Por poco que me hayan leído, sabrán que soy una gran defensora de la mujer, hecho por el cual me he ganado a pulso la etiqueta de «sucia feminista», que -en un principio reticente- ahora luzco con orgullo. Y es que -lo siento por los hombres- pero las mujeres, seres imprescindibles, seguimos sufriendo todo tipo de desigualdades y maltratos. Sí, maltratos, porque de eso va este artículo. De las relaciones personales insanas, tóxicas. De la violencia de género.
Pero, aun hablando de este tema desgarrador, no voy a hacerlo desde la negatividad o la desesperanza, sino al contrario, con ilusión. Tal vez, como la protagonista del libro: desde la luz. Martina vuelve a brillar es una novela corta que cayó en mis manos como un regalo del cielo, así porque sí. Un regalo inesperado, pero de los que se agradecen inmensamente. Está escrito e ilustrado por dos mujeres canarias, Sonia y Silvia Saavedra Rodríguez, licenciada en Psicopedagogía la primera y en Bellas Artes la segunda.
Ambas decidieron abordar este tema para acercarlo a las aulas -el libro viene acompañado de una situación de aprendizaje que lo complementa- porque observaron que los adolescentes están creando vínculos sentimentales que se alejan muchísimo de lo que ellos entienden por amor. Los jóvenes muestran patrones de conducta que si no se tratan a tiempo desencadenarán en relaciones desiguales donde impera el monstruo de ojos verdes de Shakespeare, la posesión, el control, el maltrato psicológico y, como es de esperar, las agresiones físicas.
La juventud cree que el afecto es igual a sumisión y dependencia. Vuelve a tomar valor el mito del amor romántico, donde las niñas están convencidas de que para ser merecedoras de cariño deben complacer a su novio en todo, aunque eso implique dilapidar su identidad, anularse a sí mismas. Esta forma de relacionarse desde la pérdida total de su ser lo ven a diario en los programas de televisión, tales como First Dates, Mujeres y Hombres y Viceversa, etc. O en las letras de las canciones de reggaetón, donde el hombre manda y la mujer obedece.
El libro -sin ánimo de hacer spoiler- cuenta la historia de Martina, una chica de quince años que ve cómo su vida se va truncando por culpa de «un ser oscuro». Está escrito con un lenguaje accesible y directo. Sin andarse con rodeos pero sin meter el dedo en la llaga. Un libro que hace de espejo, donde muchas de nuestras muchachas se pueden ver reflejadas y decir a tiempo, «¡basta!, te quiero, pero más me quiero yo».
Porque eso también debería enseñarse en las aulas; el amor a uno mismo. La veneración y la admiración hacia nosotros. Amarnos como amamos a otra persona. Y reconciliarnos con quienes somos, porque a fin de cuentas eres con quien pasaras toda tu vida. Mejor llevarse bien, ¿no? Les dejo con la miel en los labios y las ganas de conocer a Martina, con quien seguro, de una forma u otra, se identificarán; porque, ¿quién no se ha perdido alguna vez en su propio mar de emociones embravecido?