decidieron no mirarlo, ahí quedó la historia. Incluso podemos relatar muchos casos en los que el VAR parecía mostrar algo y el árbitro, en su poder de arbitrio sublime, se negó a ver la evidencia.
Me gustan los bots como el VAR.
El ser humano tiene el control. Usa las herramientas si le da la gana, las administra, tiene poder sobre ellas y los bots, perdónenme, son unos idiotas que nos ayudarán cuando no queramos aburrirnos haciendo tediosas tareas, repetitivas y poco creativas. Y solo si no queremos hacerlas, porque, si con buen criterio humano, queremos hacerlas, que les den a los bots, ahí estaremos nosotros, en nuestro poder absoluto para hacerlas.
El VAR es el mejor ejemplo y una esperanza para los que creemos en la tecnología como una herramienta y nada más.