La opinión pública española no permite a Cifuentes un máster «dudosamente regalado», ni tampoco que Pablo Iglesias y su pareja se compren un chalet en Madrid de 600.000€, aquí se abre el Mar Rojo casi todos los días, aquí todo sale a luz de esa forma que es tan provechosa para los medios de comunicación. La cuestión es sorprendente, por que ya que estamos a todas, no entiendo tanto mimo con Quim Torra, el Moisés de los catalanes que prepara el camino a Puigdemont y, qué espanto, resulta ser un xenófobo y neofascista.
Debo de entender que las acciones en política son reprobables, expuestas a la evaluación del público y la prensa, pueden costar el cargo al político no ejemplar, y también entiendo que cuando se trata de los catalanes la opinión pública asume que es un caos de folclóricos y que ya vale todo. Mirando con un ojo a los jueces alemanes, y con el otro a los belgas, vamos andando de puntillas para no molestar. Ya no podemos escandalizarnos a cada paso que dan estos señores en el Govern y en cada declaración que hacen…me planteo pedir disculpa por ser española.
Estamos en el tiempo de descuento, el «presidente» autonómico de Cataluña, Quim Torra, nombró como miembros de su Gobierno a dos independentistas encarcelados y a otros dos que están en Bélgica huidos de la justicia española. Jordi Turull y Josep Rull están en prisión preventiva procesados por presunto delito de rebelión y malversación de fondos. Antoni Comín y Lluis Puig, se encuentran en Bélgica, procesados por rebelión y malversación. Y Carles Puigdemont, está huido en Alemania, pendiente de que se resuelva su extradición.
Tras conocer los miembros del nuevo Gobierno de Cataluña, Mariano Rajoy, previa consulta a Rivera y Sánchez, mantiene la aplicación del artículo 155, Cataluña de momento no tiene presidente al no aparecer su nombramiento en el Diario Oficial de la Generalitat, competencia del ministro de Justicia.
Los llamamientos a abrir «una etapa nueva» en Cataluña que el Gobierno central busca desde la toma de posesión de Quim Torra no han funcionado. De hecho, las acciones y declaraciones de Puigdemont y Torra son una provocación constante para Rajoy, y la monarquía española. Un golpe de Estado que deja al descubierto la paciencia de cualquier Gobierno democrático.
Están buscando el choque frontal con el Gobierno español, están tejiendo hace meses sus redes para que Europa les vea como víctimas, están y estamos en ese punto crítico donde nos exponemos a un alzamiento popular, donde se han garantizado la posible intervención de Europa. Esto supera abrir el mar Rojo, esto supera la historia de nuestra democracia, esto supera la aventura parlamentaria de unos cuantos independentistas, esto nos remonta una fractura no pacifica, donde los súbditos de Puigdemont tendrán que enfrentarse, llegada la hora, al resto de España, incluidos el 65% de los catalanes.
El pueblo catalán se tiene que posicionar claramente y decir que no quieren un presidente racista, ni un parlamento de folclóricos, ni un ideario dirigido desde Berlín por Skype.
¿Hay que esperar el peor de los finales?