Erik Prince, el contratista militar estadounidense acusado de crímenes de lesa humanidad pero aliado de Donald Trump, fundador de la empresa militar privada Blackwater –con vasta experiencia en la invasión y ocupación de Afganistán- lanzó una propuesta «humanitaria» para tratar de detener el flujo de migrantes africanos a Europa: una policía privada.
Prince está impulsando un plan para intervenir en la crisis migratoria de Libia con una propuesta que incluye el uso de una fuerza policial privada, algo similar a lo que su empresa ya hace en Afganistán y señaló que junto a los informes de graves abusos contra los derechos humanos por parte de las milicias libias en contra de los migrantes, la Unión Europea debería considerar su propuesta como una opción más humanitaria que el caos en el que vive Libia.
Blackwater se hizo inmensamente rica durante la guerra de Irak. Ganó alrededor de 1.000 de dólares en contratos para proteger al personal estadounidense. Pero Prince vendió la firma en 2010 y finalmente abrió una nueva empresa (Frontier) con la ayuda de inversores de China.
Muy cercano a la Administración de Trump y con planes de postularse como senador por Wyoming, Prince dijo que a Frontier Services Group, su empresa, le resultaría sencillo detener, arrestar, alojar y «repatriar» a los cientos de miles de inmigrantes africanos que buscan su camino hacia Europa a través de Libia, informó Stephanie Kirchgaessner en el diario inglés The Guardian. También propuso hacerlo por una «fracción» del precio que la UE gasta ahora en los barcos que interceptan buques de inmigrantes en el Mediterráneo.
Prince también funge como consultor de seguridad en los Emiratos Árabes Unidos, país que junto con Egipto y Arabia Saudí tuvo un papel fundamental en ayudar al hombre fuerte de Libia, Khalifa Haftar, a expandir su presencia militar y controlar casi la mitad del país.
Muy probablemente la Administración de Trump se tome en serio cualquier propuesta que venga de Prince, quien aportó 250.000 dólares a la campaña de Trump y su hermana, Betsy DeVos, es hoy la secretaria de Educación.
Su plan prevé la construcción de tres bases policiales en Libia y el despliegue de aproximadamente 750 de sus «asesores extranjeros», que trabajarían junto a los libios, proporcionando «liderazgo, información de inteligencia, apoyo en comunicaciones, aviones de vigilancia y un par de helicópteros. Los traficantes deben recorrer grandes distancias, así que es fácil localizar a los migrantes, interceptarlos y detener al conductor».
«Me imagino que Europa quiere bloquear el flujo de inmigrantes de la manera más humana y profesional posible. No creo que pagar a las milicias sea una solución a largo plazo», dijo.
Prince reconoció que otra propuesta de él para «privatizar» la guerra en Afganistán (5.500 hombres de Frontier prestarían servicio junto a la policía afgana) ya había sido aprobada tanto por Michael Flynn, el exconsejero de seguridad nacional de Trump –ahora en el centro de la investigación Trump/Rusia–, como por Steve Bannon, el exestratega de la Casa Blanca. Pero el plan no prosperó, tras el rechazo del Pentágono y del actual consejero de seguridad nacional de Trump, HR McMaster, a quien Prince llamó «un general muy convencional».
El plan de la Casa Blanca de enviar a otros 3.000 soldados a Afganistán está destinado al fracaso, aseguró. «Es el mismo enfoque de los últimos 16 años», dijo al periódico italiano. «En seis meses o un año, la Casa Blanca volverá a llamar a mi puerta. Es inevitable».
Mientras, carente de ideas y con un grave crisis por la entrada masiva de refugiados de las guerras que ellos cofinancian, la Comisión Europea aprobó, en agosto de 2015, 2.400 millones de euros para el periodo 2014-2020 para ayudar a 19 países a mejorar la capacidad de recepción de refugiados y la seguridad de sus fronteras. Los dos principales beneficiarios fueron Italia, con 558 millones de euros, y Grecia con 474 millones de euros.
Los otros beneficiarios fueron España (521,8 millones de euros), Suecia (154 millones), Hungría (61,4 millones), Bulgaria (72,7 millones), Chipre (74 millones), Austria (26,5), Estonia (35,2), Finlandia (52,9), Irlanda (9,2), Lituania (17,2) Luxemburgo (7,5), Malta (74,6), Polonia (69,3), Portugal (38,6), Rumania (98,4), Eslovaquia (13) y Eslovenia (41).
Los financiamientos provienen del Fondo para el asilo, la migración y la integración (FAMI o AMIF en inglés) y del Fondo para la Seguridad Interior (FSI) dotados de un presupuesto total de 7.000 millones de euros para el periodo 2014-2020.
«El tráfico de seres humanos desde Sudán, Chad y Níger es un proceso industrial», dijo Prince al periódico italiano Corriere della Sera. «Para detenerlo, es necesario crear una policía fronteriza libia a lo largo de la frontera sur». También sugirió que su plan sería más «humano y profesional» que los programas hoy apoyados por la UE para detener el flujo de migrantes, que funcionan en gran medida gracias a las milicias libias que detienen a los migrantes antes de llegar a la costa.
Las milicias “humanitarias”
Son estas milicias, que quiere emplear Prince, las acusadas de violar a los migrantes, darles palizas y obligarlos a trabajar en los centros de detención. Las Naciones Unidas y otros organismos de derechos humanos ya condenaron este sistema, que califican de inhumano.
Hace una semana, Trump se reunió con el primer ministro libio Fayez Serraj en la Casa Blanca. Un portavoz del Gobierno estadounidense dijo que analizaron el apoyo de Washington al gobierno libio y probablemente hayan discutido la propuesta de Prince. Un portavoz de Frontier dijo: «Erik no desea hacer comentarios sobre ninguna conversación privada que haya tenido en torno a Libia».
Prince, quizá el mercenario más conocido del mundo, tiene un historial de violaciones a los derechos humanos. Empleados de Blackwater fueron acusados de matar a 14 civiles iraquíes desarmados en 2007, cuando abrieron fuego contra una multitud en Bagdad mientras escoltaban a un convoy del Gobierno estadounidense. Prince se enfrentó a una investigación del Congreso pero nunca fue acusado.
Cuatro hombres de Blackwater fueron condenados por homicidio culposo en relación con aquel incidente. Un tribunal estadounidense ya pidió un nuevo juicio para uno de los condenados, y se espera que los otros tres reciban sentencias nuevas después de que un tribunal dictaminara que sus penas de 30 años de prisión eran demasiado largas.
Obviamente la vida de un afgano, un iraquí o un libio no valen, para ellos, lo mismo que la de un mercenario asesino.