Desde 1992, cada año se lleva a cabo durante los primeros días de agosto, la Semana Mundial de la Lactancia Materna. La OMS y UNICEF son sus principales promotoras, se celebra en al menos 170 países y tiene como objetivo concientizar e informar a la sociedad en general sobre la importancia que tiene la lactancia materna en la salud de los niños y sus madres.
En las últimas décadas la cantidad de madres que alimentan a sus hijos con leche de fórmula ha aumentado considerablemente, debido a que muchas personas tienen la falsa creencia de que son un alimento que aporta más nutrientes que la leche materna. Dicha creencia se debe principalmente a la cantidad de anuncios publicitarios que hay sobre el tema. En el mundo, sólo el 38% de los bebés menores a los seis meses se alimenta exclusivamente de leche materna.
Si bien la leche de fórmula puede ser una buena alternativa para alimentar a los bebés que, por diferentes circunstancias no pueden ser amamantados, nada se le compara a los beneficios que aporta la leche materna.
La leche materna es un alimento que proporciona la energía y todos los nutrientes que necesita un bebé para desarrollarse y crecer sano. Y no solo esto, también proporciona anticuerpos que ningún otro alimento puede dar. Dichos anticuerpos protegen a los bebés de enfermedades frecuentes en la infancia como la diarrea y la neumonía, dos de las principales causas de mortalidad infantil en el mundo, además de que fomenta el desarrollo sensorial y cognitivo de los niños y fortalece los vínculos emocionales entre el bebé y su madre.
Se ha comprobado que los adolescentes y adultos que fueron amamantados de niños tienen menos tendencia a sufrir sobrepeso u obesidad. Son también menos propensos a sufrir diabetes de tipo 2 y obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) y la UNICEF (el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) recomienda la lactancia materna como alimento exclusivo del bebé durante los primeros seis meses de vida y posteriormente introducir alimentos apropiados a la edad de los bebés y seguir manteniendo la lactancia materna hasta los dos años o incluso más.
Existen muchos mitos sobre el tema de la lactancia. Se dice que después de los seis meses, la leche materna va perdiendo nutrientes y no alimenta adecuadamente a los bebés. Nada más falso que eso. La leche materna sigue manteniendo de forma abundante todos los nutrientes y anticuerpos que necesitan los bebés durante toda la etapa de lactancia, sin importar cuanto tiempo dure. Incluso se ha encontrado que algunos factores inmunológicos aumentan su concentración durante el segundo año de lactancia.
También se ha comprobado que los niños que son amamantados padecen menos alergias y asma a largo plazo. Por ello, la OMS ha declarado que «un aumento modesto en las tasas de lactancia podría prevenir hasta un 10% de las muertes de niños menores de 5 años: la lactancia juega un papel esencial que es a veces subestimado en el tratamiento y la prevención de enfermedades de la infancia». Sin duda, son muchos los beneficios de la llamada «lactancia prolongada» (comúnmente llamada así después de los 12 meses de vida del bebé).
La lactancia materna no solo beneficia a los bebés, si no que las madres también se ven beneficiadas, ya que reduce el riesgo de padecer cáncer de mama y de ovario, diabetes de tipo 2 y depresión posparto.
Por ello se recomienda mantener la lactancia tanto como la madre y el bebé quieran. Es de vital importancia el apoyo por parte de la familia y el entorno cercano a la madre para lograr una lactancia exitosa. También es necesario una mayor concienciación, una sociedad informada y personal sanitario calificado para apoyar y ayudar a las madres lactantes.