Seguramente poca gente conoce este término hasta que le toca vivirlo. Con el creciente aumento de divorcios en el mundo, el Síndrome de Alienación Parental también está aumentando. Al menos el 30% de las parejas que se separan, lo hacen de forma conflictiva y poco amistosa. Sus hijos son los más propensos a ser víctimas de alienación.
¿Qué es el Síndrome de alienación parental?
El Síndrome de Alienación Parental es un proceso que consiste en programar a un hijo para que odie a uno de sus padres sin justificación alguna.
El psiquiatra y psicoanalista infantil Richard Gardner de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Columbia fue quien desarrollo la teoría del SAP (Síndrome de Alienación Parental) en base a todos los casos que le tocó tratar de niños que se negaban por completo a tener algún tipo de contacto con alguno de sus padres, ya que habían sido aleccionados y manipulados por alguno de sus padres por motivos de venganza o resentimiento.
Seguramente el padre o madre alienador no es consiente que está dañando más a sus propios hijos que a su expareja.
Los niños alienados viven este proceso bajo mucho dolor y además suelen presentar diversos daños emocionales y de personalidad a lo largo de su vida. Por ello es considerado como una forma de maltrato infantil.
Algunos de los problemas emocionales que presentan más frecuentemente los niños alienados suelen ser:
Trastornos de ansiedad
Trastornos en el sueño y en la alimentación
Trastornos de conducta
Conducta de evitación
Dependencia emocional
-Dificultades en la expresión y comprensión de las emociones.
¿Cómo identificar a un padre o madre alienador?
No pasar las llamadas telefónicas a los hijos.
Organizar varias actividades con los hijos durante el periodo que el otro progenitor debe normalmente ejercer derecho a visita.
Presentar al nuevo cónyuge a los hijos como su nueva madre o su nuevo padre.
Interceptar el correo y los paquetes mandados a los hijos.
Denigrar e insultar al otro progenitor delante de los hijos.
Rehusar informar al otro progenitor a propósito de las actividades en las cuales están implicados los hijos (partidos deportivos, actividades escolares…).
Hablar de manera descortés del nuevo cónyuge del otro progenitor.
Impedir al otro progenitor el ejercer su derecho de visita.
Olvidarse de avisar al otro progenitor de citas importantes (dentista, médico, psicólogo).
Implicar a su entorno (su madre, su nuevo cónyuge…) en el lavado de cerebro de los hijos.
Tomar decisiones importantes a propósito de los hijos sin consultar al otro progenitor (elección de la escuela por ejemplo).
Cambiar o intentar cambiar sus apellidos o sus nombres.
Impedir al otro progenitor el acceso a los expedientes escolares y médicos de los hijos.
Irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos con otra persona, aunque el otro progenitor esté disponible y voluntario para ocuparse de ellos.
Contar a los hijos que la ropa, que el otro progenitor les ha comprado, es fea, y prohibirles ponérsela.
Amenazar con castigo a los hijos si se atreven a llamar, a escribir o a contactar con el otro progenitor de la manera que sea.
Reprochar al otro progenitor el mal comportamiento de los hijos.
(Fuente: Anasap)
En algunos países, la Alienación Parental ya está considerada como una modalidad de violencia intrafamiliar, por ello se aplican sanciones según el grado de alienación que presenten los niños, entre ellas incluso la cárcel o perdida de la patria potestad para el padre o la madre que manipule la conciencia de sus hijos para obstaculizar o destruir los vínculos con uno de sus progenitores.
Como padres tenemos la obligación de velar por el bienestar de nuestros hijos y asegurarnos que ellos estén bien física y emocionalmente. Recordemos que es un derecho de los niños poder convivir con ambos padres.