Pocas cosas pueden parecer más de una película que el tema del que voy a hablar hoy; se trata del archipiélago de Chagos, un conjunto de atolones e islotes en el medio del Océano Índico. Muy aislado, el archipiélago está a 500 quilómetros de las Maldivas, que son la superficie terrestre más cercana a Chagos. En esas circunstancias no cuesta imaginar que los chagosianos, un pueblo de raíces africanas, fueran gente tranquila, autosuficiente y bastante subdesarrollada durante mucho tiempo. Hasta finales de la década de los 60, cuando su historia cambió dramáticamente.
En el contexto de la Guerra Fría, los Estados Unidos buscaban lugares estratégicos donde construir bases militares, y lugares con poca población que no hiciera ruido al ser expulsada de sus hogares. La zona del Índico era crítica, por su localización y porque los americanos no tenían bases en la zona Asia-Pacífico. Así que, sirviéndose de su alianza con el Reino Unido, quienes aún poseían gran parte de aquella zona como parte de su Imperio, hicieron un macabro casting de lugares en los que plantar una de las mayores bases fuera de territorio estadounidense.
Y ahí Estados Unidos encontró Diego García, la mayor isla de Chagos, y nombrada por el explorador español Diego García de Moguer, que la descubrió mientras navegaba al servicio de Portugal. Diego García era perfecta para lo que Estados Unidos quería.
Así que empezó el proceso de «colonización» de las islas. Mataron a los perros y otros animales de los chagosianos, que eran vitales para su modo de vida, llevaron a cabo un bloqueo de la isla, e impidieron actividades de la población. Pronto los militares empezaron a ponerlos en barcos malolientes donde iban apretados y que los transportaban hasta las Islas Mauricio, donde los chagosianos no tenían nada en absoluto y malvivían sin nada. La deportación acabó en 1971. Y solo algunos isleños lograron recibir compensaciones económicas muy menores.
Los deportados hoy día malviven en Seychelles, Mauricio y en Reino Unido, donde han llevado una batalla legal de 40 años para poder volver a casa. Pero la política es muy poderosa y se llevaron a cabo todas las triquiñuelas imaginables que les impidieron volver a casa, a pesar de haber obtenido resultados favorables en los tribunales en alguna ocasión. Los chagosianos son hoy un pueblo terriblemente empobrecido y marginado en los países donde se encuentran.
Diego García es una de las mayores bases en el extranjero de los Estados Unidos, a la vez que uno de sus secretos mejor guardados. Se estima que en total cerca de 5.000 personas, todas militares o relacionadas con el Ejército, viven allí. Y se rumorea que hay grandes instalaciones para el ocio y unas condiciones de vida extraordinarias.
Es recomendable ver el documental Stealing a Nation de John Pilger sobre el tema. Simplemente escalofriante.
Lo dicho, este es el mundo en el que vivimos.