En este mes de octubre, en que se conmemora el Día de la Raza, hay muchas opiniones divididas entre los latinoamericanos: hay quienes simplemente no se importan o ni siquiera conocen lo que sucedió en este día y, por otro lado, hay quienes caen en el extremismo de querer revivir una conquista que, si bien no se puede negar que existió, ya quedó en el pasado y ahora forma parte de una historia que une a las naciones latinoamericanas hispanohablantes con la Madre Patria, España.
Este acto dejó como resultado, entre otros, mucha herencia cultural que se ve reflejada en la danza, en la comida y en muchas manifestaciones culturales, pero hay una que particularmente me llama mucho la atención: es la estudiantina.
Situado en el centro-norte del país, en la región conocida como El Bajío, se encuentra el estado de Guanajuato, cuya capital lleva el mismo nombre. Conocido por su tradicional Festival Internacional Cervantino, las momias de Guanajuato, la Alhóndiga de Granaditas, el Callejón del Beso en la capital, los productores de calzado en la ciudad de León, las fresas en Irapuato o la bella parroquia gótica de San Miguel de Allende, entre otros, forman parte de los atractivos que hacen de este estado uno de los destinos turísticos favoritos del país Azteca.
Es en este lugar donde, en 1962, un grupo de jóvenes estudiantes universitarios formaron la primera estudiantina de la Universidad de Guanajuato, llamándose así, en vez de tuna, puesto que este es también el nombre del fruto del nopal; por tal motivo, se prefiere usar el nombre de estudiantina, haciendo alusión a los propios estudiantes, quienes debutaron el 13 de abril de 1963.
Con el paso de los años, las estudiantinas se convirtieron en algo típico y representativo de la ciudad de Guanajuato, vestidos con ropas que hacen evocan al antiguo uniforme de las universidades españolas del siglo XIV y XV. Es común encontrar por las noches, en las calles de la ciudad, los grupos de estudiantes ataviados con su casaca, pantaloncillo, capa, medias, zapatos de hebilla y camisa blanca.
Actualmente, estos grupos musicales se dedican a amenizar las callejoneadas, uno de los atractivos turísticos que no se puede uno perder cuando visite la ciudad de Guanajuato, las cuales consisten en realizar un recorrido musical, romántico, alegre y con un tinte de picardía, acompañado de la estudiantina, por las calles, callejones y plazas de esta ciudad. Con instrumentos como la guitarra, mandolina, contrabajo, pandereta, violín, salterio, castañuelas, laúd y flautas transversales, la estudiantina entona, no solamente música española, sino que incorpora ya también ritmos típicos mexicanos y pasodobles, que, combinados con leyendas, piruetas de bailes y bromas, garantizan una noche llena de diversión, historia, cultura y música.
Si visitas Guanajuato y no quieres perderte de esta gran aventura, ponte unos zapatos cómodos y pregunta por las callejoneadas. Seguramente cualquiera podrá orientarte y podrás disfrutar de este recorrido sin igual.