Hace unos meses surgió una polémica entre Estados Unidos y Cuba, acusando el primero sobre los efectos nocivos sobre el cerebro de sus empleados de la embajada americana en Cuba.
Si bien la guerra dialéctica se centró en si era una arma secreta o no, y si había sido un arma defectuosa, nadie se planteó si efectivamente estamos hoy en día en disposición de hackear el cerebro.
La sintomatología de los funcionarios de la embajada americana se referían a dolores de cabeza, problemas de sueño y problemas de memoria.
A pesar de lo que se pueda pensar, los problemas de memoria son muy comunes, ya sea por falta de memoria o por intervención externa.
Las huellas de memoria precisan de un proceso previo de atención y uno posterior de consolidación, así, no es posible recordar lo que no se atiende, ni tampoco recordar cuando ha habido un problema en la consolidación, es en este momento donde una descarga eléctrica o un campo electromagnético pueden influir, de forma que las huellas de memoria no pasan de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo, y por tanto, al no existir en el largo plazo, al día siguiente no se podrá recuperar porque simplemente no está.
Con respecto a los problemas del sueño, se ha visto un incremento de la incidencia entre los usuarios de los dispositivos móviles, de hecho, entre las recomendaciones para tener una buena higiene de sueño es desconectar por la noche el smartphone; igualmente, el uso intensivo de la tecnología en algunas personas está asociado con dolores visuales y de cabeza. Por tanto, efectos similares se pueden obtener sin usar ningún tipo de arma.
Una puntualización con respecto a la memoria y la atención: a pesar de académicamente considerarse que no puede haber memoria sin atención, existen evidencia de aprendizaje bajo el umbral de la atención o a estímulos inatentos, aspectos que algunos lo han asociado a lo no consciente, siendo todavía debatida su validez y efectos.
Volviendo al hackeo del cerebro, en la medida de que el cerebro llegue a estar conectado mediante una interfaz con una máquina, este va a estar expuesto a posibles «injerencias» externas, produciendo, por ejemplo, una sobrecarga del sistema, pero sin llegar a algo que parece de ciencia ficción, pero que desde hace tiempo en las operaciones de cerebro se conoce: el hecho de que estimulando mediante diados implantados temporalmente es posible provocar sensaciones e incluso iniciar determinados movimientos.
El problema es que el cerebro es tan complejo que resulta imposible «controlar» un cerebro y con ello a la persona, tal y como se podría hacer con un autómata.
Además el cerebro está basado en sistemas recurrentes, que se apoyan en otros, por lo que la influencia e incidencia en una parte no va a tener la consecuencia deseada si el resto del sistema no lo sigue. Así, si se quiere que una persona vaya a un lugar, a pesar de estimular la zona de la voluntad, si se inician las órdenes correspondientes al movimiento de las piernas, no se llevará a cabo; o, al contrario, si se estimula el movimiento de las piernas, pero no la voluntad de la persona no irá hacia el sitio que queramos. Un aspecto, el de orientar el movimiento y dirigirlo hacia un determinado sitio que sí es conseguido actualmente con pequeños animales mediante implantes.
Actualmente, en la Unión Europea, los expertos están estudiando los aspectos éticos y los problemas que pueden causar los implantes en humanos, así, si se diese el caso de que alguien le «echase la culpa» de un asesinato a un fallo del implante, todavía no está claro quién sería el responsable, la persona que tiene el implante, su fabricante o el informático que lo ha hackeado.
Puede que todo esto suene a ciencia ficción, pero sin ir más lejos esta semana un coche sin conductor acaba de atropellar mortalmente a un peatón, y a pesar de sus consecuencias sobre dicha persona, todavía no está claro quién es el responsable del mismo, el coche no puede ser ya que es una maquina, quizás lo sea el dueño del coche, o quizás su fabricador, o tal vez un informático que lo ha hackeado.
Como vemos, estas cuestiones son las mismas que se están estudiando para el caso de los implantes neuronales y su conectividad con las máquinas y sus consecuencias.