Existen viajeros de todo tipo: los que prefieren hacer turismo gastronómico, los que priorizan las visitas culturales, aquellos que son de caminar hasta que no dan más y por supuesto los que viajan para comprar, pero hay un tipo de viajero muy particular que es aquel que busca experiencias únicas, diferentes y que marquen un antes y un después en su memoria. Para este último tipo, van a continuación cinco experiencias imperdibles.

Cataratas del Iguazú a la luz de la luna

Las cataratas se ubican en el límite entre la provincia argentina de Misiones y el estado brasileño de Paraná, y son una experiencia increíble. La fuerza de la naturaleza, el entorno totalmente natural y los tiernos coatíes acompañan el recorrido, el cual siempre concluye en la famosísima Garganta del diablo, que es la zona central y con más caudal de todo el complejo turístico. No obstante, hay un recorrido menos conocido que puede resultar aún más impresionante.

El tour a la luz de la luna se hace solamente los días de luna llena y tiene varios elementos importantes. Primero, el recorrido hasta la Garganta del diablo se hace en tren pero con todas las luces apagadas, lo que permite escuchar todos los ruidos naturales de aves y otros animales, así como apreciar la belleza de la noche y las estrellas. El grupo es reducido así que se elimina la distracción de los numerosos turistas que andan siempre durante el día. También se apagan los anuncios de los parlantes y se convierte en una experiencia verdaderamente pacífica y envolvente. Este paseo va directo a la garganta del diablo, la que, bajo la luz de la luna llena, no solo se ve imponente sino que genera una cierta carga mística que solo quienes lo viven podrían entender.

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Trekking sobre el Perito Moreno

La mayoría de los glaciares del mundo está en retroceso, esto significa que van perdiendo tamaño cada año, principalmente por el calentamiento global, pero quedan algunos pocos en el mundo que se encuentran estables, es decir que no se reducen ni crecen de tamaño o, visto de otra manera, los fragmentos que pierden los continúan regenerando. Uno de ellos es el Perito Moreno, que se encuentra en el Parque Nacional Los Glaciares, ubicado en el sur de Argentina, y declarado Patrimonio de la Humanidad en 1981.

Andar en catamarán entre los icebergs y los paisajes sureños es en sí toda una experiencia única, pero, para aquellos que quieran subir el nivel, existe allí un tour que te lleva a caminar directamente arriba del glaciar. Comienza con una caminata breve hasta el lugar donde colocan los grampones, que son dispositivos de tracción que se agregan a los zapatos para ayudar a facilitar la caminata. De ahí los guías dan una explicación sencilla sobre qué hacer, qué no y cómo caminar para evitar accidentes, y de ahí comienzan a adentrarse, en grupos pequeños, en la zona más caminable y segura del Perito Moreno. Hace mucho frío, caminar es difícil pero estar ahí en el medio del glaciar es algo indescriptible. La experiencia termina con un brindis de alguna bebida que ha sido enfriada directamente en el glaciar, para cerrar un día absolutamente único.

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Mont Saint-Michel, la ciudad medieval que es y no es una isla

El Monte Saint-Michel, que también figura en la lista de los Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO, se encuentra en Normandía, a aproximadamente cuatro horas en auto desde París, y su lista de peculiaridades es amplia. Primero, es una ciudad medieval conservada sin casi ninguna modernización, por lo que recorrer sus calles es como viajar en el tiempo. Tiene en el centro, que es su parte más alta, una gran abadía que es una obra maestra de la arquitectura, que ha sido monasterio y también prisión.

En sus calles, algunas extremadamente estrechas, siempre adaptadas al espacio ofrecido por la misma piedra sobre la que se erigió la ciudad, existen muchos artesanos que fabrican obras al mejor estilo medieval, desde armaduras hasta espadas, entre otros. Pero, finalmente, lo más interesante que tiene es que, por su peculiar ubicación, es una isla a la vez que no lo es. ¿Cómo sucede esto? Cuando está en períodos de marea alta desaparece toda posibilidad de acceso por tierra y se convierte en isla, y cuando la marea baja se puede volver a acceder a pie. En el 2014 se terminó una obra de muchos años para construir un puente que permita acceder en cualquier período del año, pero igual conserva la experiencia y sensación de estar en una isla medieval.

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La pingüinera de Punta Tombo

Para aquellos que aman los animales esta es una experiencia que no pueden dejar de vivir. Es un lugar que se encuentra a 180 kilómetros de Puerto Madryn, en el sur de Argentina, y es una reserva natural que protege las colonias de pingüinos de Magallanes, los cuales han elegido esa zona para hacer sus nidos y reproducirse, en el período entre septiembre y abril.

En esos meses puede haber allí hasta 400.000 pingüinos, y dependiendo del período en el que se visite se puede ver también a las crías. En el período en el que el centro de visitantes está abierto, se puede caminar por un sendero de 3.500 metros a lo largo de la playa por donde estos animalitos pasean libremente. No se permite salir del sendero ni tocar a los pingüinos, quienes están en su hábitat natural, siendo las personas los visitantes que deben respetar sus espacios. Hay frecuentes pasos de pingüinos, donde, si hay alguno, las personas deben esperar a que pase para continuar el recorrido. Es posible ver miles y caminar entre ellos, a menos de un metro de distancia.

No hay ningún amante de los animales que no disfrute al máximo de una vivencia como esta, en la que la ternura ocupa todos los espacios y el tiempo pasa demasiado rápido.

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Equinoccio en Chichén Itzá

Las culturas prehispánicas dejaron muchos lugares cargados de simbología y ciencia, pero hay uno que destaca y se trata de Chichén Itzá. Está en la península de Yucatán, en México, es una ciudad maya, también Patrimonio de la Humanidad, que además de ser muy interesante y estar bien conservada, tiene un evento que reúne visitantes de todo el mundo.

En los equinoccios de primavera u otoño, pero con preferencia al primero pues en otoño suele estar más nublado y esto puede afectar la visibilidad del evento, se puede observar el nivel de avance tecnológico maya en cuanto a arquitectura y también a astronomía, ya que en sus cálculos perfectos se puede observar a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, que es uno de los dioses más importantes de esta cultura, descender por la pirámide de El castillo hasta formar un juego de luces y sombras perfecto que dibuja al dios haciendo su recorrido desde arriba hacia abajo. Apenas la sombra termina de formar la figura se escucha un clamor generalizado entre todos los visitantes, quienes también se sienten en presencia de un evento ancestral.

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