Ser de derecha, como ser de izquierda, es una de las infinitas maneras que tiene el hombre de ser imbécil
(Ortega y Gasset)
Mucho ha llovido en los últimos 100 años en los campos de la información y la comunicación. Los avances tecnológicos y las derivas ideológicas nos han dejado justo en el punto en el que estamos ahora. Pero, en realidad, ¿dónde estamos ahora?
I. In illo tempore
Antes uno se sentaba a la hora del desayuno, con tiempo y tranquilidad a leer el diario para enterarse de por dónde andaba el mundo. ¡Aahhh…..la vida era apacible, tranquila y tenía sentido! Uno podía ser progresista o retrógrado , o ser nada de nada, o tranquilo diletante del grupo A o del grupo Z y bastaba leer el diario - a la hora del desayuno -para saber por dónde iba el mundo. Y es que había tiempo y tranquilidad para enterarse de por dónde andaba el mundo y, una vez llena esa necesidad, uno iba a sus ocupaciones repleto de sabiduría: sabiendo por dónde andaba el mundo.
Y uno vivia tranquilo, sin comentar lo que leía, según los cánones que normaban la materia de la llamada Convivencia Social, cuyo código de conducta era harto sencillo: ¡Uno en su casa, Dios en la de todos !
II. Dos Bloques para congelar el corazón
Y ocurre que viene un Tiempo después, en que los diarios no estaban ya solos sino acompañados de las estaciones de radio que transmitían boletines y noticieros con cierta frecuencia, y que comenzaban su existencia empresas de televisión que emitían al menos dos veces al día un boletín de noticias. Resulta entonces que lo que uno buscaba en el periodo apacible y humano -en el periódico amigo- acompañado de la taza de café, comenzaría a ofrecerse también cada dia más y más en las que se denominaban ¡fuentes alternas!.
Es justo la fecha en que el ser humano inventa una nueva ocupación, un nuevo ejercicio : dar perrillayazos a la derecha o la izquierda buscando los noticieros que mejor se acomodaran a sus gustos.
En virtud de las noticias que comenzaban a pulular, en ese tiempo la vida no era ya tan apacible, comenzaba a ser menos tranquila y solo tenía sentido en determinadas circunstancias. Y es que para esa época comenzaba a plantearse, con cada vez más y más fuerza, el que uno tenía que ser necesariamente de la derecha o de la izquierda. Y estar en el bando de los comunistas o en el llamado mundo libre. Aunque también había opciones extremas de rango menor: le asistía el derecho de seguir siendo nada de nada , o bien convertirse en envenenado diletante de alguno de los dos grupos en que, se decía, se dividía la humanidad.
Y en esta época ya no solo había dos versiones de todo lo que se afirmaba ocurría en el mundo, sino que comenzaban a filtrarse de manera sinuosa -pero imparable- las primeras enfermedades propias de las noticias : el amarillismo, la subinformación , la desinformación, tres tendencias informacionales que tenían su foco de salida en la Derecha o Bloque Americano, o en la Izquierda o Bloque Soviético, que distorsionaban las noticias a su antojo y ventaja. Si uno, ingenuo preguntaba a los que sabían de estos temas, decían que esto ocurría así porque el primer muerto en una guerra es la verdad. Y es que por darle un nombre a esta larga época, los que bautizan lo que sucede en este planeta le llamaban coloquialmente Guerra Fría.
Un alto en el camino
Allá en las Naciones Unidas, los que saben por dónde anda el mundo, en un claro y decidido intento para equilibrar flujos informacionales, integran - en ese tiempo, una comisión, que bautizan con el nombre MacBride, la cual se instala en la UNESCO. Véase: «Un solo mundo, voces múltiples».
Pese a sus denodados esfuerzos, esa comisión, que busca que los del Bloque Soviético y los del Bloque Americano o de los Aliados digan la verdad y no engañen al público, solo consigue publicar un libro sobre la materia, porque los vientos cambian en la ONU cuando la URSS desaparece y queda solo el Bloque de los Aliados poniendo reglas de juego mundiales. Así que, para ese entonces, cambia la voluntad política presente en la UNESCO también.
III. Fruiciones finiseculares
Fracasados los loables intentos de Unesco, en esta época nace internet y, con ella, las denominadas redes sociales: todos los propietarios de sus cuentas se convierten, ipso facto, en doctores honoris causa autocalificados summa cum laude en el ámbito periodístico, dando sus propias versiones de lo que han visto, oído, leído.
En ese tiempo ya la vida no es apacible, tampoco tranquila, y solo tiene sentido en determinadas circunstancias.
Uno es forzado a ser ya y necesariamente, sin posibilidad de medias tintas, de derecha o de izquierda, está prohibido no ser nada de nada , por lo contrario está obligado a ser cuanto menos diletante del grupo A o del grupo Z y dejar constancia fehaciente de ello en alguna red social utilizando una herramienta-señal-codificacion que no deje duda alguna de su definicion ideológica.
Esa regla se llamaba al inicio y sigue siendolo aun : I like, que luego se matiza con caritas diversas denominadas emoticones, que suplen las palabras por la graficación de emociones de diversa naturaleza.
El tiempo se ha hecho, así, antitiempo y la tranquilidad para enterarse acerca de por dónde anda el mundo ha comenzado a hacer aguas, pues para estar apenas informado y no pasar como tonto o desinformado hay que leer, cuanto menos, cuatro versiones del lado A y cuatro del lado Z, tener muchos amigos en redes sociales y leer cuanta ocurrencia coloquen en sus sitios. Y, eso sí, no salir jamás sin haber dejado constancia de haber visto el notición que han colocado sobre cualquier tema, trascendente o no. Obvio que, para los especialistas en la materia, que ya se han instalado en palco preferencial, solo existirán sus versiones profundamente ideologizadas de derecha o de izquierda, dado que las demás son verdades espurias.
