Me encantan los sitios con historia, los que cuentan historias y disfrutas tanto que vuelves contando otras historias, las que tú has vivido. Y así es Tenerife, uno de esos lugares mágicos que bien pudo ser la Atlántida, la tierra de los dioses o el jardín de las Hespérides. Hay muchos motivos para enamorarte de Tenerife. En mi caso, ha sido el Atlántico el que me ha robado el corazón.
Y es que bucear en Tenerife es como descender al paraíso y descubrir un mundo rodeado de agua cristalina – incluso a 30 metros la visibilidad sigue siendo increíble -, con la robustez y la fuerza del océano que sostiene un volcán, donde especies de todo tipo encuentran su hábitat: bancos de roncadores, peces trompeta, chuchos, mantas, pulpos, morenas o pequeñísimos nudibranquios que conviven en el silencio del fondo marino. Y estar allí, preocupándote solo de disfrutar, de respirar y dejarte llevar por la corriente es, sin duda, un regalo que te hace la vida.
El Teide es el corazón de Tenerife, el pico más alto de España con sus 3.718 metros de altura. Y en el pasado este volcán escupió lava dejando formaciones rocosas muy interesantes, en la superficie y también en el fondo. Un fondo marino con una biodiversidad de gran riqueza, caracterizado por un relieve volcánico con impresionantes columnas de basalto, enormes paredes verticales, repleto de grutas, recodos y arrecifes, y con grandes profundidades.
Cuando te gusta bucear buscas inmersiones para disfrutar, pero también que te aporten a nivel técnico. Jugar con la profundidad, con las corrientes, quedarte ingrávido mientras te sorprendes al encontrarte un caballito de mar o mientras una manta te pasa a solo dos palmos. Para eso es importante encontrar un buen club de buceo, y nosotros lo hicimos en Tenerife. Llevamos ya tres años con Blue Bottom Diving que, para mí, es como un hotel cinco estrellas del mundo del buceo. Toda la equipación es Mares, el barco es una pasada – no es una zodiac pequeña, es súper estable y cómodo – y Federico, Nuria y todo el equipo están totalmente enfocados en tu disfrute y en mimarte y cuidarte mientras buceas, ¡un gusto!
En Tenerife se localizan unos treinta puntos de inmersión repartidos por toda la costa, donde es posible descubrir una interesante flora y fauna marinas, así como restos de barcos hundidos. Los mejores sitios para bucear en el sur de Tenerife son, entre otros, Las Galletas, Los Cristianos, Playa Paraíso y Punta de Rasca. En esta zona, sus fondos son, en muchos puntos, una combinación de arenales blancos y arrecifes formando caprichosas formas que dan nombre a muchas de sus inmersiones.
Roncadores del Faro es una de las más inmersiones más frecuentes en esta zona. Se encuentra a escasos metros de la costa al norte del faro Punta de Rasca, cerca del pueblo de Las Galletas. La profundidad de esta inmersión va de los 12 metros- donde hay una plataforma- hasta llegar a una grieta perpendicular de unos seis metros de profundidad por la que se puede entrar y salir a una zona arenosa a 24 metros. En esta inmersión puedes encontrar – como el nombre de la inmersión indica – grandes bancos de roncadores que te envuelven lentamente cuando pasas entre ellos. En las rocas puedes ver morenas, anémonas gigantes y, si bajas profundo, puedes encontrar meros.
El Meridian es uno de los pecios más visitados de la isla de Tenerife por su estado de conservación, pese a ser un barco de madera. Ofrece un espectáculo para los amantes del buceo, no sólo por su excelente estado de conservación, sino por la fauna que le rodea.
El Meridian fue un patrullero alemán utilizado en la Segunda Guerra Mundial para localizar submarinos. Tras la guerra, muchos de estos barcos fueron reconvertidos en barcos de pesca. En el caso del Meridian, fue restaurado por Wolfgang Mertins en 1973, un año más tarde llegó a Tenerife y fue trasladado a Los Cristianos. En el sur de Tenerife comenzó una nueva vida como barco para avistamiento de cetáceos, pero una noche de 2004 se hundió en el Puerto de Los Cristianos. Ahora sirve de arrecife artificial y contribuye a enriquecer el ecosistema marino. Se encuentra a unos 30 metros de profundidad sobre un fondo arenoso. Se recomienda tener algo de experiencia en buceo para visitar este pecio, dada la profundidad a la que se encuentra y por la presencia de corrientes. En la zona se pueden encontrar rayas, sargos, salmonetes, fulas… e incluso delfines.
La Cueva del Palmar está a unos 200 metros de la playa del mismo nombre, al sur de los Cristianos. En esta inmersión se baja hasta 30 metros y tiene dos recorridos – aunque yo solo he hecho uno –. En el primero, desciendes por el acantilado hasta llegar al fondo, sales a la arena y entre tres rocas encuentras una Virgen. Sigues en dirección a la entrada de la cueva, donde encuentras una cruz en recuerdo a unos buceadores que murieron explorando esa cueva. A continuación, se sube por el acantilado fijándote en las grietas donde puedes encontrar muchas morenas, hasta llegar a la plataforma, y continúas el ascenso hasta el barco. En el segundo recorrido bordeas la cueva en dirección sur avanzando entre rocas. En la cima de una de ellas se encuentra un delfín puesto en conmemoración a Jacques Cousteau.
El Condesito era un pequeño carguero de 30 metros de eslora que transportaba cemento y que chocó con unos arrecifes hundiéndose en la costa de los Cristianos en 1972, incidente que hizo que se construyera un faro tres años más tarde. Aunque su parte de proa está muy dañada, el castillo de popa está intacto y es muy interesante de visitar. El barco chocó con las rocas y parte del cemento que transportaba se derramó, convirtiéndose en un arrecife artificial en el que viven numerosas especies, como peces trompeta, pulpos, rayas, gusanos de fuego o morenas. Es una inmersión poco profunda entre 12 y 18 m de profundidad. Lo bonito de visitar barcos hundidos es explorar y ver cómo la vida marina se ha hecho cargo del pecio.
La última inmersión de la temporada la hice en The Wall, en la playa del Palm-Mar. Fue todo un espectáculo de mantas, chuchos, morenas… y también tortugas. Es una plataforma que llega desde los 6 hasta los 24 metros y bucear ahí es un placer, está llena de vida. Fue el mejor fin de fiesta que pudimos tener este año.
Para mí, lo mejor del buceo es con quién lo haces y tengo la suerte de apasionarme más y más con el buceo con mi amigo Esteban. Pero además, la suerte de arrastrar a la gente que más quiero a practicarlo, como a mi hermana (me debes unos buceos en Tenerife, por cierto), a Marian que lo intentó, a Elena y Paco (sé que al final os convenceremos); o encontrarme con gente que comparte tus aficiones y que pasan de ser compañeros de barco a grandes amigos, como son Ramón y Gemma. La verdad que el buceo es un deporte de compañeros, de vida, porque en el gran azul, amigos, hay que cuidarse unos a otros, y disfrutar de la conquista de la inmensidad del mar. ¡Nos vemos en el paraíso… submarino, claro!