En otro artículo (El caudillismo eterno) escrito anteriormente, seguí los pasos del gran Umberto Eco en su ensayo: Ur-fascismo o «fascismo eterno», al señalar en poco más de 10 rasgos lo esencial del fenómeno. En lo que respecta a la democracia se tiene que advertir que son características que se han ido acumulando a lo largo de la historia, de manera que algunos de los mismos se cumplen en el pasado pero la mayoría responden a lo que es la democracia hoy. Es decir, nos referimos a la «democracia eterna» como la liberal, la que se ha forjado en los últimos 200 años, de modo que muchos nos podrían criticar con razón que esta no resulta tan eterna. Nosotros queremos desear que la referencia a la palabra eterna la usamos no solo en referencia al método de Eco, sino también porque creemos en la bondad de este sistema y anhelamos su permanencia en el tiempo, pero también en su largo desarrollo desde la antigua Atenas.
La democracia es una forma de gobierno y de vida. Una cultura que cree en la dignidad de cada persona, lo cual nos obliga a facilitar e incrementar su participación en cualquier toma de decisiones colectiva.
Al ser una forma de gobierno está ligado con un conjunto de procedimientos imprescindibles siendo el principal: las elecciones. No puede existir una democracia sin la realización de elecciones, aunque la democracia no se reduzca al sufragio. Son un principio necesario más no suficiente. Al mismo tiempo no son cualquier elección, sino las realmente democráticas, que son las que cumplen con el siguiente decálogo de condiciones: universalidad (deben votar todos los nacionales mayores de edad, hoy en día no pueden existir ningún otro tipo de restricción como se dieron en el pasado); una persona, un voto (no puedes votar más de una vez o que tu voto valga más que el resto); todos pueden ser elegibles; directo (no por grados), libre (se vota sin restricciones, por quien uno quiera), secreto (nadie debe saber por quién votamos así se garantiza la libertad), justo (la campaña debe permitir que todos tengan las mismas oportunidades, para ello el Estado no puede apoyar a nadie), transparente (el conteo de votos debe ser público, vigilado por todos), limpio (sin fraude), y efectivo (el que sea electo debe poder gobernar y no que se le tutele o restrinjan sus facultades).
El respeto de los derechos humanos, porque no se puede participar si la vida, la seguridad, la propiedad y las libertades no están garantizadas por el Estado. En especial las libertades de expresión, información, asociación y elección; por ser los derechos que facilitan el establecimiento de un espacio donde todos podamos discutir y elegir lo que le afecta a la comunidad. Estos derechos deben ser iguales para todos y deben estar establecidas en la máxima ley que es la Constitución.
Autonomía de los poderes, los cuales son establecidos en la Constitución y que evita la violación de los derechos por parte del Estado a lograr que se controlen entre sí. El Estado debe responder al principio de legalidad de modo que el mismo sea controlado por las leyes y entre sus diversos organismos, pero especialmente por la población.
La democracia está íntimamente ligada con las clases medias. Los extremos: pobres y ricos, tienden a ignorarla e incluso a sacrificarla por las necesidades de supervivencia en los primeros y por conservar sus riquezas los segundos. Es por ello que una sociedad democrática debe tender a la mejora del nivel de vida de las mayorías, es lo que muchos han llamado la democracia sustancial.
Consensos entre mayorías y minorías. La democracia no se reduce a aplicación de la regla de las mayorías, porque esta tiende a ignorar a las minorías. La democracia se caracteriza por los consensos, por el respeto a las minorías, donde todos son tomados en cuenta y nunca avasallados por la terrible tiranía de los muchos. Los acuerdos cohesionan a la sociedad y son más representativos de la totalidad.
Pluralismo de partidos. No hay democracia si no tienes alternativas. La consolidación de las democracias se logra cuando el partido de gobierno que logró la transición desde la dictadura es vencido en las urnas electorales y entrega pacíficamente el poder a la oposición. Es por ello que se debe respetar el derecho de asociación y generar una cultura que valore a los partidos políticos, pero también toda organización que exprese la diversidad de pensamiento. El populismo, la antipolítica, el antipartidismo son los enemigos a combatir después de los autoritarismos.
Fuerzas armadas profesionales al servicio de la nación y por ello deben ser obedientes a la Constitución y los civiles. Deben ser para ello no deliberantes, apolíticas, apartidistas; por lo que jamás deben asumir una posición de apoyo a un partido por más que éste represente la mayoría o se lo ordene el Comandante en Jefe que es el Presidente de la República.
Antiautoritarismo. La democracia debe estar alerta ante cualquier brote personalista, y por ello debe ser conformada por ciudadanos que vean la participación en política bajo los principios de la libertad como la mejor forma de vida.
Condición utópica mínima. Todos conocemos los peligros que encierran las utopías y el apego a la idea que los regímenes políticos deben buscar la felicidad de sus gobernados. Ninguna democracia debe poseer estas características perniciosas. Pero un mínimo grado de utopía en el sentido de la perfectibilidad es necesario para que se mantengan vivas, y busquen la mayor participación en nuevos ámbitos y con nuevos mecanismos.
La democracia es un hermoso ideal por el cual luchar, mil veces superior a las ideologías que en el siglo XX construyeron el infierno en la Tierra prometiendo la felicidad. No negamos que le falta pasión una vez que se institucionaliza. Muchas veces entra en conflicto con algunas culturas y la sola aplicación de sus formas no permiten su consolidación. A pesar de todos sus defectos la extrañamos y anhelamos cuando la perdemos, y esperamos con ansiedad su renacimiento. No lo dudemos, ella renacerá y será más fuerte que antes.