Y para este tiempo solo los doctos especialistas en ciencias sociales, además con posgrados en comunicación social, son capaces de pescar en los contenidos tan generosa y libremente esparcidos, nuevas versiones más acabadas del amarillismo, de la subinformación, de la desinformación .
O, expresado en lengua cotidiana, palatable y vecinal : de la mentira de telenovela hay que saltar y decodificar la mentira de la política, y de aquí dar un salto en el vacío hasta aterrizar en la mentira del bloque A o del bloque Z. De lo contrario uno queda como un ilustre desconocedor de por dónde anda el mundo.
Y, peor aún, en esta ensalada informacional, dado que en el mundo se ha puesto de moda la alta culinaria, comienzan a aparecer también los ingredientes de las versiones de verdad provenientes del Bloque Chino, o de los dos Bloques en que se han escindido desde hace muchos siglos atrás los musulmanes, pero que los ciudadanos del planeta no islamizado no sabíamos que existia. Así que en un solo dia debemos beber en las fuentes no menos de cinco versiones de por dónde anda el mundo.
Un brevísimo alto en el camino sirve para afirmar-entonces- que para los terrícolas consumidores de noticias necesarias para saber por dónde marcha el mundo, han comenzado a tomar fuerza los mismos alimentos ,solo que distribuidos por cadenas especializadas, las que, empacadas a gusto del proveedor, terminan en historias diferentes, según sufran o no de los nuevos padecimientos informacionales.
Estos padecimientos no aparecen en el Diccionario de Enfermedades de la Salud Psiquiátrica, pero con poco esfuerzo pueden terminar allí. Una fuente académica que lista las enfermedades de las noticias actuales o época de la posverdad, enumera estos padecimientos, que no agotan la lista : demonización, astroturfing, oscurecimiento, uso de falacias , uso de mentiras ,omisión , generalización, especificación, analogía, negativismo, esoterismo, descontextualización, metáfora , eufemismo, argucias agnotológicas , desorganización del contenido, adjetivación disuasiva, usos del espín semántico, reserva de la última palabra , orden nestoriano u ordenación envolvente que ejerce la información preconizada sobre la opuesta...
Escrito en términos más amables, la desinformación como se la llama genéricamente, o también manipulación informativa o mediática, es, por tanto, la acción y efecto de procurar en los sujetos el desconocimiento o ignorancia y evitar la circulación o divulgación del conocimiento de datos, argumentos, noticias o información que no sea favorable a quien se ha propuesto desinformar.
IV. El corte actual: ¿quo vadis, información?
Hoy es claro que ya los diarios no están solo, sino permanentemente acompañados de noticias que se difunden por la radio, la television, las cadenas de radio, las cadenas de television, las cadenas de correos electrónicos, los comunicados de millones de millones de propietarios de canales en las redes sociales y cadenas que difunden información.
En este tiempo la vida es todo menos apacible, tampoco es tranquila y cada día más y más uno tratando de saber si está cuerdo o no, se pregunta si tiene sentido, a lo que millares de millones dicen que sí, toda vez hay que ser feliz, según revelan las mediciones anuales del Barómetro de la Felicidad que publica anualmente la empresa Coca Cola.
Está prohibido socialmente no tener definición alguna, toda vez uno debe ser rabiosamente derechista o izquierdista. No importa si uno es joven, adulto o viejo, tampoco importa si es hombre o mujer o de ambos sexos, lo que sí importa -y mucho- es si es de izquierda o de derecha. Todos los atributos, pensamientos, posiciones, conocimientos requieren estar previamente catalogados, cifrados en las tesis de la derecha o en las tesis de la izquierda, de lo contrario no existen. Más claramente: no pueden existir.
Y claro: está absolutamente prohibido hacer ojitos a los de la acera de enfrente. Se es o no se es. Y punto.
¿Y la información?
Ah, no importa. Lo que vale es adherir a la tesis de derecha o a la tesis de izquierda. ¿Y los que dicen ser de centro? Esos... a la horca, o a quemarlos, o a difamarlos o, peor aún: a ignorarlos. No merecen vivir. Hay que definirse y tragarse envoltura incluida, sin derecho a regurgitar nada, todo lo que sale con el signo previamente adoptado, prohijado, defendido, único y excelso. Por tanto, al paredón esos cuasi-seres que no se han definido.Y si no mueren hay que guindarlos y si siguen con hálitos de vida, hay que proporcionarles estricnina y si algún nervio por allí se muestra trémulo, cortarle de tajo la garganta: para que quede muerto y bien muerto, para que no exhale siquiera el ultimo hálito...
Hoy día tan solo los seres dotados , especialistas bien informados, capaces de distinguir en los abyectos rincones entre las tendencias que hieden a Bloque Americano, o a Bloque Sovietico , o a Bloque Chino , o a Bloque Chiita, o a Bloque Sunita , a Bloque Atlante, o a Bloque Extraterrestre, o al Bloque de la Felicidad…que marcan la danza del Mundo y que distorsionan los hechos a su antojo tienen pleno, legítimo y honorífico derecho sellado de decir : ¡por aquí va el mundo!
Y es que los demás somos pobres, ínfimos, efímeros consumidores de noticias, no de información.
Por tanto, en el mundo actual, carentes de información, los ciudadanos somos pasivos y solo los Gobiernos informan.
Porque hay una declaración de muerte al complemento de la Información: una señora llamada Comunicación. Pero eso es ya harina de otro costal...