«Sororidad» o hermanamiento femenino o entre mujeres, es una voz habitual en publicaciones y trabajos relacionados con el feminismo. Esta palabra está formada siguiendo el mismo patrón lingüístico que fraternidad, pero a partir de la voz latina soror («hermana»), en lugar de frater («hermano»).
Aunque es una palabra cada vez más utilizada, sobre todo en los movimientos feministas, la lucha contra la desigualdad de género y en campañas contra la violencia machista, como la iniciativa Ni una menos, este término aún no tiene hueco en el diccionario español. No sería de extrañar que tarde o temprano la RAE (Real Academia de la Lengua Española) se decidiese a añadir este término cada vez más en boga sobre todo porque la Fundéu (Fundación del Español Urgente) lo ha calificado como «término válido».
La sororidad hace referencia a que la alianza entre las mujeres es algo sumamente importante a la hora de luchar contra las desigualdades de género. Se refiere al apoyo y coexistencia en el ámbito femenino, a la necesidad de crear vínculos y alianzas naturales entre las mujeres con el fin de eliminar las opresiones sociales que las afectan como, por ejemplo, el machismo.
Aunque es ahora cuando comienza a darse más visibilidad a la sororidad, lo cierto es que es una palabra que existe desde hace casi medio siglo. Fue la escritora Kate Millet, líder del movimiento feminista de aquella época la que acuñó el término sisterhood (que se tradujo al castellano como «sororidad»), pero fue la antropóloga Marcela Lagarde quien afinó un poco más el concepto de sororidad para hablar de una amistad entre mujeres que se convierten en cómplices para trabajar juntas.
La sororidad hace referencia a una rama del feminismo que muchas veces no se tiene en cuenta y es que en la lucha contra la desigualdad de género no puede existir sin una alianza entre las personas que forman parte de esa lucha y además cuestiona también la supuesta rivalidad entre mujeres.
El crecer en una sociedad marcada por el patriarcado ha llevado a que las mujeres se vean unas a otras como enemigas y competidoras. No es nada extraño que desde el colegio hasta en puestos de trabajo las mujeres se critiquen y cuestionen unas a otras, ya sea por la forma de vestir o incluso cuestionando los logros y méritos de las compañeras o incluso llegando a culpar a única y exclusivamente a la mujer en el caso de que la pareja sea infiel. Esto sucede así porque en una sociedad patriarcal, las mujeres no valen nada si no pertenecen a alguien o si no tienen una pareja. Esta falta de sororidad es lo que fomenta aun más las conductas machistas.
Al feminismo aún le queda un largo camino por recorrer, de hecho se estima que a este ritmo no se alcanzará la igualdad hasta dentro de 217 años, en el año 2234, por lo que puede que para acabar con todas las lacras machistas de la sociedad, como la violencia hacia las mujeres o la cultura de la violación, la sororidad sea algo de lo más necesario.