La trama de Naskará se sustenta en un crimen originario: la violación de Estela, hermana de la protagonista María. Pero no hubo ayuda ni comprensión por ninguna parte. Murió la joven ultrajada y María inició su azaroso viaje a Sololá, primero en barco a través del hermoso lago y luego caminando descalza por los polvorientos caminos. Las imágenes son espectaculares. Sin lograr ninguna compasión, continuó de ahí su aventura para llegar hasta Panajachel, por camino también polvoriento y extenso, bordeando el lago. No encontró ahí la mas mínima atención de las autoridades locales, pero sí algunos desprecios y burlas. No recuerdo yo ahora, después de tanto tiempo transcurrido, cómo finalmente María, pasado aquel desesperante recorrido, pudo llegar a la capital.
Pero tampoco aquí recibió comprensión o ayuda ninguna, ni de un juez o un abogado. Este último sólo le dijo que podía presentar una demanda, pero que eso costaría mucho dinero. Agotada y decepcionada, se acercó a lo que era El Tuerto, un lugar donde operaba un lavadero público, al final de la 12 avenida de la zona 1. Cabe aclarar aquí que tanto la escena del lavadero, donde de acuerdo a su costumbre las campesinas trabajaban con sus pechos al desnudo , como la escena filmada durante la violación, en la cual la mano del violador acaricia el pecho desnudo de la indígena (escena para la cual J.M. nos pidió a todos los presentes, excepto el camarógrafo, que saliéramos del recinto porque, según recuerdo la mano era la suya y el pecho de alguien cercano a él) no aparecen ahora en la copias del filme que tengo en mi poder. Ignoro si fue en Churubusco o donde ocurrió la censura, pero bien recuerdo las escenas cuando examinamos el filme antes de llevarlo al D.F para su edición.
Ya en la ciudad María se enfrentó a las actividades militares que evocaban en las calles el desarrollo de una revolución en progreso. La filmación presenta supuestos hechos actuales y no el reflejo de la gesta del ’44. Y María actúa como una verdadera heroína que ayuda a varios heridos, y escucha de ellos, casi aliviada, que se trata de una acción en busca de libertad y justicia. Algo inédito para ella, que buscaba precisamente lo que no pudo encontrar a lo largo de su propia e íntima gesta. Con lo cual finaliza la película.
Sorpresivo fue el hecho de que a finales de 1953 descubrí el anuncio, en la cartelera de la prensa , que en el cine Capitol de esta capital se presentaba la película Naskará. Mi prometida y yo pagamos un quetzal para ver mi película. Fue algo realmente emocionante e inolvidable, observar mi nombre, algo reducido, «A. Rafael Chacón M., como Productor’». Nunca supe, ni entonces ni tiempo después, quién fue responsable de comerciarla con ese cine. Lo cierto es que a los pocos días mi prometida y yo nos casamos y luego nos trasladamos a USA, en donde vivimos 33 años consecutivos, tiempo durante el cual necesariamente nos desconectamos extremadamente de amistades y acontecimientos de aquí.
No volví a tener ninguna comunicación con JMM de manera que no supe más de la existencia de la película , ni tampoco he podido saber cómo ni cuándo ni quién la presentó, precisamente en abril de 1953 en el famoso y prestigioso Festival de Cine de Cannes. Sucedió entonces que después de haber regresado definitivamente a Guatemala, nuestro hijo Víctor sintió la urgencia de buscar la película y emprendió una investigación exhaustiva con personeros del Festival de Cannes, quienes dijeron no tener ningún record de la presentación del filme. Sin embargo, buscando en línea, encontró una reseña escrita por el enviado especial del periódico español ABC al Festival, de fecha de 17 de abril de 1953.
«Naskará» es una película rodada íntegramente en Guatemala en 1951. Juan Miguel de Mora Vaquerizo se encargó del guion y la dirección. Rafael Ángel Chacón Mena fue el productor.